Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

martes, 29 de noviembre de 2011

No somos nosotros, es el banco, John Steinbeck

"Y entonces el inquilino se irguió airado. El abuelo tomó la tierra y tuvo que matar a los indios y expulsarlos de allí. Y el padre nació allí y hubo que quitar malezas y matar culebras. Luego vino un año malo y tuvo que solicitar un pequeño préstamo.

- Y nosotros nacimos aquí. Esos que están a la puerta -¡nuestros hijos! nacieron aquí. Y el padre tuvo que pedir un préstamo. Entonces el Banco poseyó la tierra, pero nosotros seguimos aquí, y logramos una pequeña parte de lo que habíamos cultivado.

-Sabemos eso…, todo eso. No somos nosotros, es el Banco. Un Banco no es como un hombre. Ni un propietario de cincuenta mil acres tampoco es como un hombre. Es el monstruo.

- Cierto -gritaba el inquilino-, pero es nuestra tierra. Nosotros la medimos y la surcamos con nuestros arados. Hemos nacido en ella, nos han matado en ella, hemos muerto en ella. Aunque no sea nuestra, sigue siendo buena. Esos es lo que la hace nuestra…, el haber nacido en ella, trabajado en ella, muerto en ella. Eso es lo que hace la posesión, no un papel con números.

- Lo lamentamos, no es culpa nuestra. Es el monstruo. El Banco no es como un hombre.

- Sí, pero el Banco consta sólo de hombres.

- No; se equivoca en ello… Está en un error. El Banco es algo más que un grupo de hombres. Sucede que todos los hombres de un Banco odian lo que hace el Banco, y sin embargo, el Banco lo hace. Le digo a usted que el Banco es mucho más que un grupo de hombres. Es el monstruo. Los hombres lo hicieron, pero no pueden someterlo.

Los inquilinos gritaron. El abuelo mató a los indios, el padre mató las culebras, en bien de la tierra. “Quizá nosotros podamos matar a los Bancos… Son peores que los indios y las culebras. Quizá tengamos que luchar para conservar nuestra tierra, como lo hicieron el padre y el abuelo.” 

Entonces los hombres del propietario se encolerizaron.

- Tendrán que irse.

- Pero es nuestra – gritaron los inquilinos-. Nosotros….

- No, el Banco, el monstruo la posee. Tendrán que irse."


Las uvas de la ira, editorial Planeta, 1966, página 44.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Dedicatoria con buen pulso

http://www.culturamas.es/blog/2011/12/05/la-mentira-como-heurisitca/

domingo, 27 de noviembre de 2011

sábado, 26 de noviembre de 2011

La fiesta de las Olimpiadas

No se diga que no existe relación alguna entre pensamiento y deportes fuera de la que establece la célebre máxima del satírico romano Juvenal –ya se sabe: mens sana in corpore sano (curiosamente, este señor fue el mismo que escribió aquello otro de “Panem et circensis”... ¿a qué carta quedarse?) Las Olimpiadas, desde luego, han sido desde siempre un “circo”, pero un circo muy especial que ofrece también a su auditorio el espectáculo sub especie intelectualis de la contemplación de los límites de la medida humana ¿Hasta dónde ha llegado el hombre, cuál es su medida?: esta es una pregunta que no se responde sólo señalando un torpe antropoide con escafandra dando saltos erráticos por la superficie de la luna como un gran globo blanco al que se le ha soltado el pitorro al final de la fiesta, o mostrando con orgullo los ochentaitantos volúmenes de la edición crítica de las Obras Completas de Kant o los, asímismo, ochentaitantos kilómetros en anillo de un Acelerador de Partículas; hay que sacar también escena a Maria Callas cantando un aria, o a Marian Jones corriendo como un rayo tras años de esfuerzo y entrenamiento. Tan sólo teniendo en a la vista el conjunto entero de ese esfuerzo y de esos logros -y dejando momentaneamente a un lado tantas atrocidades e ignorancias seculares-, podemos hablar cabalmente del progreso de la especie humana. De hecho, Ortega y Gasset habló del “sentido deportivo de la vida” pensando en algo análogo a esto: la vida no tiene un sentido transcendente, no hay un motivo especial por el cual hayamos nacido y estemos aquí tratado de aprovechar el poco tiempo que tenemos, sino que ese sentido de nuestra existencia le es otorgado a la vida de modo inmanente por el hombre gracias a su esfuerzo lúdico y como deportivo. Así, el deporte imita a la vida pero también la vida imita al deporte, por cuanto que es el deporte, más que la virtud moral, quien ofrece a la devoración de los ojos de la ingente mayoría una imagen posible de la perfección humana tanto psíquica como corporal. De hecho, la perfección en este mundo fue el tema del gran Aristóteles, a quién Alejandro el Magno encargó la cofección de la lista de los campeones olímpicos mientras él la exhibía en su vertiente guerrera por toda Asía.

