Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

jueves, 30 de diciembre de 2010

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Pequeñas y grandes miserias de los grandes y pequeños filósofos: Sigmund Freud

Charlando con sus acólitos acerca de la experiencia clínica y los secretos de la psique humana el maestro se encendió un largo y grueso puro. Ellos escrutaron el cigarro con perspicacia psicoanalítica, comenzando a preguntarse porqué el conquistador del inconsciente lo mascaba y rechupaba con esa delectación. Entonces Freud, algo molesto, algo nervioso, se vio en la necesidad de atajar al inquieto discipulado: "A veces, un puro sólo es un puro..." Así lo cuentan. Dos moralejas: primero, cuidado con quién te escucha, en ocasiones te cree...; y segunda, un árbol de navidad no es un árbol de navidad.

martes, 28 de diciembre de 2010

Carta a Lord Chandlos, Hugo von Hoffmannstahl

http://www.temakel.com/texolvclchandos.htm

Este tipo de cuento nunca me ha convencido: o bien es el místico que pide acrítico asentimiento pero nada en él da muestras en su conducta de una experiencia superior (ya escribió Ortega sobre eso), o bien es el místico que no para jamás de hablar de lo que, según el, no se puede hablar. Ambas me parecen estrategias de ligón argentino o, peor, de un Charles Manson de tercera, y eso con suerte. Además, hay un argumento filosófico ya tradicional de peso que viene a confirmarse aquí: lo que oculta Lord Chandlos es una filosofía de la presencia, del vörstande, como si las cosas no tuvieran uso y función -zuhände, en el lenguaje de Ser y Tiempo ¿No resulta extraño y hasta sospechoso todo un librito tejiendo palabras para comunicarnos la pérdida de las palabras y su sustitución por la presencia directa, no mediada, de la cosa en su patencia singular y etc., etc.? ¿Cómo era eso de Juan Ramón?: “no la toquéis (en poesía) / que así es la rosa” -no lo tengo ahora a mano. ¡Anda ya, chaval!: eso fue lo que pensé cuando leí el relatillo a instancias de un querido amigo (y, para colmo, le sirve de perfecta excusa para conseguir el efecto poético sin practicar técnica poética alguna).

lunes, 27 de diciembre de 2010

La doctrina del shock, Naomi Klein, por Miguel G.


Es un libro impactante, escrito en un lenguaje accesible, directo, contundente. A pesar de ser un libro que habla fundamentalmente de economía, para entenderlo te basta con saber conceptos simples como "desempleo", "devaluación de la moneda", "venta de las empresas estatales" o "inflación". Por lo general, las jergas técnicas alejan a los profanos (que somos casi todos; o todos, porque incluso el más erudito es profano en muchas cosas) de los asuntos, y esto es algo que ocurre en economía. Cuenta Klein que cuando acabó el apartheit, los negros negociaron con los blancos cómo iba a ser la nueva Suráfrica. El desarrollo de la negociación iba siendo conocida por la sociedad, pero se prestaba más atención a la cuestión de las libertades políticas que a otros aspectos. En concreto, lo relativo a la economía no interesaba tanto porque eran cuestiones técnicas que casi nadie entendía. Solo después de firmar los acuerdos, cuando ya era demasiado tarde, se dieron cuenta los negros de que habían dejado el poder en manos de la minoría blanca, que controlaban los resortes económicos.

El shock a que se refiere el título es el que, según la teoría de la autora, el Poder provoca en la población para que no puedan reaccionar ante cambios radicales que en condiciones normales no podrían producirse. El shock puede venir a través de un golpe de estado, una represión violenta, una acto terrorista, etc. Y a juzgar por lo que está sucediendo en Europa parece que también por una crisis devastadora. Los ejemplos son muy numerosos: Indonesia (Sukarno), Irán (el de antes del Sha), el Chile y la Argentina de las dictaduras militares (Brasil también, pero con una secuencia diferente), la Rusia de Yeltsin o la China de los sucesos de Tiananmen. El resultado es el mismo, desigualdad social, paro, pobreza y reparto del botín entre la oligarquía nacional y el poder financiero internacional. Por todo esto, veo con preocupación los movimientos del PP y PSOE en concordancia con las pautas del FMI, es decir, recorte del estado del bienestar, privatización de las empresas estatales, control de salarios, es decir, estado mínimo. Privatizar AENA o el Canal de Isabel II, ¿para qué? De la educación seguro que Rita sabe más que yo, pero el modelo FMI es reducir a la nada la educación estatal. Después del huracán Katrina (otro shock) destruyeron todas las escuelas públicas, crearon una red de escuelas privadas y dieron cheques escolares a la población. Despidieron a casi todos los profesores.

Y tal vez se entienda ahora la importancia de la figura de Chávez, por qué se ha convertido en objetivo estratégico del neoliberalismo. Chávez puede no ser un gran gobernante, lo podemos discutir. Venezuela tiene problemas: 30% de inflación, corrupción, violencia ciudadana, pero eso es algo que en mayor o menor medida ocurre en toda la región y no se ha demonizado a todos sus presidentes. Entonces, ¿qué ocurre? Bien fácil, su caso es de manual: no ha entregado las riquezas del país al gran capital (la compañía de petróleos de Venzuela es estatal al 100%; la gasolina cuesta 4 centavos de dólar ) y eso es inadmisible en el orden que vivimos (en el anterior también), por lo que supone de riqueza fuera de su control, pero también porque supone un ejemplo que no quieren tolerar, pues otros países están siguiendo un camino parecido. Ellos quieren un Menem, que vendió a precio de saldo las riquezas de su país.

domingo, 26 de diciembre de 2010

sábado, 25 de diciembre de 2010

Fum, fum, fum...

Si un moderno diablo cojuelo a lo Assange en vez de destripar tejados hubiese instalado una webcam en cada hogar más o menos occidental ayer noche, qué pensarían los morlocks globales desde sus pantallas de locutorio destartalado ante el infinito espectáculo de fanales en la oscuridad encerrando manjares, olores y ropajes caros. Hoy, en cambio, quizá comprendiensen la ansiedad anterior por la resaca presente, la rutina previa por el cansancio actual, la intensidad de las chácharas nocturnas por los largos silencios de sobremesa. O todo eso ya lo sabrían por algún tipo de experiencia propia (según Lacán, cuanto más paupérrima, más gozosa), pero lo que no entenderían ni en pintura es el uso de la palabra "crisis". ¿Qué sería en ellos "crisis" diferente del hecho de haber nacido y tirar p´alante? ¿Y qué son los pesebres de figuritas, espumillón y papel de plata sino el recuerdo en el bienestar de la pobreza remota?

jueves, 23 de diciembre de 2010

Zapatero a mis zapatos

En las cadenas de radio de derechas esta mañana ya le daban por políticamente muerto, y hablaban intencionadamente de él en pasado. Sin embargo, "romántico trasnochado y cortoplazista" (entiendo que para muchos todavía lo segundo es lo malo), aún tiene una misión que cumplir sobre la piel de toro: servir de dique de contención temporal a la inundación de recortes y privatizaciones que vendrán después bendecidos por esa falta de ideología que le tendrá a él como feliz pretexto. Vaya sucesión de papelones, si se mira bien, el suyo, siendo el primero ganar a golpe de bombas ajenas y el último servir al adversario de chivo expiatorio. Sugiero por tanto que se dedique a la filosofía una vez sacrificado en el altar del holocausto de Ferraz, de modo inverso a como él desplazó a un filósofo a la política: de hecho, que continúe el trabajo de éste, en el rectorado si ello es posible y publicando análisis sobre/contra la capilaridad del poder de cuando en cuando. Y que no se diga que aquí no se aportan ideas para zurcir, enmendar y arreglar carreras, lo cual no es ni será nuestra vocación ni habilidad ni ganas ni siquiera para uno mismo...

Adelita en la tele

http://www.lasextanoticias.com/videos/ver/intercambio_de_juguetes/356313

miércoles, 22 de diciembre de 2010

La(s) clase(s)

Luego dicen que los profesores no vivimos tan bien. Hoy no viene ya ni Perry. Parecemos unas fuerzas de paz sin guerra o unos bomberos sin incendio. Y la mayoría pendientes de la lotería, el "impuesto de la ilusión" ese. Lo demás que hay que saber viene fielmente reflejado en esa cinta hiperrealista de hace dos años, Entre les murs. No creo que ninguna otra profesión de verdad (no los polícias o médicos de la películas o series) pueda abreviarse en apenas dos horas, descontando que se omite la variedad, o sea, que esas clases son muchas más clases, quiero decir, más grupos y no sólo uno, todos con sus bajas y daños colaterales correspondientes. Aunque sin salir de la hispánica E.S.O., que Bachillerato es otra casta, otro oficio, otra cosa -ahora, por ejemplo, los pocos de segundo que se han dignado venir están desayunando con una profesora en la cafetería. Incluso en la peli es mejor, ya que los alumnos dan guerra al profesor, pero no hay charlatanes, pasotas o indolentes. Para eso, La ola, que trataba de mostrar lo que pueden estar necesitando tales mercenarios sin patrón. Así que voy a echar un piti, que a la vuelta me alejarán cien metros de la puerta si los legisladores no se arredran en el último minuto.

martes, 21 de diciembre de 2010

Fractal

El frac visto por delante parecía ajustado y elegante pero cuando a instancias del sastre se giró el espejo mostró al profesor Mandelbrot una importuna arruga en hombro que no se borraba tirando del faldón ni de la solapa ni de la manga lo cual no se podía permitir de ningún modo en un traje destinado a vestir nada menos que la ceremonia de la medalla Nevada y entonces recordó cuando la medalla Steindal y tal sólo hace unos pocos años que el frac visto por delante parecía ajustado y elegante pero cuando a instancias del sastre se giró el espejo mostró al profesor Mandelbrot una importuna arruga en el hombro que no se borraba tirando del faldón ni de la solapa ni de la manga lo cual no se podía permitir en un traje destinado a vestir nada menos que la ceremonia de la medalla Steindal y entonces recordó cuando la medalla Franklin y tal...

Solsticio (más feo que picio)

lunes, 20 de diciembre de 2010

"Se palpa en el ambiente", enviado por Miguel G.

