miércoles, 30 de diciembre de 2009
Please, take no photos
Constituye hasta cierto punto una injusticia que se identifique mayormente la obra de Ramón Gómez de la Serna con las greguerías, pero él se lo buscó en gran parte. Si no recordamos mal, se dividen en frívolas, patéticas, malas e infantiles. Pero hay algunas que brillan con luz propia. En 1936 ingenió algo como esto -no lo tengo a mano-: "Lo malo no es que se acabe el mundo; ¡lo terrible es que se habrán terminado las descripciones!". De modo parecido parecen pensar los aficionados a la fotografía, o, para nosotros, foteros. Agujerean el mundo con su cámara, como acosados por un temor insuperable al alzheimer. Viven en el frenesí de criogenizar el instante, como Goethe, pensando quizás que en su mueca hay algo que merece ser clonado. Son los paparazzis del tiempo, sea tiempo posado o sea tiempo robado. Al fotero no le importa: él reproduciría la idea platónica aunque ésta fuera directa e inmutable, y por tanto no nos pudiera faltar. Había un chiste en El Jueves que se reducía a una sola viñeta: un señor con un aparato de video se encuentra de frente con otro que, como él, lo lleva también calzado en el ojo en un escenario veraniego de playa. El primero dice "macho, no te había reconocido con tu cámara nueva". Nunca se habían visto las caras, ni falta que les hacía. Están locos estos foteros, y, sí, nos roban más alma de la que nos devuelven...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario