Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

miércoles, 30 de junio de 2010

Alien vs Predator 2

Vaya pestilente mondongo de pura mierda la película. Con ella han agotado definitivamente la inversión de genio de la primera. Mirad si ha durado, nada menos que cuatro cintas más descontando la presente. Porque todavía la anterior introducía algun concepto nuevo: la caza del bicho por parte de la casta guerrera de los predators, y sobre todo la inferioridad definitiva del hombre. Todo ello otra vez en un escenario aislado y claustrofóbico, una instalación en el ártico, creo. Sin embargo, ahora han decidido llevar la "acción" -que es todo lo que hay- a la población civil de un villorrio de paletos, y el "factor humano" ha recobrado protagonismo. Ya ocurrió en la segunda parte del plagio paralelo del predator, pero esas ni las cuento por irrelevantes. Aunque han impuesto el tiempo, el presente, y un nuevo extraterreste humanoide con rastas. El alien debería ser el único héroe interesante, pero ese sí que es un "género bastante degradado" desde la peli fundacional. Aquí los matan como mosquitos, ya no representa la muerte, lo extraño, el miedo que proviene del fondo del espacio. Y los geyperman humanos que los liquidan son personajes de cartón piedra que dan verdadera verguenza ajena. Incluso el pred-alien, el híbrido bastardo con que terminaba la anterior está horriblemente desperdiciado. No es más que un feo mostruito que pierde la elegante silueta del letal alien original para llevarse cinco hostias fáciles. ¿Y no se suponía que la llegada de un solo alien a la tierra era la amenaza de aniquilación total que Ripley quería evitar con un horror entonces bastante convincente? Bah, no le doy más vueltas. Así se acaba con una saga mítica. Sería el impacto de la huelga de los guionistas. El productor ha puesto a escribir a su hijo de trece años para seguir ordeñando un icono gastado. Alguno al menos se llevará un par de sustos, pero de los de antes, es decir, cuya puesta en escena ya estaba inventada en la primera. Se acabó, pues, lo que se daba y también lo que se tomaba. Que nos quiten lo escalofriao.

martes, 29 de junio de 2010

Holidays

http://www.youtube.com/watch?v=8lyZA9Pzr4U (Para Rita, incompleta pero genuina -no es posible hacer el enlace)

La vista gorda, por Rita L.





Uno de los mayores abusos sobre el gasto público del que apenas se hace mención en el marasmo de opiniones y comentarios a la crisis, es el uso que hacen muchas empresas privadas del paro para financiar las vacaciones  o los días libres de sus empleados. Una buena parte de empresas que gastan cantidades ingentes de dinero en pagar a algunos de sus empleados (por ejemplo, productoras de televisión), tiran de las arcas públicas para que éstas paguen el sueldo de su personal durante los meses de verano (cámaras, realizadores, etc.), en el que emiten programas más baratos. Ahora hemos sabido que, también la Comunidad de Madrid, va a hacer lo mismo con el personal interino de educación, al que mandará al paro durante el verano aunque haya trabajado con ellos durante todo el curso. Las vacaciones de los niños no deberían ser consideradas como agotamiento de un puesto de trabajo, digo yo, pues cuando éstos vuelvan en septiembre  el puesto volverá a ser necesario. Lo que no comprendo es cómo la Seguridad Social permite este fraude generalizado hacia su función y este engrosamiento irreal de sus estadísticas.

Hiperrealismo

Estará Antonio López a esta hora mezclando el amarillo del membrillorrrrr (youtube, hora chanante, testimonios, Antonio López) con melanina de su calva para hacerle justicia hiperrealista. La divisa de Aristóteles, "el arte imita la naturaleza" -que no es ya que sea vieja, es que prácticamente no hay otra teoría del arte anterior-, alcanza con el hiperrealismo su culminación y agotamiento. Si las técnicas devienen capaces de hacer idénticas reproducción y reproducido, o bien las técnicas mismas desaparecen en la obra (el mediador se torna invisible), o bien, al contrario, acaparan todo el contenido narrativo de la obra (el artista se ve forzado a contarnos cómo lo hace). En el primer caso, sólo la obra y su referente se encaran frente a frente, como en aquel cuadro dentro del cuadro de Magritte que equivale al paisaje que enmarca delante de la ventana. No hay diferencia entre el lienzo y el cristal, ni entre la naturaleza y su espejo, no hay huella del paso del artista como en los surcos de los dedos que testimonian el esfuerzo en el Balzac de Rodin, no hay, pues, más mediación que la de una posible trampa, es decir: que el artista, como un prestidigitador, nos de un Bristol soleado o un Madrid lluvioso que engañen la mirada. Para la verdad, en cambio, el hombre se limita a ser el instrumento de su duplicación: Aristóteles agotado. En el segundo caso, el artista sí se alza relevante en el contexto de la obra ante la constatación de la inanidad de la duplicación, puesto que sólo él posee el truco de su clonación, y nos lo cuenta como un lógro de la tecnología: Aristóteles culminado. A mi me parece, entonces, que el hiperrealismo cierra capítulo y nos obliga a entender el arte como necesaria estilización de la realidad, para que así sobrevivan en su singularidad artista y obra, y no sólo el proceso que lleva de nadie a nada (nadie en especial domina esa técnica, que da lugar a nada distinto de lo que ya había). ¿Explicaría esto el transito de, por ejemplo, Sánchez Ferlosio de "El Jarama" a "Alfanhui"? En la estilización no hay engaño, puesto que el autor acentúa su acción, y sí hay verdad, porque lo estilizado es el mundo, no la acción artística misma. Esto último sería romanticismo hipertrofiado, que también ha abundado: la naturaleza debe imitar al arte, puesto que ella también produce -y, por tanto, puede ser producida. En resumidas cuentas, ya que la tecnología es ineludible, llamemoslo con el venerable nombre de artesanía; pero ya que cierta personalidad escoge sus fines de un modo no mecánico, llamémoslo también arte. ¿Que expresa el hiperrealismo? Respecto de la historia del arte, quizá mucho, respecto de la realidad representada, poco más que la totalización de la mirada. La estilización, en cambio, se alza como expresión del mundo real, es decir, como trabajo de pulimento sobre el mismo (me da igual que se pula para emborronarlo, como Francis Bacon) sin fines utilitarios inmediatos. Todo ello dicho en la ingenuidad de que no hubiese que considerar al mercado, que ya es mucha -¡demasiada!- ingenuidad para una crítica de arte hoy por hoy.
Pero más que a un expresionista Bacon, prefiero las peliculas de Pixar. Allí el mercado es omnipresente, pero implican también un esfuerzo de años no de un particular, sino de todo un equipo, por cierto, anónimo. Ahora Disney lo consagra con su firma desde la tumba: se ve que le dejaron la diestra a media congelación.