Me parece interesante lo que dice Assange sobre el modo en que los medios escriben sobre lo que desea el poder: "No quiero decir que haya una cadena de órdenes desde Hillary Clinton hasta llegar a un periodista que trabaja en The Guardian, eso es ridículo, las cosas no funcionan así en el mundo real, que es mucho más interesante y sutil. El gran poder crea un ambiente en el que los individuos, prácticamente, chupan de lo que perciben que quiere el poder. En cada organización o grupo puede haber instrucciones directas, pero cada individuo y grupo actúa del modo que percibe que maximiza sus propios intereses. Carreras ambiciosas, fama, mantener y crear alianzas, hacer favores, favores a amigos, parientes, o miembros de un mismo partido... hacer las cosas por el miedo, sin que te las hayan pedido... todas esas cosas crean un ambiente."

domingo, 19 de diciembre de 2010

El temazo y su traducción (el video no cabría...)


A long time ago
came a man on a track
walking thirty miles with a pack on his back
and he put down his load where he thought it was the best
made a home in the wilderness
he built a cabin
and a winter store
and he ploughed up the ground by the cold lake shore
and the other travellers came
riding down the track
and they never went further,
no, they never went back
then came the churches
then came the schools
then came the lawyers
then came the rules
then came the trains and the trucks with their loads
and the dirty old track
was the telegraph road
Then came the mines – then came the ore
then there was the hard times then there was a war
telegraph sang a song
about the world outside
telegraph road got so deep and so wide
like a rolling river. . .
And my radio says
tonight it's gonna freeze
people driving home
from the factories
there's six lanes of traffic
three lanes moving slow. . .
I used to like to go to work
but they shut it down
I got a right to go to work
but there's no work here to be found
yes and they say we're gonna have
to pay what's owed
we're gonna have to reap
from some seed that's been sowed
and the birds up on the wires
and the telegraph poles
they can always fly away from this rain
and this cold
you can hear them
singing out their telegraph code
all the way down the telegraph road
You know I'd sooner forget
but I remember those nights
when life was just
a bet on a race
between the lights
you had your head on my shoulder
you had your hand in my hair
now you act a little colder
like you don't seem to care
but believe in me baby
and I'll take you away
from out of this darkness
and into the day
from these rivers of headlights
these rivers of rain
from the anger that lives on the streets
with these names
'cos I've run every red light
on memory lane
I've seen desperation explode into flames
and I don't want to see it again. . .
From all of these signs saying
sorry but we're closed
all the way down the telegraph road

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Hace mucho tiempo,
vino un hombre por un sendero
Anduvo 30 millas con una mochila a la espalda
Dejó su carga donde creyó más conveniente
E hizo su casa entre la espesura del bosque
Construyó una cabaña
y un pequeño almacén para el invierno
Aró la tierra, al lado de la orilla del lago helado
Y los otros caminantes
vinieron después por el mismo sendero
Y no siguieron de largo,
ni volvieron al lugar de donde venían
Entonces llegaron las iglesias,
y las escuelas
Llegaron las leyes,
y las normas
Los trenes y los camiones con sus cargas
Y el viejo y sucio sendero
se convirtió en el camino del telégrafo
Llegaron las minas y llegó el mineral
Hubo tiempos difíciles e incluso hubo una guerra
Y el telégrafo cantó una canción
sobre el mundo exterior
Y el camino del telégrafo
se hizo profundo y ancho
Como un río ondulante,…
Y la radio dice
que ésta noche va a hacer frío
La gente vuelve del trabajo en coche,
desde las factorías
Hay seis carriles de tráfico
Tres de ellos van despacio,…
Me solía gustar ir a trabajar,
pero cerraron todo
Tengo derecho a tener un trabajo,
pero ya no hay donde encontrarlo
Sí, y dicen que vamos a tener que pagar
por todo lo conseguido
Que vamos a tener que pagar
por todas las semillas sembradas
Y los pájaros, posados sobre los cables,
en los postes del telégrafo
Siempre podrán volar lejos de esta lluvia
y de éste frío
Puedes oírlos,
cantando su código telegráfico
A lo largo del camino del telégrafo
Sabes que lo olvidé pronto,
pero todavía recuerdo aquellas noches
Cuando la vida no era más
que una apuesta en la carretera,
entre las luces de los coches
Tenías tu cabeza en mi hombro
y tu mano en mi pelo
Ahora actúas más fríamente,
como si no te importara
Pero créeme cariño,
te sacaré de aquí
De ésta oscuridad,
hacia la luz
De éstos ríos de focos,
de éstos ríos de lluvia
De ésta ira que recorre las calles,
con esos nombres
Porque he perseguido cada luz roja
en el carril del recuerdo
Y he visto la desesperación explotar en llamas
Y no quiero volver a verlo
En esas señales que dicen:
-“Lo siento, pero cerramos”
Todo a lo largo del camino del telégrafo.

sábado, 18 de diciembre de 2010

viernes, 17 de diciembre de 2010

Pequeñas y grandes miserias de los grandes y pequeños filósofos: Michel Foucault

Toda un vida académica e intelectual escudriñando las relaciones clandestinas pero inexorables entre el poder y el saber le incapacitaron para verlo venir en toda su crudeza. Pensó que sería otro dispositivo más como ha habido tantos, algo creado por el sistema para aprisionar clínicamente a la comunidad gay. Y así siguió montándoselo fantásticamente, sobre todo en rápidas escapadas a las saunas de San Francisco. Pero el sida era jodidamente real, tanto que lo mató en 1984 cuando contaba con cincuenta y siete años. Un final que podría funcionar como ejemplo por antonomasia de la deformación profesional congénita de los filósofos, consistente confundir su mapa con el territorio. Años antes, Foucault había declarado medio en broma que, bueno, en cualquier caso no hay mejor motivo para morir que el amor de los muchachos.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Rita, sus rodajes

Se levanta temprano para ir a ver a los niños a una función de esas de guardería en pre-navidades. Pretende grabarlos con el móvil, pero no lo consigue y tampoco ve la representación, ocupada con el chisme. Conclusión, que ni la ha visto ella, ni la veré yo, ni los protagonistas se enteran, ni los demás infantes, que ya se lo saben de clase al igual que las profesoras. ¿Entonces? Las cámaras, para envíarlas a Jupiter en roboses que nos saquen fascinantes cascotes y pedrujcos...

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El año que vivimos cuarentonamente...

"Los jóvenes son concupiscentes de carácter y les encanta hacer siempre lo que desean. Son muy seguidores de las pasiones venéreas (...) Son variables y se hartan con facilidad, son fuertemente concupiscentes, sus deseos son agudos pero no prolongados, pues se les pasa la pasión deprisa, como la sed y el hambre de los enfermos (...) Son apasionados, de cólera pronta, y se dejan llevar con facilidad por los impulsos. Se dejan llevar por la ira, no soportan ser tenidos en poca consideración y se irritan sobremanera si se consideran víctimas de la injusticia (...) Les gusta el honor, la victoria, el sobresalir. En cambio, no son codiciosos, porque nunca han pasado necesidades.

No son malvados de carácter, sino más bien cándidos, porque les falta la experiencia, el no haber visto muchas maldades (...) Son confiados por no haber sido engañados muchas veces. Y son bienesperanzados como los borrachos, porque a ellos también los caldea, si no el vino como a los beodos, sí su propia naturaleza (...) Y viven por la mayor parte llenos de esperanza, porque la esperanza es lo propio del futuro como el recuerdo es lo propio del pasado, y resulta que los jóvenes tienen ante sí un largo futuro y tras de sí un muy breve pasado (...) Son fáciles de engañar porque esperan con facilidad, y son sobremanera valerosos porque están llenos de esperanza.

Son vergonzosos, pues todavía no conciben otros bienes sino los de su convencional educación (...) Son magnánimos porque la vida todavía no los ha humillado suficientemente y porque por eso mismo están aún llenos de esperanza (...) Se lanzan a hacer el bien con más facilidad que a llevar a cabo lo que les conviene, pues viven más de acuerdo con su carácter que con su reflexiva razón, ya que prefieren la virtud de lo bueno al cálculo de lo conveniente (...) Son más amigos de sus amigos y compañeros de sus compañeros que los que tienen edad más avanzada, porque les complace y hasta embelesa la convivencia y para nada piensan nunca en la utilidad ni, por tanto, tampoco cuando escogen a los amigos.

Se pasan en todo, todo lo hacen exageradamente, lo suyo es por doquier la demasía, pecan por exceso, aman con exceso, odian por exceso, no tienen término medio (...) Se creen que lo saben todo y hacen siempre afirmaciones contundentes, de lo que deriva su conducta exorbitante y descomedida.

Son compasivos por creer que todos los demás son buenos y aun mejores que ellos mismos, dado que miden al prójimo con la carencia de maldad que a ellos mismos les es propia.

Les encanta la risa y la chanza, pues la chanza no es sino la insolencia educada."


Retórica, 1389a3-1389b10, Aristóteles 
(No tengo ahora a mano la traducción buena, ya la pondré)

lunes, 13 de diciembre de 2010

¿"La gran novela americana"?

Entrecomillado el slogan de un viejo pero aún vigente reclamo publicitario no sólo de las editoriales. Les gusta eso de que todavía no han encontrado su propio Grial, cuando nosotros estamos más que aburridos del nuestro. En los intercambios de listas que ha producido yo siempre ha apostado decididamente por John Dos Passos, pero como era rojillo y tal -además de que vender vende lo que vendió- se baraja poco. Y es cierto también que, en cualquier caso, representa menos a los EEUU de segunda mitad del pasado siglo, esos que mandan en la Imagen y no sólo en la Tierra. Por eso, para resolver personalmente la cuestión al margen de su comercial origen me vuelvo hacia mi otra obsesión ficcional y propongo provocativamente que la famosa "gran novela (norte)americana" ya existe, pero quizá fue un error buscarla entre los escritores nativos y en ese formato de larga tirada de puro texto sin ilustraciones a que nos acostumbraron en el XIX... (La leyenda superior reza: "Whatever happened to the American dream? It came true. You´re looking at it."; prometo un relato malo-malo pero brevísimo sobre la siguiente patriótica escena:)

Se van tomando posiciones, enviado por Miguel G.

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Lula/dice/detencion/Assange/atenta/libertad/expresion/elpepuint/20101209elpepuint_18/Tes

viernes, 10 de diciembre de 2010

jueves, 9 de diciembre de 2010

Mocoyo

El invierno no es la estación de los niños cuando aún no tienen edad para apropiarse de las navidades. Por un lado, es un alivio (todavía no son rehenes de los comercios), pero, por otro, es una lata (no tienen nada muy activo que hacer en casa). Se acabó bajar al parque, o a la calle o plaza o salir al balcón; sólo queda el sempiterno velón colgando como una corbata todo el santo día. Este de la foto es que no tiene ni padres que le suenen, que los han movilizado para controlar aviones o algo... (mejor: movilizaron a su madre, ejercito profesional, para que movilizara a su padre, controlador aéreo).