En un lugar de algún libro, de cuyo nombre no puedo acordarme, leí una vez que hubo un año en la larga dominación del Imperio Romano durante el cual los usualmente duros y disciplinados ciudadanos de la capital celebraron ¡364 días de fiestas!, tan bien repartidos entre jolgorios cívicos, triunfos militares y celebraciones religiosas que incluso uno se atrevería a apostar que el único día de trabajo que se vivió aquel año fue convocado ex profeso para darle todavía un poco más de variedad a la existencia. Estaréis de acuerdo conmigo en que ése fue un año realmente digno de dioses, y así seguramente lo entendieron los romanos, para quienes la divinidad, importada de Grecia, se caracterizaba precisamente por residir en un eterno otium: ser dios es vivir por siempre en un tiempo vacío, derrochando nuestras energías en una perpetua competición sin más provecho tangible que el mérito propio, reproduciendo una y otra vez el juego de las fuerzas que no acumulan rendimientos, sino que sólo disputan honores. De modo parecido, el libro del Génesis (y la idea se repite al comienzo del Evangelio según San Mateo) ocupa en la Biblia una posición singular, puesto que, si no recuerdo mal, es el único fragmentos del texto sagrado del grave y severo pueblo hebreo en el que se llama a la despreocupación por el futuro, pues “cada día trae su afán”, y en el que se encarece a pasar el tiempo engolfado en la gratitud por haber nacido, pues en lo que se refiere a subsistir un día más ya “Dios proveerá”.

Recordando todo esto es donde más vendría al caso la frase aquella tan citada de la zarzuela: “las ciencias es que adelantan que es una barbaridad”. Porque, en efecto, han adelantado tanto, que pasa a segundo plano el hecho de que tengamos aviones, transplantes, genética, etc., frente a la terrible verdad remachada en nuestras conciencias por la ciencia del s. XIX que reza -¡que miente¡- que el hombre es trabajo y la sociedad humana un cooperativa de producción a corto y largo plazo. ¡Homo Faber! -gritó el hombre de los tiempos modernos, el cual se precia de haber engendrado a la máquina-; ¡Homo Ludens! -susurran aquellos que han visto a las máquinas engendrar al hombre de los tiempos modernos.

Entre los filósofos, muchos son en los que, desde Mayo del 68 y aún antes, se han opuesto a esta ciencia del hombre que reduce la historia, la economía y las relaciones sociales a un mecanismo “sin sujeto ni fines” -como decía Althusser-, pero no voy a meterme ahora en esos berenjenales. En esta ocasión quería hablar simplemente del sentido humano de la fiesta, del hecho inmemorial de que existan fiestas que no sean elementales satisfacciones del derecho al descanso y la pasividad, meras contraprestaciones de la exigencia de una productividad desatada, sino verdaderas reivindicaciones de un espacio social y temporal consagrado a las actividades que se agotan en su pura realización y en la contemplación y admiración de las mismas: valga el caso citado de los Juegos Olímpicos. Claro está que a nadie se le oculta que, más de cien años después de la restauración de las olimpiadas modernas en Atenas, la fiesta atlética del panhelenismo arcaico -probablemente el único acontecimiento donde los pueblos griegos se reconocían como una unidad, y finalizado el cual se da por terminada históricamente la antigüedad-, se ha convertido en un descomunal negocio. Pero eso no debe alterar nuestro juicio: bien lo hubieran explotado también más los comerciantes griegos de haber podido, sin por ello perder un sentido cuasi-religioso de la superación humana implícita en el agonismo olímpico. ¿Qué significa, al fin y al cabo, el término “teoría”? Cicerón respondió que su origen estaba en algo semejante al papel del espectador de los Juegos Olímpicos: observar como los demás actúan e indagar por qué lo hacen mejor o peor. Pensar la fiesta, valorar las olimpiadas: lo importante es participar…