lunes, 28 de junio de 2010

Ernest Hemingway, Anthony Burgess, Salvat

Si uno es un poco gilipollas y se hace famoso, o el hacerse famoso te vuelve gilipollas, no hay problema. La notoriedad de Hemingway es universal y no va a sufrir menoscabo por las sutiles y británicas críticas de Burgess. Pero tampoco el fanfarrón de Ernst podría pedir que nadie se diera cuenta del mucho ruido y las pocas nueces de su leyenda personal. De hecho, si hubiera leído esta biografía, lo mismo le daba un abrazo al amigo Anthony y le invitaba a varias botellas que le retaba a una pelea a puñetazos suspendida la cual le llamaría cobarde. Y es que Burgess sí que lo pasó mal en la vida, no como el grandullón barbado de las corridas de otros. Después de leer esto, que da gusto y ameniza, cogí Islas en el golfo -hacía mucho que no leía nada del "amigo de España"- y, efectivamente, es obra de un patán jugando a Dios cuyo cuerpo debiera haber sido donado a una destilería. En los primeros capítulos, amen de muchos copazos para desayunar y alguna paliza arbitraria, hace aparecer a un niño que dice "malvado" de raíz. Nunca sabremos por qué, ya que le mata en un accidente poco después. En fin, que nadie niega el atractivo de posar de "vivir peligrosamente", y por ello nunca le faltarán a Hemingway una legión de admiradores -más de él que de sus obras. Sin embargo, lo dicho: no se engaña a todo el mundo todo el tiempo.

He´s too sexy for this blog

domingo, 27 de junio de 2010

¿Qué es estrictamente "laicismo"?

Junto a la Ley de Laicidad de 1905 se promulgaron algunas normas que modificaron por completo la situación de la Iglesia en Francia. En esencia, a principios del siglo XX se estableció:
- Propiedad estatal de los bienes de la Iglesia: se permitía el culto, pero la Iglesia perdía la posesión de los templos.
- Establecimiento de límites estrictos para las asociaciones de fieles.
- Prohibición de símbolos religiosos en cualquier edificio público salvo los destinados al culto.
- Prohibición de enseñar la religión a niños menores de 13 años en el horario escolar.
- Penas de cárcel para las críticas a la ley.
- Enseñanza laica y pública y expulsión de órdenes religiosas.
- No reconocimiento de la jerarquía católica.

viernes, 25 de junio de 2010

Cartel de una película que nunca se realizará

A mí no me gustaron ni las partes anteriores, de juventud (guionizada la primera, por cierto, en gran parte por Oliver Stone), pero a esta estupenda idea dedique un micro-cuento que se halla en "Ensayos..."

Rita, sus graffitis (III)

Ética y/o política

Veamos. Lo suyo es decir que la ética consiste en la reflexión acerca de las costumbres de un individuo, pueblo, comunidad, nación, etc., de tal manera que una cosa es lo que hacemos en orden al bien y el mal o lo correcto o incorrecto, y otra investigar acerca del sólido fundamento que pueda tener todo ello, que está como en otro plano. Bien, esto es una cutrez tópica. Mejor y prácticamente desconocida es la definición rápida entresacada de los escritos jurídicos de G.W. Leibniz: ética es ponerse en el lugar del otro cuando consideramos a este positivamente (es decir, pensando en que seguramente sea buen chico, un congénere, un semejante mío), mientras que política es igualmente ponerse en el lugar del otro pero cuando, en cambio, le consideramos negativamente (otrosí: cuando pensamos que el cabrón podría buscar putearme, ya que es alguién extraño y potencialmente peligroso). En otras palabras, la ética me informa de una conducta respetuosa para con los demás -tratarles como quiero que me traten a mí, etc.-; sin embargo, la política es el conjunto de normas que impiden que los demás me jodan o yo a ellos. Es una definición algo liberaloide, demasiado moderna, no del todo biempensante, pero sin duda corta y original supuesta una interpretación de autor reputado. Hala, a rumiarla a fondo para ver si es también verdadera.

Carta al director de hoy en El País: ¡JA!

Falsa crisis de la natalidad, por MARTÍN SAGRERA (Demógrafo).

En los animales realmente racionales, como en los demás, el instinto de supervivencia les lleva a disminuir la natalidad en épocas de penuria, para contrarrestarla. Lejos, pues, de ser otra "crisis" o "problema", como algunos adjetivan en titulares guiados por intereses bien conocidos, el actual descenso de la natalidad es una buena noticia, una respuesta sensata para paliar la crisis.
Esta disminución de los nacimientos no "amenaza" las pensiones -como tampoco daña los planes de pensiones voluntarios bien gestionados-, siempre que el sistema no gaste indebidamente los ahorros obligatorios de las personas. Si el sistema los roba, no hay que empeñarse en traer más hijos o inmigrantes, sino expulsar a esos dirigentes ladrones.

jueves, 24 de junio de 2010

Pequeñas y grandes miserias de los grandes y pequeños filósofos: Kant, moralista aplicado

Por pura ignorancia no he podido cambiar el nombre del documento: Deberkant0204.htm, y que se encuentra en la sección "Apuntes y comentarios..." etc. Es largo, es moroso y algo abstruso para los profanos, pero enseña toda una lección de lo que ha sido la meditación ética occidental en general después de Aristóteles, con final trágico particular y todo, como gusta hoy. Tomado de la revista digital La caverna de Platón -¡menudo nombre, por cierto!

El desarrollo del Desarrollo

Neologismos libidicidas

Se oye mucho lo de "follamigo", pero no parece que se practique tanto: los que se han liado en estos términos no suelen repetir, acabando con el sueño del amor libre propuesto seguramente por los hombres pero abrazado también por las mujeres en los sesentas/setentas. Porque, claro, rollos siempre ha habido, la novedad reside o debería residir en que la nómina de "follamigos" de uno siga siempre o eventualmente disponible, como la casita de la playa. Y de eso nada, que sepamos. O por lo menos no más que antes. Los "follamigos" terminan en novietes o terminan, ya está. Para el primer caso, Nancho Novo ha acuñado la expresión "guarromántico", o sea, que cuidas y mimas celosamente a tu chica, pero sin cambiarte de gayumbos o invitandola al burriquín ("Burguer King" en calé) -digo "chica" sin colocar la arroba porque raro sería al revés, que ciertas cosas son cuasieternas digan lo que digan. El exacto y precismo enfoque del "guarromance" de cada uno vive en un amplio margen de interpretación, conforme a la comodidad de él y el aguante de ella. Puesto que este último, aunque generoso, no es ilimitado, llegamos de nuevo al estado de novietes, que es adonde queríamos ir a parar. Tarde o temprano, los novietes formalizan sus relaciones y es entonces cuando podemos hablar del libidicidio consumado: sugerimos para ello un vocablo de nuestra invención inverso en cierta manera a "follamigo", y que es "célibespos@" -este sí, con arroba, si se quiere. Entre que ni es tampoco muy sonoro, ni la realidad mencionada cosa muy chispeante, esperamos que no triunfe en absoluto y se quede olvidado aquí. De corazón te lo digo, compañeeeeeero.

Tirando de la manta a lo bestia, con un par

Sin más comentarios, pinchad y juzgad hermanos. http://www.nacionred.com/censura/arrestado-el-oficial-que-filtro-el-video-de-wikileaks

miércoles, 23 de junio de 2010

La Roja que me la coja

Hay que entender que estos tifostios en torno a comecocos que hacen patria en tiempos de deficit nacional se hacen de modo automático y multifocal, o sea, que no hay una orden específica de nadie, sino que afloran de aquí, de allá y de acullá, profusamente y todos a la vez como las margaritas en verano. Quiero decir, que se sabe que llega el Mundial y todo bicho vendiente se apunta al carro sin esperar que se lo apunten desde el ministerio. Un coro de voces milmmillonario entonan al unínoso el mismo mensaje sin haberlo acordado de antemano: este año es el nuestro aunque no haya la menor prueba de ello, y nos lo vamos a llevar porque sí. No deja de ser un fenómeno curioso, como si una mañana nos levantásemos todos con la convicción de que esa noche ligamos y las discotecas, pubs, garitos, etc., petasen de repente al caer el día. Pero es un mal ejemplo, claro, los mecanismos sociológicos implicados en este circo son más previsibles, orientables y medibles, puesto que involucran harto mayores intereses que echar un casquete milagroso. Por mí que lleguen lo más lejos posible, porqué no -con su pan se lo coman, yo ya tengo prima-, pero nada de olvidarnos de la depauperación reinante.

Verano, veranito, una caña y un librito

Los pajaritos -gorriones y palomas por aquí, para ser exactos- cantan desde las seis de la mañana y los bebés inquietos se remueven piando por su biberón de la primera luz. Luego el globo luminoso va incandesciendo hasta que se deshilacha entre las sombras de las diez de la noche, cuando todavía lo llevamos prendido en la piel: ¡estío! (como Idéntico, que ya no está entre nuestros comentarios pero, como suele, acompaña en espíritu), y, mañana, hogueritas de San Juan, que se nos han convertido en rito imprescindible también en Madriz. Verano, en fin y en definitiva, que es para lo que vivimos el resto del año, la estación edénica, largo y cálido, y que se vean esas carnes maceradas, sean jóvenes o viejas. Lo suyo en un blog docto y grave como este es que recomendemos una lectura para amodorrarse con los ojos entrecerrados durante estos meses, pero como el verano nos vuelve ávidos de experiencias liberadoras que siempre se quedan cortas, aconsejamos toda una saga. Se trata de las extravagantes aventuras de Harry Flashman, narradas por George MacDonald Fraser, y editadas en castellano en pocket Edhasa, o sea, baratitas y portatiles. Picaresca de la era victoriana, acción rápida y diálogos directos, toda la sordidez de aquellos tiempos sufrida en primera persona por el protagonista más inmoral que ha concebido la novela histórica. Tanto entonces como ahora, si han de vivirse aventuras no hay que buscarlas sino verse arrastrado a ellas por la asquerosa realidad, y que Dios te coja confesado. La diferencia con Flashman (el nombre no termina de gustarme, pero proviene del clásico de Thomas Hughes) es que sobrevive como puede a las pruebas, seguro de que de todas podrá sacar alguna tajada y de que siempre hay algún revolcón a mano para aliviar las tensiones. Prohibido, eso sí, para soldados de cualquier ejército regular o mercenario, que pueden tomárselo al pie de la letra y sustituir la obligada disciplina por el sucio vandalismo.

martes, 22 de junio de 2010

Música sacra, y II

Venía yo pensando esta mañana de hacer en una entradita de estas diversas consideraciones antipáticas sobre el jevi como música sacra cuando me he encontrado el articulillo que nos precede aquí, y que es realmente ameno y agudo. Pero mis chorra-reflexiones, aunque finalmente convergentes, arrancaban de otros reinos muy distintos, concretamente aquellos que dicen no ser de este mundo. Todo comenzó porque vi un par de curas (iban en yunta, como se dice en lunfardo de los guardias civiles de allí, quizá por eso de de que uno sabe leer y el otro escribir) paseando hacia alguna parte (pues tales cuervos no picotean por picotear, he pensado al instante), y entonces me he acordado de Georg Simmel, quien hace décadas ya escribía que las ciudades modernas son el entorno más contrario a la presencia pública y notoria de sotanas, a las que alejan con anticuerpos de laicidad transeúnte. Permanecen, en efecto, atrincheradas en sus guaridas de piedra y mármol, "bienes de la iglesia" que ningún Mendizabal parece querer desamortizar hoy, bonito chollo. El caso es que existen también otras "sotanas" inconfundibles, negras pero coloridas en su centro, que son las de la secta de los jevis, esas almas benditas de Satán. Cierto es que ya sólo los vemos en los institutos de enseñanza los que trabajamos allí, pero este columnista adjunto dice que vuelven. Bien. Y que se quieren hacer religión. Peor para ellos, pero bien. Y he aquí nuestra idea originaria: ¿qué otra corriente musical sino el jevi representa la única tendencia de música "sacra" en la profanidad de la producción de los sonidos contemporáneos? Ángeles, infierno, eternidad, amor, diablo, no-muerte... son sus temas de inspiración habituales, machacona y recurrentemente. Normal que se sientan religión, aunque nos parezca dispensable su oficialización. En general -y es muy difícil no acertar- los jevosos son espíritus mansos, y las señoras no tienen razón para asustarse. Eso sí: veneran un estilo de música que no practica la autocompasión, sino el éxtasis trascendente, la energía como summum de la materia. Ser jevi no se elige del todo, depende de que uno crezca flacucho y feote en ellos, rellenita y feota en ellas. Pero gracias a su afición lo llevan bien, no se meten con nadie ni hacen proselitismo. Otto, el conductor del autobús escolar de Los Simpson, está muy bien captado en los pocos episodios que se le dedican. En fin, que hagan lo que quieran en esas tierras de Albión, pero por estas sudeuropas nos quedamos con su alternativa al gregoriano, los motetes, las misas, los magnificat y los ofertorios. Dios suena más luciferino, sin importunar a nadie. 

Música sacra, I


EDUARDO VERDÚ, El 'heavy' 'is back'

Los heavies dirán que nunca murió pero, en realidad, se murió el heavy. Al menos se apagó como cultura urbana destacable. En España vivió su apogeo en los años ochenta, pero a principios de la década siguiente los chicos malos empezaron a profesar elgrunge y a desaparecer de los bancos de los parques y las farolas fundidas donde habían anidado con sus chupas de cuero, sus pantalones pitillo y su pelo cardado. Durante los últimos veinte años los heavies visibles se han convertido en una tribu minoritaria, en un reducido grupo de personas con gafas y alopecia en sus cabelleras, vestidos con camisetas negras y reivindicando un momento fulminado.

Ser heavy es como ser del Atleti: a pesar de la incomprensión ajena e incluso propia al culto, la fidelidad es eterna. Los heavies de los ochenta tuvieron dos destinos. Algunos permanecieron inalterables, casados con su música y su estética. A pesar de que los conciertos se redujeron y su peso en la sociedad y en el panorama musical decreció, ellos no traicionaron a sus creencias musicales. Siguieron llevando el pelo largo y los colgantes de calavera, tocando guitarras de aire en las fiestas, agitando la testuz al ritmo de los riffs de guitarra, pintándose las uñas de negro y tatuando con un bic la cazadora vaquera. Era conmovedor y, a la vez, algo patético observar a esa tribu en decadencia resistiéndose a morir, haciéndose fuerte en sus atuendos estrechos y sus discos histriónicos. En pie todavía, ya no contra el sistema, ni siquiera contra el mundo, sino contra el paso del tiempo.El punk, nada más nacer, se concibió como un movimiento efímero. Sus protagonistas y sus fieles sabían que no podía durar el grito de protesta, no aguantarían las cuerdas vocales ni la paciencia de los vecinos y la policía. El punk fue una pataleta rebelde que consistía simplemente en ir contra todo. Dejaron su huella y prácticamente se esfumaron. Sin embargo, losheavies poseían unas convicciones más serenas y profundas, su anarquismo no era tan caótico y destructivo. Los heavies se disolvieron en los años noventa, se acalló su música y su presencia, pero las guitarras eléctricas siguieron vibrando en sus corazones.

Otro grupo de heavies, sin embargo, abandonó el uniforme metal, dejó de alzar la mano con el signo de los cuernos cada vez que oía una guitarra distorsionada, se alisó el pelo, se lo cortó y se camufló entre la multitud como si fuera uno más. Sí, se camufló porque la gran virtud de estos fans, incluso de los que aparentemente rompieron filas, es que nunca dejaron de considerarse parte de la estirpe. Pocos heavies de los ochenta dicen hoy: "Yo era heavy", sino que, aun dirigiendo departamentos de venta y familias numerosas, continúan proclamando con orgullo: "Soy heavy".

La devoción y la entrega incondicional hacia este estilo de música son incomparables con ningún otro. El año pasado la revista Metal Hammer publicaba una petición formal para que el Estado británico reconociese al heavy como una religión. A través de Facebook más de 10.000 metaleros apoyaron la iniciativa. Puede sonar a locura pero lo realmente increíble es que la tercera religión con más devotos en el Reino Unido después del cristianismo, el islamismo y el hinduismo, sea la adoración a los Jedi. El culto al linaje inventado en La guerra de las galaxias tuvo que ser admitido como religión al ser demandado por 350.000 "creyentes".

La música de los años ochenta, tras 20 años vilipendiada (el tiempo que ha de penar un estilo hasta ser redimido), está regresando. Pero lo más sorprendente de todo no es contemplar cómo con el come back del heavy reviven los metaleros de hace 20 años, sino cómo se está creando una nueva generación de apasionados del viejo rock duro. En Madrid comienzan a verse grupos de chicos y chicas adolescentes con una indumentaria heavy como la de los años ochenta. Chavales que nacieron en el apogeo de esta clase de música. Hoy esta ciudad especialmente abierta a las tendencias y subculturas juveniles no solo está coloreada de nuevas tribus urbanas como los emo, los floggers, los dark góticos, las lolitas, los otakus o los neohippies, sino que regresa un grupo tal cual se creó hace dos décadas. No es una nueva versión de los heavies, es la vieja "secta" musical reencarnada hoy en jóvenes que vuelven a desafinar al unísono y con los ojos cerrados mientras sienten que nunca nada les cambiará.

lunes, 21 de junio de 2010

Buscar las diferencias...


¿Qué hemos cambiado en la letra de Gardel traspasada al s. XXI?
"Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé,
en el quinientos seis y en el dos mil también;
que siempre ha habido chorros,
maquiávelos y estafáos,
contentos y amargaos, valores y dublé.
Pero que el siglo veintiuno es un despliegue
de maldá insolente ya no hay quien lo niegue,
vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseaos.
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
¡Todo es igual, nada es mejor,
lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao...
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.
¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!
Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon,
don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia contra un bandoneon.
Siglo veintiuno, cambalache, problemático y febril,
el que no llora no mama y el que no roba es un gil.
¡Dale nomás, dale que va,
que allá en el horno te vamo a encontrar!
¡No pienses más, tirate a un lao,
que a nadie importa si naciste honrao!
Si es lo mismo el que labura
noche y día como un buey
que el que vive de las minas,
que el que mata o el que cura
o está fuera de la ley."

jueves, 17 de junio de 2010

Contra Bush protestábamos mejor...

H.P. Lovecraft, L. Sprague de Camp, Valdemar

Los mitos de cada cual son una cosa muy peligrosa a la par que delicada. Son demasiado sentimentales, lo cual puede llevar a frikismos si uno es discreto, o a políticas si uno es alborotador. Esta biografía se cuenta entre las primeras, por antonomasia -en el otro caso habría que autodianogsticarse locura y dirigirse voluntariamente al manicomio, como Flanders-, pero la emoción no queda defraudada como en la mayoría. Es verdad, se descubre que los cuentos de este hombre no sólo no tenían sentido profundo alguno, sino que no le gustaban gran cosa ni siquiera a él. Asimismo, contemplamos una existencia no deliberadamente vuelta hacia sí misma, sino conscientemente degradada y triste. No obstante, contiene momentos de gran lucidez dentro de un cerebro absurdo, y un final bastante digno y conmovedor ya que nunca podría ser grandioso. En conjunto, pues, no resulta una historia de magia negra, pero tampoco una del todo miserable -tampoco pecuniariamente hablando. A la luz de día, Lovecraft fue realmente un maldito, pero a su pesar. Toda biografía empequeñece al biografiado, removiendo la tierra bajo el pedestal del mito; la diferencia estriba que aquí Sprague -un antaño célebre escritor de ciencia/ficción- consigue, sin hacer concesión alguna ni romperse los cuernos, que a Howard su retrato le siente bien.


Sin adornos goticistas, tan feo como era el condenao.

Del adjetivo "político"

Cómo les gusta. Al presunto adversario y sin embargo amigo -colegas "políticos" al fin y al cabo- le falta voluntad "política", coraje "político", inteligencia "política", o le sobra impotencia "política", inoportunidad "política" o desfachatez "política". No es nada personal, se trata de la profesión, pero no solo eso -no equivale a "profesional", de manera que no se puede decir de un panadero que vende candeal que tiene ambición "panadera". Se trata también de que ellos juegan el gran juego, como lo llamaba Kipling, o sea, que es como un tablero de rol en el que representan a un personaje, y ese -pero no ellos- recibe el predicado "político", bajo el cual cabe cualquier epíteto que si te lo dicen en la calle alguien termina con un ojo morado. Supongo entonces que en nuestros quehaceres laborales y mundanos a nosotros nos corresponde el adjetivo de "villanos" o "plebeyos" u "ordinarios" o quién sabe. Hoy tuve la intención "villana" de hacer estas observaciones, por ejemplo. O la intuición "plebeya" de aprovechar la tarde soleada. Pero la diferencia es inmensa: cuando a nuestras idioteces podemos calificarlas de "políticas", primero, siguen una determinada consigna de partido, y, segundo, van a salir hasta la saciedad en los medios. Eso es todo. ¿Juegan ellos realmente el gran juego? La escabrosa realidad reciente muestra más bien que están a verlas venir, animalitos... Sufren, por tanto, de un profundo retardo temporal "político". O de un retraso mental grave, pero, ojo, únicamente "político" y no personal, no os vayáis a creer...