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sobre el texto acerca de la "cosmología" de Nietzsche que incluyo en "Apuntes y..."

El artículo está bien: hay ganas de ser claro y explicar las cosas sin estridencias, lo cual, tratándose de Fede, se agradece. Pero es un artículo de exposición, es decir, no va más allá de lo que el autor ha dejado en sus fragmentos. Por tanto, el deber del lector es seguir pensando desde allí. Y, haciéndolo, sí que encuentro que hay un carácter sagrado en la postulación del eterno retorno, como enseña el maestro Racionero. El hecho de que la respuesta a la pregunta tomasiana por la causa de todo sea porque "hay", o "porque sí", nos conduce a una religiosidad no cristiana, que se trasluce sobre todo en el Zaratustra. La realidad se afirma a sí misma de modo inocente antes de cualquier consideración humana, por tanto el superhombre debe querer realidad como algo más allá de él mismo. Puesto que él mismo es también real, no quiere por encima de sí mismo, sino por delante de sí mismo. Que cuando muera, persista y se acrezca su mundo como una construcción de y en el devenir, eso quiere el superhombre. Hasta el punto de que en el propio Zaratustra se señala la procreación de hijos como una expresión de esa voluntad de futuro. En resumen, en lo que pienso que se equivoca el colega es en que la constatación de la insuperabilidad del devenir no debe llevar a su aceptación pasiva (que todo devenga, que lo construido se destruya y aparezca otra cosa, etc.), sino, al contrario, esa constatación nos muestra que el devenir permite también la prolongación de la voluntad -bueno estaría que ahora pensásemos que obra en nuestra contra: antropomorfismo también. Querer esa prolongación, sabiéndola precaria: esto sí, religión inmanente.

La decadencia de la universidad, Pablo Jauralde Pou, catedrático U.A.M., El Mundo, 05/04/08

A quienquiera que ronde en un campus universitario por escuelas y facultades le llamará la atención la cantidad y variedad de proclamas idealistas que engalanan sus paredes -contra el hambre, la miseria, la corrupción, los géneros militares y económicos…- , en armonía con la generosidad que en ese lugar se prodiga para firmar casi a diario en pasillos, paredes, reuniones, etcétera, escritos contra tiranías, catástrofes, abusos y otras secuelas de nuestro paso por la tierra. Se diría que al llegar a la universidad penetra uno en un limbo ennoblecido, pasajeramente, por la utopía juvenil, casi siempre refrendada, impulsada incluso con entusiasmo crítico, por la intelectualidad universitaria.
Nada más lejos de la realidad. A poco que mantenga uno la atención sobre ese lugar y su organización -y llevo casi 40 años haciéndolo- se irá percatando de que tantas proclamas y tantas críticas se suelen situar siempre, cuidadosamente, al margen de la propia institución, de la universidad, donde uno anota en su cartera a cada paso el desprecio hacia el inferior, la deshumanización de problemas, el silencio ante cualquier situación coercitiva, el despilfarro, la falta de ética en casos simples de la vida cotidiana…
Cada cartel y cada proclama tienen su correlato, su ejemplo, en la práctica real que se ejerce en ese inmenso tugurio: el vice de lo que sea que envía 1.000 cartas en carísimo folio timbrado para anunciar su nadería; el decano que se engalana como novia para mostrar el aparato de su título mientras los estudiantes pierden las mañanas en largas colas; el jefe de departamento que amaña reuniones y provoca votaciones sucias; el profesor que ignora la condición humana de sus subalternos; el becario que oculta cuidadosamente las opciones de promoción que conoce; el cuidadoso sistema de clientelismo que domina todo… Se diría que esto es normal, que acudimos todos con nuestra mochila personal de virtudes y defectos y que de ella no nos desprendemos cuando traspasamos las puertas de la universidad. Puede ser, pero para eso podría funcionar la institución, ejerciendo su noble función educadora en primera instancia e intentando amortiguar el efecto de conductas que malcasan con el dorado utópico.
El contraste entre lo que se predica y lo que se hace puede ser la distancia entre la generosidad juvenil y su capacidad de materializarla; pero no debiera exhibirse de manera tan brutal en el caso de otros estamentos universitarios, particularmente el de los profesores y sus acólitos, y el de la parafernalia burocrática que domina el aparato oficial y que se consolida o se acomoda a la institución, como una pandilla de monigotes amamantando un fantasma. Creo que así nos pueden ver desde fuera. Y acertarían.
No me cabe duda de que estoy generalizando a la mala parte; cierto. Tampoco me cabe duda de que esa vertiente negativa, primero, domina la situación; luego, ha terminado por procrear todo tipo de inmoralidades; y, finalmente, corre de su cuenta el rechazo de críticas y reformas, es decir, ejerce el papel de depredador de buenas intenciones, con notable eficacia y el aplauso de puertas adentro.
El hábito de alimentarse de las ideas, sobre todo cuando no se corresponden, ni por pienso, con las conductas, engendra ese curioso palo aséptico o esfinge que conserva su pureza mirando lejos, en donde no va a poder hacer nada, mientras a su lado se cometen arbitrariedades, tropelías e injusticias. La esfinge, a veces, se desmelena con el hambre de Senegal y con el deshielo del Artico. La vetusta mole universitaria bendice aquella asepsia como un procedimiento para mantener la imagen de una institución noble, de altas y lejanas miras, que quiere conservar su predicamento social y su halo de prestigio, a pesar de que no parece que en ella se asuman nunca o casi nunca los principios que jalea para aplicarlos.
La corrupción total del sistema se ha consolidado, primordialmente, al desarrollarse dentro del propio organismo sistemas interesados fuera de control, sancionados por quienes los disfrutan, y calificados como democráticos. En nombre de esa palabra se insulta a casi todos y casi todo. El primer insulto es para la inteligencia de los lugareños universitarios, que han de aceptar la tropelía si quieren mantener su vocación, su trabajo, su tranquilidad para poder ser eficaces en su campo, como economistas, médicos, ingenieros, juristas, historiadores, químicos… Quienes hacen constante uso de la palabra, sin embargo, no quieren discutir su significado. Nunca admitirán, primero y ante todo, que el lugar donde se produce el rito de la votación -que es a lo que suelen reducir el término- ha de estar lo más limpio posible de turbulencias, y que es deber de quien promueve estas votaciones devolver constantemente a los votantes su libertad, su capacidad crítica, su acceso a posibilidades de elección que no se supediten a la necesidad o al interés acuciante.
En la universidad española se hace exactamente lo contrario. En cada miserable celulilla universitaria se reproduce como una gangrena su propio mal: una serie de individuos -a veces cuadrillas de mafiosos acuartelados-, dirigidos por un cabecilla, del que dependen en buena medida bastantes cosas de su vida pública y privada (plazas, horarios, promociones, dinerillos…), disponen de lo que han de ser sus tareas (clases, exámenes, programas, becas, etcétera), desde luego, pero también de quién puede y quién no llegar a esa célula, ejercer ese oficio y acaparar el tesorillo reservado. Además, la cuadrilla se autoproclama «soberana», y no admite ninguna reclamación que ponga en duda la validez de sus votaciones. Lo normal, en fin, es que se excluya a todos los que no pertenecen al clan, primero; y a todos los que no están presentes en la célula, luego. Y con esa jactancia democrática se autosatisfacen y empalagan, se reúnen, y se dan a la masturbación intelectual que les consagra, al mismo tiempo, como profesores, intelectuales, demócratas, etcétera, porque han decidido a mano alzada sobre ellos mismos y su papel. Y así hasta que se mueran o se jubilen, aunque ya no abran un libro, tomen una probeta o generen un espacio de investigación y crítica. La ausencia de ese aire limpio es, en estos momentos, uno de los principios generales y aceptados complacientemente por ellos mismos para lograr un exquisito grado de corrupción en la universidad.
Por otro lado, consumado aquel simulacro democrático y consolidada su pertenencia a la intelectualidad privilegiada, no reconocerán nunca que es necesario un exquisito respeto hacia las minorías y hacia los ajenos. Batalla que siempre ganarán, pues con las mismas mañas democráticas los ajenos siempre lo serán; y las minorías siempre perderán las votaciones, incluyendo aquella que pide que se les respete como minorías.
El hacer funcionar esos mecanismos democráticos en espacios cerrados en donde no existe libertad suficiente para ejercitarlos, y en donde los votantes excluyen de entrada a todos sus oponentes, ha pervertido definitivamente el sistema. Y sobre ese eje descansan los departamentos y la mayoría de las universidades españolas que conozco.
Pero el sistema universitario ha generado, como todas las estructuras de poder, sus propias reglas de juego: nadie que esté fuera del sistema puede criticarlo, y si lo hace, será descalificado. Las críticas internas que operen desde supuestos distintos, o que utilicen formas no habituales -como la de este artículo- serán siempre tachadas de inapropiadas e indecentes, porque no se han sometido previamente a las normas que los criticados han establecido, lo que es una manera bien simple, como se sabe, de amortiguar cualquier crítica, como cuando en la declaración de la renta nos suministran un impreso para «reclamar», según sus propias normas de lo que es una reclamación.
Quien reclama se somete. La función del poder se ejerce con su mera existencia y con el uso impecable de una reglamentación: un decano bien pulido, con su dependencia gremial, y un jefe de departamento con sus votos bien amarrados -es decir: sus dependencias sutilmente manifestadas y la necesidad de su firma para todo- es garantía de movilidad controlada; una jerarquización en donde las formas se impongan sobre los contenidos es garantía de inmovilismo. Luego, la estructura del poder se defiende al enunciarse y manifestarse, cosa de la que dan cuenta los rangos y las ceremonias, las reuniones regladas y las condescendencias derramadas siempre desde arriba. La caspa del rector ha de bautizar sistemáticamente a los vices y los decanos, que a su vez, procederán a idéntica ceremonia sobre sus subordinados. Nótese que en todos estos casos -de caspa reglada y suprema, diríamos- autoridad y jerarquía no proceden, como pudiera pensarse, de conocimiento, sabiduría, técnica, capacidad, etcétera, sino de la reglamentación que las universidades mismas se dan para su gobierno. Un decano, apoyado en su estatus administrativo, puede ser, bonitamente, azote de investigadores, depredador de docentes y castrador de vocaciones… y analfabeto.
Una vez que cada individuo ocupe su cargo, sancionará, como pontífice, todas las proclamas sobre mundos ajenos, perorá en los foros, hablará de la libertad, la justicia y la ética -sin preocuparse de su práctica, desde luego- y dejará que el estrato de poder sobre el que descansa tanta eminencia haga su juego, recelando siempre de los colegas que trabajan, investigan, crean o critican. Una crítica desde dentro se considerará una deserción y el aparato represor podrá, en consecuencia, sancionar rápidamente esa deserción intentando señalar o expulsar al osado.
Que una institución, uno de cuyos principios básicos es el desarrollar el sentido crítico de quienes acuden a ella, se haya estructurado para cerrar el paso a cualquier crítica, organizándose burdamente para que así sea, dice ya mucho de lo que se puede esperar de ella. Y que se haya consolidado como sistema el que se basa en el funcionamiento aberrante de las células de administradores y advenedizos que pueden controlar talleres, seminarios, investigaciones, etcétera, quiere decir que esta institución ha entrado en total decadencia y que necesitaría, definitivamente, sin piedad, de una vez, su reforma absoluta.