Dando en el clavo

(...) Veamos los datos. El PP consiguió sólo el 30% del voto del censo electoral, es decir, de todos los españoles adultos que podían votar. Ello quiere decir que el 70% no le votó. No es cierto, por lo tanto, que el pueblo español que incluye, además de los votantes del PP, a los abstencionistas y a los votantes de otras opciones políticas, haya dado su apoyo al PP y a sus políticas de austeridad. La gran mayoría del pueblo español no votó al PP, ni apoya sus políticas.
Es más, los datos tampoco confirman que haya habido un movimiento del pueblo español hacia la derecha. El voto del PP fue del 30,27% de todas las personas que podían votar, que fue sólo un 0,96% (repito, sólo un 0,96%) más del que consiguió en 2008 en las anteriores elecciones legislativas (un 29,31%). Es difícil sostener que ha habido un tsunami a favor del PP, la expresión utilizada en la mayoría de los medios. Continúa siendo un partido que, bajo un sistema proporcional que diera el mismo peso a todos los votos, sería minoritario. Su aumento acentuado de número de parlamentarios se debe primordialmente al colapso del PSOE, que pasó de representar el 32,19% del censo electoral al 19,49%, precisamente por haber hecho los recortes que ahora el PP quiere expandir. No es coherente argumentar que hay un mandato popular para realizar las políticas de austeridad del PP cuando el PSOE fue expulsado del Gobierno precisamente por llevar a cabo tales políticas.
Una situación incluso más acentuada ocurre en Catalunya con CiU. Este partido consiguió sólo el voto del 18,8% de todos los catalanes que podían votar, lo cual quiere decir que el 81,2% no le votó. Deducir de ello
como ha concluido el presidente de tal partido y de la Generalitat que el resultado de las elecciones es una muestra de apoyo del pueblo catalán a sus recortes es una lectura excesivamente sesgada que carece de credibilidad. Aquí, de nuevo, el hecho de que se presentara a toda Catalunya bajo los colores de CiU se debe predominantemente al descenso tan notable del PSC, que pasó de cosechar el apoyo de un 31,74% del censo electoral (de todos los catalanes que podían votar) a un 17,1%, resultado en gran parte de la identificación del PSC con los recortes del Gobierno Zapatero.
No hay, pues, un mandato popular para que el PP o CiU realicen las políticas de recortes, si por mandato se entiende el deseo de la mayoría de la ciudadanía. En realidad, las encuestas que tenemos disponibles muestran que la mayoría de la población no está de acuerdo con tales políticas, favoreciendo otras alternativas, muchas de las cuales ni siquiera están siendo consideradas (encuesta del CIS de 2010 y 2011).
Vemos, pues, que el partido que gobernará es un partido minoritario entre la población española, aunque tenga gran mayoría en escaños. De ahí que cuando el Movimiento 15-M denuncie a las Cortes españolas por realizar las políticas impopulares de recortes, por no representar a la mayoría de la población, llevará toda la razón, pues representarán sólo a una minoría. El PP tendrá un control casi absoluto sobre los aparatos del Estado sin que le haya votado la mayoría de los españoles, por mucho que los medios pinten en azul el mapa de España. No hay duda de que, de llevarse a cabo tales políticas de recortes, además de generar gran conflicto social, desacreditarán todavía más a la clase política y a la democracia española. Las nuevas generaciones, educadas ya en valores democráticos, son más exigentes que las que les precedieron y no aceptarán la democracia limitada que tenemos, resultado de una Transición inmodélica que determinó una democracia incompleta, responsable de un bienestar insuficiente.


Vicenç Navarro

jueves, 24 de noviembre de 2011

martes, 22 de noviembre de 2011

domingo, 20 de noviembre de 2011

Resultado de la jornada, según Ginés N.

Ya es lunes. Durante cuatro años.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Cazador blanco, corazón negro

http://recursostic.educacion.es/secundaria/edad/4esoetica/quincena10/index_quincena10.htm

Reflexión para los individualistas incorregibles

viernes, 18 de noviembre de 2011

jueves, 17 de noviembre de 2011

Homenaje al viejo "Don Miki" y escarnio del mundo


Última hora: Goofy dimite y el tío Gilito coloca a Pete Patapalo en un gobierno de urgencia que aplicará los ajustes. Donald está en paro y no podrá pagar la universidad de Jorgito, Juanito y Jaimito; ni, por su parte, Mickey casarse con Pluto. A todo esto, los golfos apandadores continúan dirigiendo los bancos...

Eugenio Tarconi informa.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Qué es la "igualdad"?

Hablamos, con una humillación a la que no es­tamos acostumbrados, de nuestro dudoso papel en la se­cesión de América. No sé si mis palabras contribuirán a aumentar o disminuir la humillación; pero sospecho fir­memente que tuvimos muy poco que ver con ella. Creo que contamos muy poco en aquel asunto. En realidad, ni obligamos a partir a los colonos americanos ni ellos se vieron obligados a hacerla. Siguieron a una luz que los guiaba.
Dicha luz procedía de Francia, como los ejércitos de Lafayette que acudieron en ayuda de Washington. Fran­cia estaba ya alumbrando la tremenda revolución espiri­tual que pronto cambiaría el mundo. Su doctrina, turbu­lenta y creativa, fue muy incomprendida en la época, y sigue siéndolo, pese a la espléndida claridad de estilo con que la plasmaron Rousseau en Del contrato social y Jefferson en la Declaración de Independencia. Pronún­ciese la palabra «igualdad» en muchos países modernos, y cientos de imbéciles se alzarán todos a una para explicar que, si se los observa con cuidado, se verá que unos hombres son más altos o mejor parecidos que otros. Como si Danton no se hubiera percatado de que era más alto que Robespierre, o como si Washington no fuera más que consciente de que era mejor parecido que Fran­klin. No es éste el lugar para exposiciones filosóficas; bas­te con señalar de pasada, a modo de parábola, que cuan­do decimos que todos los peniques valen lo mismo, eso no significa que todos tengan exactamente el mismo as­pecto. Lo que queremos decir es que son absolutamente iguales en su carácter absoluto, en su cualidad más im­portante. Podemos explicarlo de un modo práctico di­ciendo que son monedas de un cierto valor y que doce juntas suman un chelín. Podemos expresarlo de modo simbólico, e incluso místico, diciendo que todas llevan la efigie del rey. Y el resumen más práctico, aunque también el más místico, de la igualdad es que todos los hombres llevan consigo la imagen del Rey de Reyes. Por supuesto que no hay duda de que esta idea subyació durante mu­cho tiempo en toda la cristiandad, incluso en institucio­nes formalmente menos populares de lo que pudo ser, por ejemplo, el vulgo de las repúblicas medievales en Italia. El dogma de los deberes iguales implica el de la igualdad de derechos. No conozco a ninguna autoridad cristiana que niegue que tan mal está asesinar a un pobre como a un rico, o tan mal robar en una casa mal amue­blada como en una decorada con gusto. Pero el mundo se había ido apartando más y más de estos truismos, y na­die se había alejado más que el grupo de los grandes aris­tócratas ingleses. La idea de la igualdad de los hombres es, en sustancia, la idea de la importancia del hombre. Pero era precisamente la idea de la importancia del hombre de la calle la que le parecía más sorprendente e indecente a una sociedad que basaba su romanticismo y su religión en la importancia concedida al gentilhombre. Fue como si alguien hubiera entrado desnudo en el Parlamento. Falta espacio para desarrollar del todo esta cuestión moral, pero con esto bastará para demostrar que quienes se preocupan en distinguir las diferencias entre tipos o talentos humanos pierden el tiempo. Si son capaces de entender que dos monedas valen lo mismo, aunque una brille y la otra esté herrumbrosa, tal vez puedan comprender por qué dos hombres tienen el mismo derecho al voto, aunque uno sea muy brillante y el otro un obtuso. Si, pese a todo, siguen satisfechos con su sólida objeción de que algunos hombres son obtusos, no me queda más que convenir con ellos en que los hay obtusos.

(Breve historia de Inglaterra, G.K. Chesterton, El acantilado, págs. 210-212).  

jueves, 10 de noviembre de 2011

¡Tres copas y a volar!

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Santiago/Valenzuela/gana/Premio/Nacional/Comic/Plaza/Eliptica/elpepucul/20111108elpepucul_3/Tes

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Los usurpadores del mundo

Vicenç Navarro
> vnavarro.org
> dom, 23 oct 2011
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> Este artículo critica la falta de cobertura de temas de fraude fiscal por parte de los medios de mayor difusión del país (España), resultado de la enorme influencia que la banca tiene sobre tales medios, siendo la banca y los banqueros algunos de los que contribuyen más a tal fraude.
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El New York Times ha ido publicando una serie de artículos sobre Emilio Botín, presentado por tal rotativo como el banquero más influyente de España, y Presidente del Banco de Santander, que tienen inversiones financieras de gran peso en Brasil, en Gran Bretaña y en Estados Unidos, además de en España. En EEUU el Banco de Santander es propietario de Sovereign Bank.

Lo que le interesa al rotativo estadounidense no es, sin embargo, el comportamiento bancario del Santander, sino el de su Presidente y el de su familia, así como su enorme influencia política y mediática en España. Un indicador de esto último es que ninguno de los cinco rotativos más importantes del país ha citado o hecho comentarios sobre esta serie de artículos en el diario más influyente de EEUU y uno de los más influyentes del mundo. Es de suponer que si se escribieran artículos semejantes, por ejemplo, sobre el Presidente Zapatero, tales reportajes serían noticia. No así en el caso Emilio Botín.
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Una discusión importante de tales artículos es el ocultamiento por parte de Emilio Botín y de su familia de unas cuentas secretas establecidas desde la Guerra Civil en la banca suiza HSBC. Por lo visto, en las cuentas de tal banco había 2.000 millones de euros que nunca se habían declarado a las autoridades tributarias del Estado español. Pero, un empleado de tal banco suizo, despechado por el maltrato recibido por tal banco, decidió publicar los nombres de las personas que depositaban su dinero en dicha banca suiza, sin nunca declararlo en sus propios países. Entre ellos había nada menos que 569 españoles, incluyendo a Emilio Botín y su familia, con grandes nombres de la vida política y empresarial (entre ellos, por cierto, el padre del President de la Generalitat, el Sr. Artur Mas).
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Según el New York Times, esta práctica es muy común entre las grandes familias, las grandes empresas y la gran banca. El fraude fiscal en estos sectores es enorme. Según la propia Agencia Tributaria española, el 74% del fraude fiscal se centra en estos grupos, con un total de 44.000 millones de euros que el Estado español (incluido el central y los autonómicos) no ingresa. Esta cantidad, por cierto, casi alcanza la cifra del déficit de gasto público social de España respecto la media de la UE-15 (66.000 millones de euros), es decir, el gasto que España debería gastarse en su Estado del Bienestar (sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios a personas con dependencia, y otros) por el nivel de desarrollo económico que tiene y que no se gasta porque el Estado no recoge tales fondos. Y una de las causas de que no se recojan es precisamente el fraude fiscal realizado por estos colectivos citados en el New York Times. El resultado de su influencia es que el Estado no se atreve a recogerlos. En realidad, la gran mayoría de investigaciones de fraude fiscal de la Agencia Tributaria se centra en los autónomos y profesionales liberales, cuyo fraude fiscal representa - según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado español- sólo el 8% del fraude fiscal total.
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Es también conocida la intervención de autoridades públicas para proteger al Sr. Emilio Botín de las pesquisas de la propia Agencia Tributaria. El caso más conocido es la gestión realizada por la ex Vicepresidenta del Gobierno español, la Sra. De la Vega, para interrumpir una de tales investigaciones. Pero el Sr. Botín no es el único. Como señala el New York Times, hace dos años, César Alierta, presidente de Telefónica, que estaba siendo investigado, dejó de estarlo. Como escribe el New York Times con cierta ironía, "el Tribunal desistió de continuar estudiando el caso porque, según el juez, ya había pasado demasiado tiempo entre el momento de los hechos y su presentación al tribunal". Una medida que juega a favor de los fraudulentos es la ineficacia del Estado así como su temor a realizar la investigación. Fue nada menos que el Presidente del Gobierno español, el Sr. José Mª Aznar, que en un momento de franqueza admitió que "los ricos no pagan impuestos en España".
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Tal tolerancia por parte del Estado con el fraude fiscal de los súper ricos se justifica con el argumento de que, aún cuando no pagan impuestos, las consecuencias de ello son limitadas porque son pocos. El Presidente de la Generalitat de Catalunya, el Sr. Artur Mas, ha indicado que la subida de impuestos de los ricos y súper ricos tiene más un valor testimonial que práctico, pues su número es escaso. La solidez de tal argumento, sin embargo, es nula. En realidad, alcanza niveles de frivolidad. Ignora la enorme concentración de las rentas y de la propiedad existente en España (y en Catalunya), uno de los países donde las desigualdades sociales son mayores y el impacto redistributivo del Estado es menor. Los 44.000 millones de euros al año que no se recaudan de los súper ricos por parte del Estado hubieran evitado los enormes recortes de gasto público social que el Estado español está hoy realizando.
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Pero otra observación que hace el New York Times sobre el fraude fiscal y la banca es el silencio que existe en los medios de información sobre tal fraude fiscal. Tal rotativo cita a Salvador Arancibia, un periodista de temas financieros en Madrid, que trabajó para el Banco Santander, que señala como causas de este silencio el hecho de que el Banco Santander gasta mucho dinero en anuncios comerciales, siendo la banca uno de los sectores más importantes en la financiación de los medios, no sólo comprando espacio de anuncios comerciales, sino también proveyendo créditos - aclara el Sr. Salvador Arancibia- "....medidas de enorme importancia en un momento como el actual, donde los medios están en una situación financiera muy delicada". De ahí que tenga que agradecer al diario que se atreva a publicarlo, porque hoy, artículos como los que publica el New York Times y el mío propio, no tienen fácil publicación en nuestro país.
Es lo que llaman "libertad de prensa".