martes, 15 de junio de 2010

Sunglasses

Esos hombres que caminan, que parecen visigodos, mucho músculo poco cerebro, visten gafas de sol incluso en días nublados o interiores. Creen que eso les aporta un aspecto de Darth Vader sin casco, y que nos van a intimidar, uh, qué miedo. Se busca la inexpresividad robótica de Terminator o de su metamórfico contrincante (que las llevaba de espejo) y efectivamente la consiguen, puesto que cuando se ven en la necesidad de quitárselas ya no saben qué mirada ofrecer. ¿O es un gesto de estudiada franqueza, del estilo "podría ser duro pero por tí voy a mostrarme vulnerable -o relajado-"? Ese adminiculo absurdo admite además todo tipo de marcas y subsecuentemente de precios, de modo que puede llegarse a colgar uno de la nariz medio sueldo de diputado. Los políticos, sin embargo, nunca las portan en sus apariciones en los medios, puesto que ya sus asesores -que sí las calzan por su parte, al igual que sus muchos "amiguetes"- les tienen prevenidos del exterior de perdonavidas indolente que proyectan a las masas votantes. Las estrellas de esta u otra constelación del show-business, en cambio, se tapan la cara con ellas bajo la gorra siempre que salen a la calle a pasear al perro de raza o al niño adoptado: a la mascota carísima en resumidas cuentas. Pero lo importante es constatar que se puede uno dotar de un semblante acerado incluso sin esconderlo con esa semi-mortaja. Los que no lo entienden así -o son simplemente fotofóbicos, que ahí no nos metemos-, no conocen a Steve McQueen, entre otros. Y luego lloran como todos...

La década en la que cayó el poder de los economistas, Andy Robinson, enviado por Jato S.

Ser economista –de los que creen en ciencia, mercados y la racionalidad del individuo– no es lo que era a principios de esta década. El ataque colectivo de miedo escénico y pánico contagioso que ocurrió en los mercados financieros y hundió la economía mundial en el 2009 ha enterrado para siempre las hipótesis de mercados eficientes y la idea de que las ciencias económicas pueden desentenderse de la psicología de comportamiento gregaria irracional, y de los ciclos de euforia y angustia. La psicología y la irracionalidad ya son la base de la pujante escuela de economía del comportamiento de Robert Shiller, y la nueva premio Nobel Elinor Ostrom o los autores de Nudge, Richard Thaler y Cass Sunstein (este último miembro de la Administración Obama). Ostrom ni tan siquiera es economista, sino doctora en política. Otro premio Nobel, Douglas North, ya no define su investigación como "ciencias económicas" sino como "investigación social". En general los economistas muestran un deseo de fusionarse con los antes despreciados sociólogos, antropólogos y psicólogos. Ya no valen las fórmulas universales de la globalización del mercado de los noventa. Hasta la biología puede enseñar que la economía es tan imprevisible como un organismo vivo y "si le das con un palo, a veces salta por un lado, a veces por el otro", dice Paul Ormerod, autor de Economía mariposa. O sea, conviene respetar las diferencias culturales y sociales.
Incluso pensadores conservadores en Estados Unidos –aunque pocos en España– empiezan a abandonar la pseudociencia de la era neoliberal. David Brooks, el astuto ideólogo del republicanismo moderno, escribe en su columna de The New York Times: "Es fascinante ver que los economistas se alejan cada vez más de modelos matemáticos hacia campos como la sociología o la antropología". En la próxima década, "las ciencias económicas serán cada vez más como psicología".
Pero sigue habiendo "economistas con puntos de vista excesivamente individualistas y racionalistas", añade Brooks. O –como dice Larry Elliot, autor del libro The gods that failed– "la vieja guardia de economistas –como los viejos comunistas– no tira la toalla sin pelearse".
Y cuando se trata de dar consejos sobre el complejo problema del paro en países como España esta vieja guardia aún parece estar al mando en los gabinetes de asesores de asociaciones empresariales, bancos privados, el Banco de España, la Comisión Europea o instituciones como la OCDE o el Fondo Monetario Internacional (FMI). Estos todavía hablan del mundo del trabajo y del empleo como científicos de laboratorios o jefes de almacén.
Fíjense, por ejemplo, en la siguiente frase sobre el problema del paro en España. Es de un economista del FMI aunque podría ser de cualquier economista vinculado al Banco de España, o a la CEOE, que utilizan la misma terminología: "En España el grueso del ajuste en el mercado de trabajo pasa por volúmenes y no por precios". Por volumen quiere decir empleo, y por precio, la nómina. Conclusión: hace falta más desregulación laboral, menos protección del empleo, menos convenios y menos sindicatos para bajar los precios –o sea, los salarios– de los llamados insiders, los trabajadores más protegidos y mejor remunerados de la fuerza de trabajo. Es la fórmula universal pese a las diferencias sociales y culturales. "Creen que el mercado de trabajo es igual que un mercado de patatas; que si bajas los salarios subirá el empleo; pero la gente se preocupa por la justicia y la seguridad y las patatas no tienen miedo por el futuro", ironiza Paul de De Grauwe, de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica.
A modo de experimento intelectual, pues, planteemos el escenario en el que todos estos economistas de la vieja guardia pierdan, de repente, su propia (elevada) protección de empleo y queden sustituidos por sociólogos, antropólogos, psicólogos e incluso biólogos. En ese mundo, probablemente, al hablar de trabajo se haría más caso a los siguientes temas en el debate sobre el empleo.


-Familia. Los economistas suelen postular que el individuo abstracto es el agente económico universal. Los sociólogos son más conscientes de que las leyes deben adaptarse también a colectivos como la familia. Y quitar protección de empleo a trabajadores permanentes, los llamados insiders, que suelen ser cabezas de familia o sus cónyuges, puede desestabilizar un Estado de bienestar como el español, estructurado en parte en torno a la familia. La protección del empleo para el segmento de los más protegidos o insiders ha permitido una distribución del empleo más igualitaria entre familias que en economías desreguladas como el Reino Unido, donde existe mucho menos protección de empleo. Una de cada seis familias británicas carece de asalariados y son focos de pobreza infantil, según datos de la London School of Economics. Conclusión: si el empleo es escaso en momentos de baja demanda como estos, cuidado con la desregulación. Porque puedes acabar concentrando su distribución entre familias.
-Miedo. Robert Shiller sigue a Keynes en su libro Animal spirits al subrayar la importancia del componente psicológico de las decisiones de inversión de los empresarios. Pero los trabajadores, es decir, consumidores, también tienen necesidades psicológicas. Y un plan simplista de reducción de protección de empleo como muchos economistas proponen podría incidir muy negativamente en la confianza precisamente del único grupo que sostiene la demanda en esta economía, dice De Grauwe. En Alemania, la elevada protección de empleo facilitada por sistemas de reducción de la jornada laboral como el kurzarbeit ha evitado un ataque colectivo de miedo y el colapso del consumo.
-Desigualdad. Dos antropólogos especializados en sanidad, Richard Wilkinson y Kate Pickett, resaltan, en su libro The spirit level, la superioridad según todos los indicadores de bienestar social de países con más igualdad de renta, particularmente los países nórdicos. Los niveles de felicidad son mayores en países más iguales. Pero el desmantelamiento de los convenios colectivos y el debilitamiento de los sindicatos crearía mayor desigualdad, según esta teoría. Sostenibilidad ambiental. La sociología empieza a plantar cara a las ciencias económicas en el debate sobre el crecimiento y la sostenibilidad medioambiental ante el cambio climático. Propuestas como la reducción de la semana laboral permitirían menos crecimiento económico y menos emisiones de carbono. "Una semana laboral más corta facilita importantes reducciones de emisiones de carbono, mejor motivación en el lugar de trabajo, menos absentismo y trabajadores más felices", señala Andrew Simms, de la New Economics Foundation.
-Movilidad y vivienda. Una crisis de la vivienda es el peor escenario para desregular el mercado de trabajo, como ha explicado Joe Stiglitz. Sin protección del empleo, la movilidad geográfica es esencial, ya que es la única forma de encontrar trabajo. Pero en las economías posburbuja, "en un momento de crecientes embargos y un mercado inmobiliario paralizado, la gente simplemente no puede desplazarse de un estado a otro para buscar empleo", dijo Stiglitz en referencia a EE.UU. Lo mismo pasa en España. Países como Alemania, Francia y los países nórdicos compaginan un empleo bastante protegido con una amplia oferta de viviendas en alquiler, una forma más humana para promover la movilidad de mano de obra.