La locura del coleccionismo

Un buen coleccionista, loco hasta la médula, no es aquel que se compra los primeros fascículos de septiembre de “la mineralogía al alcance de la familia” y luego abandona, sino más bien ese cuya ambición es infinita, y de verdad se patearía el mundo, escalaría montañas y desdendería minas por hacerse con un ejemplar raro -no Indiana Jones, para el que el coleccionismo es un macguffin. Alguién que habría hecho de la caza y captura de minerales el objetivo de una vida que nunca tiene bastante, y al cual la muerte sorprende siempre con la colección sin terminar, como es natural. No se da cuenta, el coleccionista, de que lo único que hace es trasladar objetos de un lugar a otro, reuniendo lo que antes estaba espontáneamente disperso para tenerlo a su disposición y protegerlo como si de una gallina con sus polluelos se tratase. Pero en este caso los polluelos no se agotan jamás, y el más codiciado no puede ser sino el que aún no se posee. Ni siquiera aspira, el coleccionista, a hacerse con un muestrario de las mejores adquisiciones de una clase o género, lo quiere todo, y cuánto más escaso más preciado, aunque luzca en pésimas condiciones de uso (ese single de The Troggs que se agotó en 1980, desgastado, mellado y sucio: una verdadera joya). De hecho, la única excusa de Dios frente al mal y la demencia del mundo, la única teodicea posible, sería que hablasemos de Él como del coleccionista mayor del universo…

martes, 7 de diciembre de 2010

La realidad se busca sus vueltas...

Tabaco para ligar, Eduardo Verdú, El País Madrid, hoy.

El año 2011 comienza con una fantástica noticia para los fumadores pasivos y los ligones activos: no se podrá fumar en los lugares públicos. Los adictos deberán aplacar su vicio a las afueras, ya no solo de las oficinas y los lugares de trabajo, sino de los restaurantes, de los pubs y las discotecas. En realidad todos estamos de enhorabuena, los no fumadores (que viviremos la añorada fantasía de comer o tomarnos una copa sin inhalar el maloliente e irritante veneno ajeno) y los propios fumadores, quienes ganan una nueva fórmula de flirtear, el smirting.

 Está prosperando todo un nuevo catálogo de estrategias de ligue entre fumadores de acera. Se trata de llevar encendedores que llamen la atención, que susciten tema de conversación y, por supuesto, solo utilizarlo para encender cigarrillos ajenos, nunca el propio (se pedirá fuego a quien pretendamos). El tabaco es el arma de seducción y ahora importa más que nunca lo que dice de ti. Según el periódico británico The Sunday Times, quienes fuman negro suelen estar comprometidos, se encuentran sobre todo fuera de pubs, oficinas y garajes y una buena técnica de ligue es toser, con ellos resulta simpático. Los fumadores de Marlboro Light casi siempre trabajan en medios de comunicación, en moda, en el mundo del espectáculo o de la peluquería. Se les encuentra fuera de coctelerías, con apariencia juvenil, acicalada y profesional, y se recomienda un acercamiento directo. Si el Marlboro es rojo probablemente estemos ante un chico o una chica de universidad pública precisamente a las afueras del edificio. Lo más efectivo es hacer anillos de humo.La ley antitabaco que llegará por fin a España en menos de un mes se hizo efectiva en Estados Unidos en 2003, en Irlanda al año siguiente y en Inglaterra en 2007. De repente los fumadores se encontraron a las afueras de los garitos pidiéndose fuego, comentando su malestar por la nueva ordenanza, preguntándose el nombre y alabándose los cortes de pelo, en fin, ligando. Fumar siempre ha sido una excusa para establecer contacto con alguien deseado, pero ahora los consumidores de tabaco anglosajones han descubierto que la técnica es mucho más efectiva fuera de los bares que dentro. Los fumadores, exiliados a las puertas de los trabajos y las discos, se sienten parte de una comunidad de proscritos, confraternizan, comparten sus frustraciones y un primer placer común, la nicotina.

El silencio a las afueras de los recintos protegidos de humo favorece el diálogo, la lluvia fomenta parejas improvisadas bajo un mismo paraguas, pedir fuego ya no resulta una burda y manida frase de acercamiento. Se especula que el 25% de las parejas irlandesas que se conocieron durante 2007 y 2008 lo hicieron mientras fumaban a la intemperie, mientras practicaban el smirting (cruce entre las palabras inglesas:smoking y flirting -ligar-). Desde hace unos años, hay más cola para salir a fumar del deseado nightclub Bungalow 8 de Manhattan que para entrar, pues las posibilidades de éxito en la conquista son mucho mayores fuera que dentro.

Cada país tiene sus artes de atracción pero parece incuestionable que en Madrid, dentro de tres semanas, se estrenarán por las noches nuevos corrillos donde intercambiar enojos, pitillos y números de teléfono. Hasta ahora nuestra Comunidad se ha mostrado muy tolerante con las medidas antitabaco pero el año que viene, si nada se tuerce, la nueva prohibición beneficiará a más gente de la prevista. Aunque la medida antitabaco probablemente aquí también tenga el mismo efecto rebote que en Estados Unidos o Inglaterra: muchos no fumadores han adoptado el vicio. Las reuniones a las afueras de los bares son tan productivas que personas que no se habían encendido un cigarrillo en su vida han empezado a probar el humo caliente.

Quedarse dentro de la discoteca es perder el tiempo si la pretensión es ligar. Donde se descorchan las risas, los piropos, las preguntas atrevidas, las confesiones, las propuestas... es entre la nube de alquitrán, de pie, bajo el letrero del garito o junto a la puerta giratoria del edificio de oficinas. Chicos y chicas presentados durante un pitiregresan juntos a los bares o los trabajos a seguir degustando una conversación recién empezada, a atizar con alcohol o con un café de máquina un flirteo nacido de la llama de un mechero, a buscar su beso de ansiedad.

¡Cheeeeeenchooooo!

Andáis todos en casa metidos y en vuestras calles no hay nadie, porque todos los que han salido se han venido al centro, seguro. La plaza Mayor y aledaños están abarrotaos. Hasta tenemos un microclima especial sólo para nosotros, desconozco si pagado por el ayuntamiento (sacando fuerzas de ruineza, que el turismo es el turismo), gracias al cual ayer a las siete de la tarde no se movía el aire, las nubes encapotaban el cielo como un domo protector y se veía todo con total nitidez -la región más transparente. Los camareros, en mangas de camisa. Las terrazas, abiertas, y esas estufas con chorro de fuego que las flanquean para resultar elegantes pero que las hace dickensianas, de adorno. Sólo el suelo mojado hacía recordar el mal tiempo, pero contribuía a su manera a la atmósfera bohemia. Los sin-techo de conciliábulo, sentados en círculo bajo un portal y sin subir la voz. Las luces navideñas ya colocadas pero aún sin encender: a mí me gustan las luces navideñas, quién lo iba a decir. En la plaza de San Miguel tampoco son muy necesarias, ya que tenemos la verbena del famoso mercado. Tan famoso que los taxistas se han olvidado de su nombre, y sólo reconocen el lugar por el mercado ¡Ah, el poder omnímodo de los mercados, también por homonimia y a pequeña escala!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Razones por las que los partidos soberanistas mienten conscientemente únicamente para recaudar votos, con algo de mala leche, anómimo