martes, 8 de noviembre de 2011

lunes, 7 de noviembre de 2011

sábado, 5 de noviembre de 2011

viernes, 4 de noviembre de 2011

Introducción al racionerismo

http://www.culturamas.es/blog/2011/11/04/86525/

http://videos.pucp.edu.pe/videos/ver/67383c3118fe5903d3e99cc419583421

jueves, 3 de noviembre de 2011

A los amigos invisibles, esos que huyeron

"Alas! they had been friends in youth: 
 
But whispering tongues can poison truth;

And constancy lives in realms above;

And life is thorny; and youth is vain;
And to be wroth with one we love, 
 
Doth work like madness in the brain; 
 

But never either found another 

To free the hollow heart from paining

They stood aloof, the scars remaining. 

Like cliffs which had been rent asunder;

A dreary sea now flows between, 
 
But neither heat, nor frost, nor thunder, 

Shall wholly do away, I ween, 
 
The marks of that which once hath been." 
 

Coleridge, Christabel. 
 

miércoles, 2 de noviembre de 2011

martes, 1 de noviembre de 2011

Peter Rosegger, poco antes de morir, 1918

Lo que la tierra me prestó
me lo reclama ya ahora,
se acerca para arrancarme pieza a pieza
suavemente el cuerpo.
Cuanto más yo sufría
más bello el mundo se hacía.
Extrañamente cuanto yo conquisté
se me cae poco a poco de la mano.
Cuanto más ligero me hago
tanto más pesado me siento.
"¿No puedes tú, tierra rica,
prescidir de mí?", te pregunto.
"No, de ti prescindir no puedo,
de ti tengo que construir otro,
contigo a otro he de alimentar,
con derecho a contemplar el mundo.
¡Pero consuélate en paz!
El otro también eres tú."