lunes, 14 de junio de 2010

Revisitando este gran clásico...

Pedagogos y pedagogía

En la Grecia antigua el pedagogo era el esclavo que llevaba al niño hasta la puerta del colegio (o sea, del profesor particular la mayoría de las veces), y que le zurraba la badana cuando se portaba mal. De ahí lo de "conducir al niño", etimológicamente. Lo que luego ocurría dentro entre el maestro, el alumno, y las materias que se traían entre manos no era asunto suyo. Y todavía sigue sin serlo, pensamos. No es necesario reducir de nuevo a funciones de vigilante privado al pedagogo para constatar que entre Jorge Manrique y el chaval no hay otro -que no "mejor"- mediador que el profesor de literatura, y, sin embargo, el pedagogo pretende desde hace tiempo ser el arquitecto de ese puente bajo la superstición de que conoce a fondo una de las dos orillas. La otra, la del propio y viejo Jorge Manrique, nunca la ha pisado. Se diría que, con la nuevas orientaciones legislativas de los últimos años, el pedagogo quiere colonizar también ese territorio, y darselo embalsamado a la empresa como ejemplo de inútil cultura que el niño debe desembarazar de su mochila. Así, se convierte en el esclavo del empresario, conduciendo al crío de la nada domesticada al trabajo asalariado, y, mientras, Jorge Manrique ha sido echado a uno de esos rios que va a parar al mar, que es el morir. Cuando algunos se refieren a los intereses de la razón, y no a los del mercado, quiero entender que se refieren a la dimensión universal de Jorge Manrique, por ejemplo, si es que la hay (que bien pudiera ser puro chauvinismo español), y no únicamente a la crítica de la economía política. Porque, en un entorno educativo y social bien ordenado conforme a la "razón"... ¿Habría también que seguir enseñando a Jorge Manrique? En mi opinión, sólo el profesor o el debate entre profesores de la llamada "especialidad" pueden decidir eso. Lo que se juega es la liquidación no sólo del saber, sino asimismo de lo sabido. El alumno debe aprender a desenvolverse en otras batallas antes de hacerlo en la de su oficio, o no tendrá nunca margen de maniobra ni siquiera en este. Sea Jorge Manrique o sea el binómio de Newton, que algunos chicos rabien, se disgusten o protesten, pero que se enfrenten a ellos cuando todavía pueden. Luego ya les zurrarán la badana a fondo y en serio, tocándoles el bolsillo, y habrán cruzado su último puente. En conclusión, es el profesor el que "enseña a aprender" y el que "aprende a enseñar", y su metodología se llama Jorge Manrique o binomio de Newton, no CAP, ni didáctica especial ni Máster del universo. El pedagogo que les lleve hasta clase y el empresaurio que espere en la puerta. Que lo suyo si acaso se lo enseñen desde cero, y por la cuenta que les trae, no vamos a dárselos envuelto para regalo, faltaría más.

viernes, 11 de junio de 2010

Rock´n´gol

La única emisora nacional que pincha buena música en nuestro país no se oía en la capital hasta hace unos días. Ahora se recibe nitidamente, pero, a cambio, al locutor -que se hace llamar Oldie- le han puesto a intecalar publicidad en mitad de su discurso. Ayer profirió algo semejante a lo siguiente: "una banda sevillana enorme, todo un lujo, como un lujo es el interés que da la cuenta naranja de ing" etc., etc. Ignoro porque siento que se muere de verguenza al soltar esos latiguillos, ya que no se le nota en absoluto, como ignoro porque a mí mismo el brote infeccioso de publicidad comercial en medio mismo de un programa de rock me produce sarpullido. Debería comprender que mucha gente vive de esas marcas que se anuncian por doquier, y que seguramente produzcan algún género de riqueza útil para todos o al menos para algunos. Pero soy demasiado estúpido. Quite el programa inmediatamente. Reflejo pureta, como si el mismo rock fuese puro en algo -aunque lo cierto es que no hay publicidad en los conciertos, como tampoco lo hay en los toros, hasta donde yo sé. En fin, supongo que luego lo conectaré otra vez porque no hay otra cosa, porque el Oldie no tiene la culpa de nada, y, total, porque pureta es inofensivo pero fanático es ridículo. Así se hace uno mayor: tolerando lo que antes encontraba intolerable y dejándolo pasar...

Parlamento inglés, sobre Israel, antes de los últimos ataques, sin más comentarios

jueves, 10 de junio de 2010

martes, 8 de junio de 2010

For those about to selectivity

Hasta hoy han salido opciones razonables, por lo que me contaron ayer vía alumna-movil-alumna. Aristóteles y Hume en filosofía, supongo que por aquello de autores nuevos de este año, por un lado, que para eso los imponen autocráticamente, compensado, por el otro, con asegurarse de que se hayan dado en clase pese a las draconianas apreturas de tiempo. Bien, en cualquier caso, esa línea clásica/neoclásica. Además, me dicen también que hubo un ambiente de descontrol en el que resultaba fácil copiar, y ese tipo de cosas no se dejan al albur. Quiero decir, que el ministerio no quiere malas notas en los informativos en los tiempos que corren. Total, ya les vendrán mal dadas después, que por ahora las Bolonias las pagan los padres. Esta generación tiene un porvenir inmediato más bien negro, de modo que habrá que espabilarse en lo que de ellos dependa. Menudo malestar social nos espera si tienen grandes y bilingües títulos pero seguimos ocupando puestos de trabajo los hijos del extinto y monóglota bienestar. Estos chicos que dentro de cuarenta años serán los primeros abuelos -porque la jodienda no tiene enmienda- de la historia con profusión de tatuajes y piercings... ¿necesitan realmente de nuestra actual y futuras huelgas? Lo pregunto porque no lo sé, no es retórico ni malintencionado, por Dios; a ver quién nos contesta.

lunes, 7 de junio de 2010

Debate sobre el ateismo, por Israel S.