Cataluña se convertiría en un Estado independiente, como es hoy Túnez o Marruecos. No pertenecería a La Unión Europea, ya que, para ello, tendría que solicitar formalmente su adhesión y cumplir con los requisitos previos; esto podría durar años. Además, España tendría que dar el visto bueno para su entrada, y, podría oponerse durante más años todavía. Tendría su moneda propia que podría ser el “catalino”, por poner un ejemplo.
Estarían separados de España y de Francia por una frontera bien definida, controlada por Aduanas, o por los antiguos fielatos, donde tendrían que pagarnos los correspondientes aranceles.
Como no pertenecerían a la Unión Europea para conseguir cualquier mejora en sus relaciones con Europa tendrían que obtener el apoyo de España. Su moneda tendría un cambio flexible con el euro y probablemente se devaluaría con lo que, para evitar una inflación importada, tendrían que trabajar más que ahora, pagar más impuestos que ahora y ser más pobres que ahora.
Los españoles allí residentes tendríamos pocas diferencias con el trato discriminatorio que recibimos hoy. Al estar en un país extranjero tendríamos que educar a nuestros hijos, como ocurre hoy, en catalán. Y si quisiéramos montar negocios, como ocurre hoy, tendríamos que hacerlo en catalán, o sea, que para nosotros los españoles habría poca diferencia con lo que nos ocurre hoy. Pero su trato hacia nosotros mejoraría porque les aportaríamos nuestra divisa, los euros. Y siempre al cambio saldríamos ganando.
Para poder renovar su actual Carnet de Identidad español, los catalanes tendrían que demostrar que tienen una residencia fija en España y que pagan sus impuestos en España. Lo mismo les ocurriría con el Actual Carnet de conducir español, la tarjeta de la Seguridad Social, etc. Incluso les podríamos pedir Visado de entrada cuando quisieran hacer turismo en España.
Nosotros, el resto de los españoles, nos ahorraríamos todo el coste que hoy nos cuesta su Seguridad Social, sus pensiones, su paro, sus vacaciones, etc. Y lo mismo con lo que nos cuesta hoy mantener a los inmigrantes que ahora residen allí, que cada vez son más numerosos, sobre todo los que provienen de países árabes.
Todos los que tenemos el dinero en alguna entidad de allí, podríamos depositarlo en el Santander, o el BBVA o Caja Madrid, que al final revertiría en la empresas españolas; por no hablar de las participaciones que tiene las entidades financieras catalanas en las principales Compañías españolas, habría que obligarlas a devolver las acciones ya que, al no pertenecer a Europa, el gobierno español podría “nacionalizar” las mismas.
Nos ahorraríamos todo lo que hoy nos cuesta la cantidad de Diputados y Senadores catalanes que nos desprecian. Sus viajes en primera a Madrid, sus estancias en hoteles de lujo, sus dietas, sus vacaciones, sus sueldos millonarios de por vida, sus guardaespaldas, sus c om ilonas, etc. Y serían sustituidos por Diputados y Senadores españoles que trabajarían por España. Nos ahorraríamos los traductores que ellos nos exigen, cuando solo por buena educación deberían hablar en español, idi om a en el que todos nos entendemos. También ahorraríamos en las “embajadas” que tienen por todo el mundo. Dejaríamos de pagar a los Mozos de Escuadra que, por si no lo sabes, no los paga la Generalidad, sino el Ministerio del Interior, como a los Policías y a los Guardias Civiles, sólo que les paga más.
Los ríos que nacen en España y luego entran en Cataluña podrían ser desviados para regar zonas secas de España, y no como ocurre ahora que hay que pedirles permiso para hacerlo así y que siempre lo deniegan. Además podríamos construir un buen pantano en el Ebro en la provincia de Zaragoza y convertir en regadío el desierto de los Monegros.
El cava se lo pueden meter por el culo, ya que tendrían que pagar impuestos a la exportación, y no olvidar que el 80% del cava catalán se vende en el resto de España. Nosotros no tendríamos inconveniente en to mar champán francés (que con los impuestos saldría por el estilo de precio) o la buena sidra asturiana, que fresquita está de muerte, y los asturianos son unos chicos muy majos que se sienten orgullosos de haber iniciado la reconquista desde Covadonga.
Si necesitaran dinero para hacer carreteras, para ampliar sus puertos y sus aeropuertos lo podrían pedir prestado a España, claro que, pagándonos los correspondientes intereses y gastos. Podrían tener su selección de fútbol, y el Barca jugaría la liga con el Nastic, el Reus y el Sabadell, así generaría buenos ingresos para futuros fichajes. Además, ganaría siempre la liga, ya que no tendría rival. Lógicamente Messi, Pujol, Busquets, Xavi, Iniesta, Valdés, Pedrito, Alves, etc. buscarían equipos más c om petitivos en España o Italia, pero esto, a los catalanes de pro, no les importaría mucho, lo importante sería “sus señas de identidad”.
Pero por encima de todo, los españoles, nos liberaríamos de una buena cantidad de gente que nos desprecia, de políticos que solo piensan en su tierra, y de un montón de gente que nos usa según lo que les conviene y que muchas veces lo hacen con el dinero de los impuestos que pagamos el resto de los españoles.
Será divertido verles allí macerándose en catalanismo. Y cómo, mirándose unos a otros, descubrirán con asombro lo pequeños que son al no pertenecer a España.

El coche fantástico

Sería aquel que funcionase con la energía del cuerpo humano. Incorporadas al asiento y al cinturón de seguridad -que ya no podría no llevarse- estarían instaladas unas ventosas capaces de chupar la grasa a través de la piel, alimentando una batería o lo que fuere. Adelgazarías desplazándote, si no eres africano. Si sufres un desmayo o un infarto, se detiene. No puedes conducir borracho, porque la maquinaría se bloquearía. Acelerar demasiado fatiga. Ir a toda hostia implica una paliza considerable. Para repostar sólo habría que comer, aunque fuese bazofia rápida: no se podría pedir que hubiese transporte en los países pobres, y todos tendríamos el tipín de Michael Knight (anoréxicos/as serían multados por tráfico en el mismo momento de verles, aún fuera del vehículo) En la guantera, una nevera. ¿Para qué querríamos los nuevos híbridos, o eso de que el carro te hable? Ya tenemos radio, y no nos fisga. Otras prestaciones requerirían más esfuerzo por trayecto, de tal manera que los ricos no podrían permitirse mejores bugas que el conductor medio. Los que vivan lejos de su trabajo, sobresueldo o menú de tres platos y postre. Y el único residuo que produciría sería semejante a un cagarro. Todo son ventajas, ¡a investigar! (¿Que menuda parida de ciencia-ficción? Como decía aquel, nadie sabe lo que puede un cuerpo...)

viernes, 3 de diciembre de 2010

Wikigate II

Alguien decía que la Historia comparece en los momentos sigilosos, no en los aparatosos, o así lo traduzco yo ahora. Este es uno de ellos. Resulta ridículo decir que el s. XXI comenzó con el 11-S, porque... ¿qué pasó allí?: no más que unos pocos miles de personas afortunadas palmando porque a algunos le dio la gana, ya está. Nada del otro mundo, algo a lo que estamos acostumbrados siempre que se trate de pobres, pero con mayor espectáculo. En cambio, ahora sí que se decide una cuestión inédita, epocal, en la que, en mi opinión, arranca verdaderamente el siglo vigente, en el que vivirán mis hijos les guste o no.... ¿qué hacer con Internet, la magna creación de fines de la centuria anterior? Resulta que es peligroso: esos puristas, esos cátaros de Wikileaks sacan a la luz secretos de los que depende la estabilidad de nuestro desigual planeta. Parecen movidos por lo que Weber llamaba "ética de la convicción", que se opone a la "ética de la responsabilidad" en que actúa según principios, y no de acuerdo con una previsión de las consecuencias. Que hasta ahora han sido leves, pero que, con la web de por medio, podrían ser catastróficas... Esa pregunta, y no otra distinta, es la que decide realmente el futuro, pienso. Cuando intuyamos la mordaza tras las indiscreciones iniciales, tendremos un inicio de respuesta; por el contrario, si lo que corroboramos es la imposibilidad de detener la hemorragia, tendremos la opuesta: en cualquier caso, no hay que equivocar cuál es la pregunta, un trasunto de la de Lenin o Tchernichevsky a principios del veinte.... (répito: "¿qué hacer?", establecido que el asunto de esta duda no es el viejo, inmemorial y cansino Poder, que ya nos sabemos, sino el flujo incontrolado pero no incontrolable que supone hoy esa fuerza, esa potencia apenas inexplorada políticamente que es Internet). Sea como fuere, estoy de acueducto, amigos...

Ja-mes Bond está obsoleto

/ ningún servicio secreto / contrata a gentes / como Torrente". Eso cantaba Sabina (Joaquín). A mí nunca me han gustado las películas del 007machos ese, las encuentro fatuas y vacías. No es que no me agraden las películas de héroes, al contrario, pero tienen que actuar como tales, y no como una marioneta de los sueños de superioridad del público. Rousseau se presentó a un concurso de su tiempo cuya pregunta era: ¿qué caracteriza al héroe? J. J. respondió que la fortaleza de ánimo. En este sentido, debo inclinarme ante la última -o penúltima, no sé- del superespia, Casino Royale. Es la mejor de todas sin lugar a dudas, habida cuenta de que no padezco nostalgia alguna del sesentero Sean Connery (si acaso, me hacía más gracia la ironía de las de Roger Moore). En esta las pasa putas, y no va por ahí luciéndose como un Berlusconi con pistola. Claro que, después de todo, sigue siendo peor que las películas de héroes a su pesar, como la estupenda Michael Clayton, que también vi hace poco...

jueves, 2 de diciembre de 2010

Kleine fussball stücke

Fumar antes que comer, título libre para El acento de El País 28 Noviembre

El imperio (del tabaco) contraataca. Acosado en los países desarrollados por restricciones a la publicidad y cierres de lugares públicos al humo, las grandes tabacaleras (británicas y estadounidenses fundamentalmente) han emprendido la tarea de contener la marea prohibicionista. El método más novedoso es el de denunciar las normas emprendidas por países más indefensos contra el gran imperio de la nicotina. Philip Morris ha denunciado a Uruguay y Brasil. En el resto han recurrido a métodos más tradicionales, como las campañas para evitar mayores males a su negocio. Es el caso de Irlanda, Noruega y Australia, donde Philip Morris ha contado con la colaboración de Bristish American e Imperial Tobacco.
La estrategia comporta, en todo caso, un cambio, dado que en los últimos tiempos, tras ponerse en los años noventa al descubierto los embustes de la industria tabaquera, se había resignado a los nuevos tiempos y se limitaba a tomar una actitud defensiva.
La estrategia ofensiva ha llegado a España. La nueva ley antitabaco, que prevé una prohibición total del humo en los lugares públicos cerrados, ha desbordado la paciencia de los fabricantes de cigarrillos.
La nueva ley española es la más radical del mundo y fracasará", dijo hace 15 días en este periódico el presidente de Altadis, Dominic Brisby. "Solo hay un par de países con leyes más radicales; como Bután, un país del Tercer Mundo donde la gente viaja en burro", añadió el ejecutivo.
No debiera Brisby ser tan despectivo con el Tercer Mundo porque es ahí donde compañías como la suya hacen el agosto. En Indonesia, por ejemplo, las cajetillas usan hasta dibujos animados para atraer la atención de los niños. Gracias a países como Indonesia, la industria del tabaco sigue aumentando las ventas a nivel mundial a un ritmo del 2% anual.
Un estudio de la OMS publicado esta misma semana echaba de nuevo por tierra toda la estrategia: el tabaquismo pasivo causa cada año 600.000 muertes en todo el mundo, siendo los niños el grupo de población más afectado. Frente a tales datos, las quejas contra la nueva ley de la industria, así como la de los hosteleros españoles, a los que apoya, por cierto, Philip Morris, palidecen.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Burocracia y educación, por Rita L.

Detrás del papeleo más rutinario se esconde normalmente una gran maquinaria de poder. Me refiero en este caso al lenguaje con el que los profesores de a pie debemos comunicarnos con las altas instancias educativas. Tanto para redactar la programación del curso, como para presentar un proyecto, para facilitar la clase a un alumno que “no llega”, o para cualquier otro menester, existe una plantilla de explicación por la que todos han de pasar. Para dar cuenta, por ejemplo, de nuestro propósito de enseñar a nuestros alumnos a sumar (objetivo), hace unos años debíamos consignar diferenciadamente que los alumnos aprendían la suma (concepto), a sumar (procedimiento) y a enfrentarse acertadamente ante las sumas (actitud), para lo que intentaríamos que los alumnos hicieran muchas sumas (estrategia de aprendizaje), a base de hacer nosotros sumas en directo para que puedan imitarnos (estrategia de enseñanza). También deberíamos especificar que, para aprobar, los alumnos debían resolver correctamente la mayoría de las sumas (criterios de evaluación), y que podríamos llegar  a saberlo haciéndoles resolver muchas sumas que nosotros posteriormente corregiríamos (procedimientos de evaluación). Ahora, una gran revolución educativa de despacho nos ha “invitado” a profundizar en este paripé y a añadir a todo lo anterior (contenidos), que la finalidad de nuestro trabajo consiste en que nuestros alumnos alcancen la capacidad para resolver una suma en el caso de que se les presente una y quieran resolverla sin ayuda de calculadora (competencia). Si uno se imagina lo tediosa que puede ser la explicación de cada contenido del curso en estos términos, puede uno figurarse, acto seguido, lo interesados que deben leerlas nuestros superiores… Como es obvio que nadie explicaría así las cosas ni a sus alumnos, ni a sus padres, ni a los compañeros de profesión, ni a nadie, el único sentido de todo esto es que gente que no sabe nada acerca de nuestro trabajo pueda permitirse opinar sobre él y juzgarlo como tantas veces ocurre. Imagino la cantidad de reuniones, viajes a Bruselas y a Bolonia en primera clase, despachos y gabinetes articulados para conseguir dar a luz todo el asunto de las competencias… Y a todo esto, a pie de clase, el instituto sin barrer.

martes, 30 de noviembre de 2010

La música nocturna de las calles de Madrid

¡Diógenes! (¿Sindrome de?)

En el tiempo, no tan lejano después de todo, en que fatigaba la web consultando diariamente mi puesto en la lista de interinos, encontré un trabajo de portero/conserje en un edificio de oficinas pegado a La Bolsa. Venía a sustituir al de toda la vida, que se jubilaba y no de muy buen humor, según parecía, pues se largó sin instruirme en sus muchas e intríncadas tareas. De modo que allí estaba yo de 6 y media de la mañana (daba miedo abrir las oficinas a oscuras, y más con Jiménez Losantos en los cascos, que por aquel entonces no conocía e imaginaba como un reviejo solitario de malísima baba pero fácil verbo mascando una colilla) a la misma hora del otro lado el meridiano, aplacando el vacío con libros y radio, hasta que el administrador se percató de mi poca disposición para el oficio. Era un jefazo entre varios de los que ocupaban el inmueble, y que, como los demás, llegaba emperifollado pero en moto, que sigue estando todavía de moda entre el cuello blanco madurito, y por su cargo gastaba una mala hostia que te cagas. Ni dos meses tardó en echarme, y sin avisar, una tarde en la que iba yo a por un renuevo en mi uniforme de pringao y me informaron de que mis servicios ya no eran necesarios. Pero la relación con el carquilla ese me deparó un instante casi glorioso, que tuvo lugar cuando me reprochaba lo sucios que estaban los cubos de basura (por lo visto, también había que limpiarlos por dentro):

-Usted que es filósofo, supongo que habrá oído hablar de Diógenes, ¿no?
-¿Laercio o de Sínope?

Todavía hoy no logro concretar cuál de los dos se pasó más de listo en aquel momento. O de tonto.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Wikigate, I

Sólo lo he oído durante un rato en la radio y no me he enterado bien. Por poner un simil no futbolísitico: imaginando que lo que se ha filtrado es como si hubiesen abierto en canal la mente de un ajedrecista en mitad de la partida, qué tenemos entonces: ¿las ordenes particulares que mueven cada pieza, del estilo: "a tí, peón, te coloco cerca de ese alfil que parece querer conspirar con aquella torre del bizco este"? ¿o, más bien, el plan general en su totalidad, del estilo "reina allí y caballo aquí que como vea amenazado su alfil se despista le hago la envolvente y le doy jaque"? Supongo que en el estado en que se encuentra la revisión de los cables aún no se puede responder, pero es que habría una diferencia descomunal, exactamente la que va del cotilleo acerca del detalle escondido de lo ya ocurrido jugada por jugada a descubrir las intenciones fundamentales de lo que ocurrirá o está ocurriendo en la estrategia global. Y, por último, ¿es la cabeza de Kasparov la destapada al conocimiento público o la de su chofer, que también se hace sus torneos y tiene su opinión? Que alguién lo aclare, por favor.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Poemas a la muerte, Emily Dickinson, selección, traducción y prólogo de Rubén Martín, Bartebly editores, edición bilingüe, 2010.

Ninguna hermenéutica tan singular ha tenido lugar en la cultura occidental como la que el Romanticismo hizo de la Edad Media. Mediante ella, el universo temático de la muerte en particular pasó de enmarcarse en una representación de la Parca como temor a su llegada y posterior duelo de su fait accomplí a una ambigua simbología de la muerte como misterio y presagio -o, en otras palabras: de fatalidad cósmica a destino individual. La música decimonónica se hizo estremecido eco de esta sutil pero radical variatio (Schubert, sobre todo), mas la poesía del siglo que a menudo le dio pábulo también fue afectada, eminentemente en la obra y figura de la norteamericana Emily Dickinson. Una autora sin duda enigmática, solitaria, y de imposible clasificación, pero también imprescindible al margen de criterios burdamente nacionalistas. La presente antología, excelentemente escogida y trasladada al castellano por Rubén Martín, nos adentra en esa alcoba en penumbra de la intimidad de una existencia precisando en imágenes su personal anticipación. El prólogo tal vez resulte demasiado académico y formal para el relámpago en la noche que aguarda después, pero es el precio a pagar para una nueva sensibilidad y una nueva inteligencia a la hora de presentar una creación ya clásica, seguramente minoritaria más no obstante indiscutible. Puede que hoy comprendamos que la muerte nunca puede dar significado a la vida, sino al revés, que la muerte no es sino un proceso de la vida, pero ello no resta valor a estas iluminaciones en claroscuro, para las cuales hay que aplicar el calificativo de alta filosofía tanto como el de gran poesía. El presente libro nos ofrece la ocasión de revisitarlas con el corazón en vilo, aunque no únicamente por la angustia, sino por su delicada belleza, que no es cosa de poca monta en los tiempos apresurados que corren.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Selva de noviembre, Alberto de Frutos Dávalos, Facultad de Filología, Premio Blas de Otero

Parece que me ha sido destinado el mes adecuado para leer este mirífico poemario. Pero no la ocasión: febrilmente en una sala de espera del ala de urgencias de un hospital -nada grave, espero-, y de un mareante y vertiginoso tirón. La falta de genio combinada con las demasiadas lecturas me hacen vulnerable a las comparaciones: creo que el autor, amiguete, versifica un amor más complicado de seguir que el de Neruda, pero también más profundo y sincero. Lo que tiene de surrealista torrencial queda contenido por una unidad de forma y leiv-motivs que recuerda más al Dylan Thomas programático del Manifiesto poético, donde Breton es disciplinado en gran medida. La verdad es que no entiendo qué puede hacerle a uno poeta en el s. XXI, pero si se es bueno, hemos de atenderle. Salvo en un caso: barrunto no dejárselo ni mirar a Rita, no vaya ser que envidie secretamente a S. L... ¿Qué será de ella, por cierto? (se me perdone esta incursión al otro lado del sueño: cotilla importuno que es uno).

No es Romita Jr.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Siempre la misma cantinela...

<http://www.elpais.com/articulo/opinion/cultura/cultura/elpepiopi/20101125elpepiopi_12/Tes

El ex-ministro escoge un libro de entre los trillones que existen y se nos pone apocalíptico. La "cultura" que echa de menos debe ser algo sumamente político, pues tiene un ministerio entero para velar nominalmente por ella. Algo, desde luego, muy caro, pues deber ser subvencionada ya que las masas mejor se lo ahorran. Algo encerrado... ¿o no se dice que en ciertos eventos "toma la calle" (o sea, lo que se hace en la calle no es cultura...)? Algo muy débil, ya que se le pide apoyo desde las economías fuertes. Algo viejo, puesto que deja de ser el gran valor que fue durante tanto tiempo. Algo triste, visto que la gente se decanta por la porquería que la sustituye. Algo, en fin, que no sé si merecería de una eutanasia digna para que acaben de una vez sus cacareadas agonías y las de sus familiares y amigos más contritos. Porque entre estertores no nos sirve de nada, al contrario ¿Y no será que la cultura es otra cosa, y no los vestigios de la anterior organización del mundo? ¿Y si el propio ministro, o Lipovetsky, son unos incultos funcionales, dado que escriben y leen libros, pero ignoran cómo funciona un CD? ¿Sería de "integrados" decir que un hacker que construye Linux es sabio aunque no haya saboreado en directo una pintura de Ingres? Desde su propia lógica, el discurso apocalíptico es un brindis al sol, habida cuenta de que manifiesta por medios modernos una inquietud que dice periclitada. Es como si yo usase el megáfono para lamentar la declinación de los espacios acústicos. Naturalmente, si éstos verdaderamente se perdiesen, sólo podría utilizar el megáfono, pero el mero hecho de utilizarlo hace que se conviertan cada vez en más innecesarios. De modo que sólo nos cabe una opción, que es estudiar el nuevo mundo de transmisión popular de la voz a que da lugar la invención del megáfono, y no venir con jeremiadas acerca de qué bonitas eran las leyes de la resonancia cuando las empleaban los arquitectos de los reyes en sus teatros.

El presente tiene sus derechos, entre ellos no tener que pagar las deudas del pasado ni servir de inversión para el futuro. Hoy se ejercen a fondo, y es absurdo oponerse por principio a  ello. Y hay algo más: es posible que, una vez estirada la pata del todo, la Cultura con mayúsculas empiece por fin a demostrar su atractivo al menos para unos cuantos, como sucedió con la Grecia y Roma clásicas para aquellos sedientos de amplitud mozalbetes renacentistas -do haya luz acudiremos raudas la polillas, aunque sea artificial...

jueves, 25 de noviembre de 2010

Verdades mal defendidas, enviado por Manuel O.