El lunes 24 de Noviembre me encontré en El País con un artículo inesperado. El título era “Los ateos se hacen fuertes”, y la aparente excusa (junto con otra conmemorativa de fondo que he descubierto redactando este texto) una campaña propagandística británica, de iniciativa privada, que exhibirá en los autobuses la frase “Probablemente dios no existe, así que deja de preocuparte y disfruta de tu vida”. El objetivo del artículo era tomar la temperatura al estado del ateísmo en nuestro país y sus proximidades.
Para mi sorpresa, parece que hay algo más que ateos sueltos. Hay un mínimamente manifestado ateísmo cultural que parece poder llegar a adquirir cierta conciencia de colectivo social alrededor de este tipo de campañas y de algún texto de reciente publicación. Pensaba yo que duraría eternamente la trampa demagógica que somete al ateísmo al silencio basándose en que, si carece de dios, carecerá también de discurso, porque el discurso de una ideología espiritual es la palabra de su dios. Al ateísmo se le concede un ya condescendiente derecho a existir callado, como si, una vez proclamada la inexistencia de Dios, no le quedara nada que decir.
Pero no es la indiferencia la que ha puesto a Dios y sus iglesias contra las cuerdas. Es posible, como dice el artículo citando a un tal Wagensberg, físico, que el hombre esté “programado para creer”. Pero no por razones físicas, químicas o neuronales, como dice la eminencia, sino más bien cognitivas o sociocognitivas. Nuestras dendritas no forman la palabra Dios más fácilmente que la palabra ateísmo, pero nuestra necesidad de conocer el entorno para dominarlo exige atribuir explicaciones a lo desconocido. Y explicaremos lo desconocido mediante esquemas conocidos previamente. Allí donde algo parezca superior a las posibilidades del hombre pensará éste, en un primer momento, que lo hizo otro ser más grande y poderoso que él pero, al fin y al cabo, de similares características.
Desde que los griegos concretaron una de las vías del conocimiento, la inducción, es decir, el paso de la experiencia a lo racional, la carrera meteórica de dios se vio truncada. “Yo sólo podré creer en algo de lo que puedo afirmar incontrovertiblemente un caso particular. Para creer en Dios necesito, al menos, verlo una vez. Y de ver cómo actúa y cuáles son las consecuencias de sus actos es posible que concluya que otras consecuencias también han sido causadas por él y que, por tanto, no es sólo creador de esas cosas, sino de todo”. Pero a esa cita Dios no acudió. Y tan claro se vio que no acudiría, y que la mitad del terreno estaba perdido, que la iglesia más afectada por el milagro de la consciencia griega, la occidental en todas sus formas, se dedicó en cuerpo y alma a edificar la mayor muralla ideológica erigida jamás: aquella que protegía la solidez de la otra vía del conocimiento, la deductiva, que partía de la razón y acababa en la experiencia. “No necesito encontrar a Dios ante mis ojos porque, pensando pensando, me doy cuenta de que las cosas que sí percibo son tan complejas que sólo pueden haber sido creadas por él”. A ese empeño (y a otros que los autores no pudieran confesar) debemos el portento filosófico incomparable que constituye el pensamiento medieval.
El mundo vivía un empate. Nadie podía ponerle nombre y apellido a Dios, y él no pensaba confirmarlo. Pero mientras el cosmos no tuviera otro padre, otra explicación, se podía ahondar en el vacío espiritual para obtener poder político a través de la institución llamada Iglesia. Miramos las épocas de sólida religiosidad como momentos en que Dios era una presencia objetiva en la sociedad. Pero no fue así porque el hombre, griego o no, distinguió siempre aquellas fuerzas de las que tenía conciencia incontrovertible, como el poder político o el peligro natural, de aquellas para las que requería un acto de fe. Nadie debió nunca convencer a un siervo medieval de que la traición a su rey implicaba la muerte, porque sus ojos se lo mostraban sin ningún género de dudas. Sin embargo hubo que construir catedrales de sobrecogedores efectos perceptivos para que la propaganda divina calara en cada una de las conciencias.
Y entonces llegó la revolución científica. Y donde una vez hubo misterios y campos abonados para que Dios germinara, empezaron a surgir explicaciones más plausibles. El hoy día maltratado Darwin dio el golpe de gracia, porque si Dios había hecho algo no ya inalcanzable para el hombre, sino incluso para la fuerza sobrehumana de la naturaleza, había sido crear al hombre mismo, tan sofisticado y perfecto que un cosmos entero a su lado resultaba un alarde grosero de fuerza bruta. El 24 de Noviembre de 1859 se publicó “El origen de las especies”. Ese día dios dejó de ser el rey que gobernaba la conciencia social desde su palacio deductivo y se convirtió en un guerrillero que buscaba la supervivencia en espacios de difícil acceso para el ejército oficial de la ciencia.
Ésa, en resumidas cuentas, es la historia del reino de Dios y su interminable agonía de muerte. Y sus transformaciones han sido fruto de cambios ideológicos cuyas consecuencias han recortado el espacio divino hasta reducirlo a la insignificancia. Porque se formó a los hombres en el pensamiento científico se fue relegando la superstición divina. Y porque se deja hoy día a ésta igualarse, e incluso erigirse en superior, a la ciencia, vivimos este bloqueo cultural que es la omnipresencia de un Dios en estado vegetativo cuya muerte intelectual no se atreve nadie a proclamar.
En aras de la libertad de religión habrá quien defienda que Dios también tiene derecho a la vida. Pero Dios nunca ha sido sólo Dios. Su papel en la legitimación de las jerarquías y discriminaciones sociales es su gran pecado, y hoy día seguimos padeciendo machismo eclesiástico, monarquismo eclesiástico, autoritarismo eclesiástico, y mil formas más de diferencias entre los derechos de unos y otros que, de modo más o menos disimulado las iglesias defienden y la figura de Dios sirve para ejemplificar. Dios es, además, el padre de los hombres, y su actitud sigue siendo paternalista, dirigista y moralista. Como un mal padre, no nos deja llegar a ser hombres, porque jamás aceptará tratarnos como iguales. Nuestra madurez como sociedad depende, por tanto, de la conciencia clara de que estamos solos frente al mundo, y lo que nos suceda en él será consecuencia de nuestros actos. Suya es, además, la represión afectiva y sexual que posibilita la estructura familiar tradicional a gran escala, y que mantiene nuestros sentimientos y deseos a un nivel tal de inmadurez e ignorancia que apenas, a lo largo de nuestra vida, podemos establecer un verdadero contacto con el otro.
Por eso creo que el ateísmo debe desarrollarse como corriente ideológica y social, tener sus textos, sus ideólogos y sus medios de difusión y debate. Pienso que deben estudiarse sus principios y las consecuencias de estos principios de modo que podamos entender qué implica una sociedad atea en toda su extensión. Creo que debe tener presencia en el sistema educativo como enseñanza específica al igual que lo tienen las religiones, toda vez que compone la segunda “sensibilidad religiosa” más numerosa después del catolicismo. Y creo, en definitiva, que su salida a la luz como pensamiento público sacará del limbo del agnosticismo y el catolicismo no practicante a la gran mayoría de la población, constituyendo así la justa eutanasia para esta idea de Dios eterno que, como todo lo vivo, muere algún día.

domingo, 6 de junio de 2010

Leaving "Leaving Las Vegas"

El primer visionado es impactante, pero no resiste bien el segundo. Se convierte en una película incongruente: quiere ser sórdida y triste con un fotografía vistosa y brillante. Dos guaperas haciendo de acabados y almas en pena, sencillamente no puede ser. El más grande amor en las más pequeñas circunstancias, repito que no puede ser. Reconozco que el tema es audaz y todo eso, pero no es suficiente con plantearlo, hay que desarrollarlo bien. En fin, buen intento, mas fracasado.

viernes, 4 de junio de 2010

Interés del manga, pregunta formulada hace ya un tiempo a Antonio P., y su erudita respuesta...