Claro, así cualquiera queda como brillante paladín del sentido común a lo Rajoy, porque:

1) Tu adversario no está presente, de modo que es fácil ridiculizarlo (que es lo que vamos a hacer aquí).
2) Adoptar una actitud paternalista con una chica no sólo es machista, además es una manera oblicua de competir con otro tío que supones está detrás comiéndola el coco peor de lo que podrías hacerlo tú.
4) ¿Un "trozo de carbono"?: un lápiz, un diamante... Ninguno de ambos sostienen una conversación.
5) Es desinformado, ideológico, creer que vivimos más que nuestros tatarabuelos, no digamos ya el doble.
6) No parece que la postura pragmática y empirista esta esté salvando el mundo precisamente... (De hecho, el que despoja a los demás también gusta del vino, la compañía, etc., y se sabe insignificante, pero menos).
7) Y, en fin, una verdad presentada con suficiencia e improvisación equivale a una mentira cabreada.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

No es historia. No es ficción, por Alberto de F.


Escribe, ahora que puedes, encima de estas teclas que son como callejones oscuros. Habla de la luz, sueño de asfalto con muchos coches mojados, pero sobre todo de esas máquinas que pisaban arena con sangre mientras una chica bailaba en Andalucía. Tu tierra es allí donde te mareas. Tu silencio es la afonía en una mansión de árboles tan verdes como el nacimiento de un niño. De repente, mueres. De repente, matas. Y cuando sales de este bosque de cabezas gachas por la timidez, te encuentras con otras ferias que sonríen al mirar mejillas avergonzadas. Todo empezó un día de lluvia. El hombre del paraguas, guardián de las puertas victorianas, esperaba la llegada de los cazadores.

Sube esas escaleras que van más allá de las paredes multicolor, aprende cada rincón del agua, llora al acariciar los postes, pero no los cortes como un indio tísico. Los focos son las junturas de los esqueletos. Todas las palabras se fabrican en un anónimo banquete de adjetivos que se vierten sobre tarrinas de veneno. La primavera es mirar unos ojos de hierba. Una guitarra que olvida el código de sus teclas es el verano. El invierno es como un refrán que no existe. Tampoco el amor. Y, sin embargo, besarás esa nariz que brilla como el viento, o sea, la nariz de una mujer invisible, un fantasma sin alas; aunque los fantasmas no vuelen más que en inminentes pesadillas con forma de luna.

Vivir en la noche es ser pegajoso como un charco. Todas las semanas comprendo a los días que quieren ver salir agua del grifo cuando lo que beben no es más que aire. O besar dragones en vez de estrellas. Los dragones son verdes como las plazas en las que pasea la muerte consonante. Copas nacionales o copas inmigrantes. Vale más lo que viene de fuera, aunque, luego, en las avenidas, te escondas bajo cartones de vagabundo para no darle la mano a un ladrón de células.

¿Tú has besado alguna vez tu propio cabello? No, ni tampoco sabes lo que es un cuerpo. Alguna vez, acaso, has salido de un sex shop: inevitable encontrarte entonces con la chica que te gusta. Te sonreirá tímida, pero no olvidará, cuando te vea en clase, el rubor manga de tus pómulos. Hombres, mujeres, niños que hacen el papel de humo en los carteles mientras los párpados se van cerrando como unos labios sobre unos labios o una espada sobre un corazón de silencio. Ebriedad: ruido de fontanería, luces de amarillo que parpadean como en una mortandad existencialista, odas de sueño. Sobre todo, odas de sueño.

La lengua es una rama seca que cuando pide agua habla en dialecto vodka. Quererte es fácil en el momento en que te vuelves miope. Escribir también es fácil, porque no eres tú quien decide cerrar la prosa con un “sin ti” que vale su peso en risas. Cuándo fue la última vez que tuviste miedo. Te has equivocado tres veces al escribir el “pin” en el móvil. Tarjeta sim bloqueada. Si viniera un huracán, no podrías explicar a su sombra que te has perdido, como un pozo no puede convencer al guerrero de que tendrá sed si se lleva toda el agua. Una pared blanca. Un susurro negro. Una cortina de ojos legañosos. Amanecer es igual a sacar una fotografía a un grupo de extranjeros que corre por los árboles como una gacela posesa de amor desesperado.

Acentúa todas las palabras. “Con lo bonito que sería un teatro o un cine...”. Bonito para el acomodador o para el telón que se baja o sube al compás de unos aplausos. Poco a poco vas encontrando tu lugar en el mundo. Tu lugar es una regresión que te lleva al tiempo en el que los peces saltaban en placentas divinas. Es un pentagrama exiliado de su orquesta, pero también puede ser descubrir que tu voz es ronca, que tus manos tiemblan, que el amor empieza cuando escupes ranas sobre la civilización de los versos. Los números del día son en la noche caricias. Los libros de la tarde no pueden hacer nada contra esa piel que te toca. Que te beses en el espejo duele cuando unos ojos se acercan a tus ojos como cíclopes en llamas. ¡Anda, háblale a esa chica de Shakespeare o de Beethoven! La raza de la noche es el movimiento: no hace falta pasado ni futuro.

Después, claro, viene la amnesia. Alguien te dice: “Calcúlame cuándo tarda en consumirse una vela”. Y descubres de repente la ciudad tras las cañerías, la sonrisa roja de una mujer que posó como virgen en un supermercado o a esos cadáveres que los humoristas sacan de los ladrillos viejos para viajarlos en ambulancia sin ruedas. La muerte es tan escrupulosa... Sábanas blancas, macetas que te caen en la cabeza como gotas de lluvia palestinas. Vivir en un jardín recoleto o un laberinto; pero mejor vivir alrededor de una mesa de espuma que te suba las mantas hasta los ojos a la hora de dormir.

Esta noche he visto calles levantadas de tristeza, raíles que se desangraban en vómitos, una soledad que se entregaba a la resurrección de los sifones mohosos. Tocas en el piano una canción infinita que deshace los relojes en rimas fáciles como la carne apretada. Y, al final, la misma calle, las mismas orejas, los mismos brazos que escaparon de las granadas por preferir el zumo de lima limón.

Si no tienes edad de retirarte a las montañas, si todavía puedes volar a reinos de comepiedras... no quieras envejecer ni ser el personaje de una novela. Tiempo habrá de comprar bastones en los chinos o de aprender a morder pipas. Tiempo habrá de poner el despertador a las seis de la mañana para acribillar los nervios en una danza ciega. Tiempo de pintar en los cristales. Si alguien te pide perdón, no lo mires; si alguien te vende sus manos, no las aceptes porque pueden ser las manos de un cadáver; si ves que te cierran los ojos, duerme antes de que sea demasiado tarde.

Desde niño, los jeroglíficos lo apabullaron con un lenguaje incognoscible para que no hubiera pillo capaz de adivinarlos. Él, qué demonios, no era Champollion. Ni le gustaban los champiñones.

E.H. Raspe dixit...

Quid iuvat innumeros scire atque evolvere libros
Si facienda fugis, si fugienda facis? 


(¿De que sirve conocer y leer innumerables libros, 
si huyes de lo que hay que hacer y haces lo que hay que rechazar?)

sábado, 20 de noviembre de 2010

viernes, 19 de noviembre de 2010

Antipatiqueando en los papeles sobre la cocina pija

http://www.elpais.com/articulo/opinion/museo/nuevos/alimentos/elpepuopi/20101119elpepiopi_4/Tes

Breve teoría del cuento breve

¿Conocéis el chiste? Un amigo le dice a otro: "Tío, ¿te acuerdas de aquella vez que estuvimos en el Amazonas, y para cruzar el río construímos una balsa, y a mitad de camino fuimos atacados por los cocodrilos, y tú luchaste con uno, y le sujetabas el cuello con un brazo mientras que con el otro le metías el remo en la boca?"; a lo que el amigo responde: "Pues ahora no caigo, mira". El chiste -libremente recreado- es tan bueno porque ciertos sucesos son en sí mismos memorables, y resultaría ridículo nivelarlos con cualesquiera otros por muy tergiversados o exagerados que se cuenten. Esa es la base eterna de la grandes narraciones, históricas o ficticias, si es que hay diferencia entre las dos. El relato corto, en cambio, es una invención más reciente que consiste en fijar esos "cualesquiera otros" hechos pequeños e irrisorios que en sí mismos no tendrían relevancia hasta que el ojo clínico del escritor los realza para obtener de ellos verdades de mayor amplitud. El escritor de relatos -la metáfora es de uno de ellos- es "el hombre de la multitud" de las ciudades modernas, que persigue otras vidas aislándolas de la muchedumbre, para devolverlas al término una vez más a la multitud indistinta. Se pueden tomar muy seriamente las recomendaciones de Chéjov, Quiroga u otros, pero, en mi opinión, sólo situándose -sólo perdiéndose- en la multitud urbana se escribe la primera palabra de un cuento moderno (¿fue Benjamin quién lo dijo?)

jueves, 18 de noviembre de 2010

Lo ví estupefacto en la tele de un bar anteayer...

...gordo como un oremus, César Vidal impartía doctrina en vivo desde "libertad digital" -¿libertad a digito?- como antes lo había hecho en radio, artículos, revistas o libros, un centenar de libros.. (el truco para escribir tanto siempre es el mismo, aparte de negros: tener las ideas claras e inamovibles, que así todo dato nuevo encaja a la primera en la plantilla). El almuerzo le ayuda a pensar y desde esa euforia nos exhorta o desde la indigestión nos condena: en cualquier caso se trata inexorablemente de desenterrar el tarro de las esencias patrias, que por lo visto es como la dieta mediterránea de la hispanidad, archinuestro y archisaludable. Sin conocerle leí yo de kiosko Los masones, y debo elogiar la honestidad del título, ya de la masonería en sí no se aportaba explicación alguna: la cosa consistía más bien en delatar uno por uno a los infiltrados históricos y denigrarles por su poca verguenza. De verdad que no sé qué hemos hecho en sudeuropa para merecernos este viejuno retablo de gárgolas verborreicas empeñadas en la empresa de no dejarnos nunca escapar del pasado, como tratando de emparedarnos para siempre jamás entre sus innumeros volúmenes de rancias mentiras. Que no lo digo sólo yo, antipáticamente, que es vox populi incluso en la red... http://es.wikipedia.org/wiki/César_Vidal (O sea, que todavía si fuese un Menéndez Pelayo rezagado de la prosa y la erudición al servicio de la causa, pero es que ni eso, leche...)