Bueno, mi interés por el manga comenzó el pasado verano tras leer el libro del Hagakure (las vías del samurai), y conocer a uno de los colegas con los que estoy en clase este año. Desde siempre me ha fascinado la época Edo del feudalismo japonés, y Luís (el compañero al que he hecho referencia antes) me enseñó varios mangas acerca de este tema. Posteriormente, al iniciarse las clases, conocimos a otro chico que también estaba bastante inmerso en el comic japonés, e iniciamos un enriquecimiento entre los tres. Yo les di a conocer el màs puro comic americano y diferentes personajes y autores, y, por su parte, ellos me mostraron el anime y el manga: Bleach, La Espada del Inmortal, Death Note, Shidooh, Soul Eater...
Personalmente, los encuentro interesantes porque se mezclan varios aspectos que no pueden encontrarse en la cultura occidental. Se junta la filosofía oriental plasmada en el modo de vida, el caracter de los personajes, los sucesos que les acaecen, etc. con la edición en Japón de la mayoría de todos los manga. Con esto quiero decir que si este tipo de comic hubiese nacido en China la cosa sería muy distinta, pero al haberse generado en Japón (que es bastante cercano a EEUU) se pretende hacer a veces una simbiosis entre la tradición màs nipona y la modernización del mundo occidental. Es por ello cierto que existen grandes obras en el manga, e inmensas patrañas sin contenido alguno. De todas formas, el comic americano siempre ha seguido un patrón duplicativo más o menos anàlogo: hay un sujeto al cual se le otorgan superpoderes y que debe salvar al mundo.
Sin embargo, el comic japonés, aunque cada vez se inunda más por ese cánon, està dotado de personajes normales con algún trauma de pequeños, pero dotados de un gran sentido del honor y que de repente descubren que poseen un poder, el cual lo han tenido siempre pero no le habían otorgado importancia o no se habían dado cuanta de poseerlo. A propósito de ésto, puede sumàrsele que, al igual que las pelis de terror niponas, se les conceda gran importancia a los muertos y los diversos caminos que pueden tomar en el momento de dicha muerte, así como el contacto que éstos poseen con los vivos.
Para terminar súmale como curiosidad o inconveniente que las páginas de los manga, al ser japoneses sus creadores y editores, se leen de arriba a abajo, pero de derecha a izquierda. Y los comic en sí, los tomos, se empiezan por el final, es decir por la contraportada. A mí me costó un poco al principio adaptarme.
Finalizo pues mi divulgación comentando que los animés (las series de televisión) son para los manga (los comic) la antítesis de los que las películas nuestras a los libros de donde han sido adaptadas. Me explico. Por poner un ejemplo, la película de El señor de los anillos de salta un gran número de datos y acontecimientos que se narran en el libro, pero ésto ocurre con todos los filmes occidentales extraídos de libros. Sin embargo, con los anime y los manga ocurre al revés: los animes son altamente fidedignos al manga hasta tal punto que a veces resultan extremadamente lentos y descriptivos.

jueves, 3 de junio de 2010

El que tuvo retuvo, enviado por Simón R.

Mediodía

A las nueve y media de la mañana los aledaños de la calle Mayor y la calle misma, libre de coches, parecían Tombstone, ciudad fronteriza. En vez de remolinos de polvo pululaba algún que otro borracho extraviado. Nunca me entero de qué fiesta es la que toca hasta que ha llegado, digáseme si eso no es la laicización completa de la vida de uno. La señora del balcón de enfrente expurga las flores de sus macetas. Hace bien: lo tiene bonito, quién cuida de una cosa podría cuidar de otras, es alguién de fiar en último término. Habla la gente del calurón que se nos viene encima también hoy, creo que no es por entablar conversación, sino que aún no han terminado de aceptarlo. Nunca luce a gusto de todos. Los sin-techo de la plaza San Miguel, sin embargo, están tan ufanos haciendo top-less: es su verano del amor. Eso les envalentona, y como el calor, según dicen, produce agresividad, terminarán por llevarse dos hostias de algún turista fornido celoso del honor de su hembra -el desafío bravucón les une, pero el plante en respuesta les separa. Pero todos sabemos que a la postre no les convienen esos líos, o los dueños de las terrazas perderán la paciencia y la policia dejará de hacer la vista gorda para investirse de su papel mitológico de ángeles de espadas flamígeras a fin de expulsar a estos hijos ingratos de su Edén particular a ganarse el botellón con el sudor de su frente. No: hay un precio para la paz civil, morlocks y elois están destinados a convivir. Lo que Wells nunca imaginó es que los elois rompiesen el equilibrio por despiste o dejación permitiendo la proliferación de morlocks, cuya naturaleza es despojar ocasionalmente a los primeros, y no otra cosa es lo que lo que se está cociendo en el fuego frío de la crisis esta de los cojones.

miércoles, 2 de junio de 2010

Todo es nada

A propósito del llamado "pirateo" Miguel G. comentaba la aceleración impresa a las costumbres por la tecnología. Yo no veo tantas posibilidades abiertas, veo por ahora a las pasadas cerrándose. Si puedo oir cualquier canción en spotify, si puedo leer cualquier libro en e-book o si puedo viajar a cualquier región del mundo con sus resorts y momumentos de obligada visita, entonces ya no quiero oir, ni leer ni mover el culo nada y para nada. Es una experiencia diaria, que debería producirnos desazón. Suena por casualidad cierto temita por la radio del coche y lo flipas; lo buscas luego en interné para repetir el inesperado gustillo y te aburres. Ya no puedo sentirme identificado con cosa alguna cuando puedo tener -potencialmente- todas. En nuestra sociedades, uno ya es sólo sus gustos, y vivir es tunearse la vida. Lo cual es imposible cuando la ornamentación de la misma tiene tantos logos que no hay diferencias entre unos mosaicos de logos u otros: ninguno esboza una figura distintiva. ¿Cómo sentirme este en vez de aquel, si ya nadie está en el secreto de nada, y todos "comparten los mismos archivos"? No sólo el romanticismo cae con el vértigo de este infinito, sino también las ganas de ponerse al día a fin de hacernos nuestro repertorio. La cultura del libre acceso es la cultura de la banalidad y el ennui, y el futuro de la estética servida por la tecnología pasa por alguna forma de reedición de las restricciones pretéritas -"no apto para todos los públicos", "el turrón más caro del mundo", etc. Y, si no, al tiempo...