Los hijos de nuestros hijos, Clifford D. Simak, Ediciones Martínez Roca

Publicado en los años ´70, es como si un episodio de El ala oeste de la Casa Blanca se tornara más fantástico todavía. "Todos los hombres del presidente" han de afrontar una crisis producida por un elemento de ciencia-ficción, y a partir de ese presupuesto Simak imagina las consecuencias políticas, sociales y económicas del suceso con una amplitud de miras encomiable. Y es tanto lo que le interesa ese aspecto realista de la cuestión, que el relato acaba cuando los problemas van aclarándose, sin que al autor le importe narrar el detalle de la puesta en práctica de las medidas salvadoras. De todos modos, sólo se puede encontrar en bibliotecas o librerías especializadas, conque creedme: es bueno, no cojonudo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Ascetismo ateo

Se cuenta que la heroína volvió en grandes cantidades a Occidente cuando la CIA necesitó neutralizar a los  "panteras negras", que, como policía espontánea de los barrios negros, amenazaba con autogestionar la seguridad de las zonas marginales dejando a un lado a la policía oficial. El ardid de conseguir que los "panteras..." se destruyesen a sí mismos impunemente a base de chutes a punto estuvo de funcionar, pero estaban tan bien organizados que advirtieron la jugada y fueron capaces de rechazar el cargamento a tiempo. De allí, en consecuencia, se dispersó al resto del país, hasta hoy, que sigue sirviendo para que el lúmpen se autosuprima sin cargo legal aparente de responsabilidad hacia los gobiernos. Táctica tan inteligente como perversa, no hace falta decirlo. Pero, previsiblemente, incontrolable, puesto que las drogas heroicas no sólo son consumidas por los pobres, y de cuando en cuando el cachorro de una familia rica cae, por no hablar de músicos, actores e incluso los propios políticos en un curioso giro del efecto boomerang 
¿Y cual es la naturaleza intrínseca de heroína, cocaína, base, crack, etc.? Pues, como señaló hace años Agustín García Calvo, que producen subidones vacíos, éxtasis nihilistas, sin rastro alguno de visiones, armonías, pesadillas u otras experiencias de viaje o autoconocimiento. El yonki termina por abandonar familia, amigos, trabajo, aficiones e incluso aspecto físico para convertirse en un zombi de la miseria, todos iguales (roncos, sin dientes, etc.) y todos en persecución de un único afán. Es una forma de ascetismo porque el yonki ya no come, ya no se asea, ya no se viste y ya no se relaciona, como el estilita en lo alto de su columna o el ermitaño en su cueva. Sólo que aquí Dios se siente rezándole al camello, y efectivamente la divinidad es nada, pero una nada altísima, suprema, hecha de negación del cuerpo y lo mundano y no muy diferente de la muerte. Como decía Marx, cuando la historia se repite lo hace primero en forma de tragedia y luego en forma de parodia. El opio como religión del pueblo tampoco parece buena idea.

Alberto da frutos... ¡Y dábalos!

http://editorespolicarbonados.blogspot.com/

¿Fusión de horizontes?

Esta mañana, recién llegado, mis alumnos marroquíes me han obsequiado con fotos de corderos degollados -que, por cierto, no tienen cara de nada, al menos estos. Y es que ayer fue su fiesta y ninguno vino a clase, pero no les preguntes por qué. Unos piensan que se celebró el indulto de Dios al hijo de Abraham, otros que el nacimiento de Mahoma y otros que... la fiesta del cordero, claro. Éstos últimos son los que tiene razón, puesto que tanto el choque de civilizaciones como el intercambio de culturas son expresiones que remiten igualmente a la disolución de las tradiciones en la nada. La fiesta del cordero es autorreferencial para los que ni siquiera recuerdan su país de origen, y sólo un nacionalista tarado como Carod Rovira puede creer que aún defiende algo más acá de política y dinero, si es que lo cree. ¿Nos o me importa mucho la definitiva conversión de la tradición en folcklore? Pues depende de lo que nos devuelvan a cambio, naturalmente. Y los chicos seguro que lo entienden igual. Muy rico el cordero, y lo mató mi papá, no como en el kebap: eso es lo que finalmente importa.

martes, 16 de noviembre de 2010

Aventuras del Capitán Russell, Fernando Savater, El País hoy, envíado por Paúl S.

Supongamos que usted, amable lector, nació en España entre principios de los años treinta y finales de los cincuenta del pasado siglo. Y supongamos también que usted es una persona normal, sana e inteligente, es decir, que durante su infancia y adolescencia (que bien pudiera haberse prolongado en ese aspecto hasta hoy mismo, como puedo personalmente atestiguar) disfrutó con los tebeos más que con nada en la vida. Pues si tal es el caso no debe perderse Tragados por el abismo (Edicions de Ponent), la estupenda historia del tebeo de aventuras en España escrita por Pedro Porcel, ilustrada con tan abundante generosidad y tino como para complacer al nostálgico más exigente. Una auténtica orgía con menores pero sin atisbo de violación ni abuso porque tales menores son los que cada uno llevamos dentro: esos niños nunca del todo "tragados por el abismo" del tiempo aniquilador.
El estudio de Porcel no solo está bien documentado sino también escrito con gracia y soltura. Uno de sus aciertos es relacionar los argumentos y personajes de las historietas con sus precedentes en la novela o el cine. Otro, distanciarse de esa teoría reduccionista que descalifica a algunos héroes emblemáticos (El Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín...) como simples emanaciones de la ideología franquista. Aunque jugaron con las cartas marcadas por la dictadura, tienen sus propios aciertos como estímulos ingenuos de la imaginación popular... que a fin de cuentas es la que termina sobreponiéndose a las grisáceas tiranías. Y que conste que hubo obras maestras en ese género, hoy ya en vías de olvido. ¿El Capitán Trueno? Desde luego, pero a mí que me entierren también con el Inspector Dan de Giner y el Cachorro de Iranzo...
Confieso que hoy muchas de las llamadas "novelas gráficas" resultan demasiado adultas para mi gusto. Se toman tan en serio su papel sociológico y sus denuncias históricas que terminan siendo tan cargantes como las novelas no gráficas que debemos padecer para edificación de nuestra alma. Por supuesto siempre puede uno refugiarse en el Hellboy de Mike Mignola, en las sagas italianas editadas por Bonelli (como Dampyr o el invariablemente entretenido Dylan Dog) y, cuando falta lo demás, en las reimpresiones hoy frecuentes de los clásicos de Buscema, Alex Raymond y compañía. Pero de vez en cuando aparece la novedad de una joya sin descoyuntamientos tenebristas ni realismo de telediario que es realmente "para todas las edades" como suele decirse, y que nos reconcilia con las posibilidades del género.
Tal es el caso de la que me parece la mejor novela gráfica de los últimos tiempos: Logicomix, editada en EE UU por Bloomsbury y, si no me equivoco, aún inédita en España. Su argumento se debe a los griegos Doxiadis y Papadimitriou, con dibujos de Papadatos y color de Annie di Donna. El protagonista de este cuento delicioso no es un guerrero ni un detective, sino el gran filósofo Bertrand Russell. Y en él aparecen como personajes invitados algunos de los mayores lógicos del pasado siglo, implicados en los episodios políticos y bélicos de su época, pero sobre todo en la mayor aventura épica imaginable: la búsqueda de la verdad racional. ¿Un tema árido y poco popular? Todo lo contrario, gracias al talento cándido pero también sabio de los guionistas y al enorme encanto de las ilustraciones de línea clara en las que encarna el relato. El manido lema de "instruir deleitando" suele sonar justamente ominoso a los más pequeños y también a quienes estamos de su parte: en esta ocasión, sin embargo, se cumple de forma casi mágica y a todas luces ejemplar.

Inminente arranque de La Matraca 2

Segundas partes fueron buenas: http://www.somosmalasana.com/noticias-madrid-malasana/la-matraca-quiere-que-pruebes-el-jamon-y-mantengas-el-alma-ocupada/

lunes, 15 de noviembre de 2010

Marruecos abusón

David vence a Goliath es una leyenda hebrea, no musulmana. Y una honda sería la única arma de la que podrían disponer los saharauis, pero les faltan piedras. ¿No había dicho Franco en su lecho de muerte que lo había "dejado todo atado y bien atado"? Se dejó un cabo suelto, y sus sucesores tampoco están por la labor de anudarlo. Ya escribió aquí Rita L. que el espíritu despojado del desierto haría cualquier cosa por salir en los medios. El reyezuelo les ha concedido esa merced a cambio de sangre. Gratitud lo que se dice gratitud sólo se la van a terminar teniendo los propios medios, que viven un momento de gloria en su proscripción. África está condenada en todos los aspectos: ya veremos las consecuencias cuando vengan a comernos por las patitas. Su agonía comenzó cuando unos antropólogos trazaron a tiralíneas sus fronteras en el s. XIX para definir colonias sin conocer tribus. Ahora bajarse al moro ya no desencadena risas...

sábado, 13 de noviembre de 2010

Economía del consumo para filósofos y poetas: acerca de la propuesta de una cultura del trueque urbano

“Todo necio / confunde valor y precio”. Si el pareado de Machado sigue vigente -y así nos gusta pensarlo a todos, que creemos estar del lado bueno de la disyuntiva-, entonces hay que confesar que vivimos en una gigantesca cofradía internacional de necios, y nadie puede fácilmente librarse hoy de esta imputación. Hemos oído que “todo hombre tiene un precio”, hemos hablado o nos han hablado de las vivencias que, en cambio, “no tienen precio”, o decimos haber pagado “religiosamente” nuestros impuestos o nuestras deudas, que no es poco. Incluso “la muerte tenía un precio” si hay que creer en la escuela económica de Sergio Leone –y que las funerarias conocen tan bien. En el colmo, los empresaurios nos dicen que tenemos que “vendernos a nosotros mismos”, como si en un mercado humano pudiésemos mostrar los propios dientes para subir el precio de nuestras flacas fuerzas, haciendo el papel de esclavos y esclavistas a la vez. Existen, así, innumerables expertos en precios sin ninguna titulación y que para nada necesitan leer El economista camuflado, aunque sólo sea porque muchos de esos formidables especialistas no alcanzan siquiera la mayoría de edad…

En cuanto al valor… Se habla constantemente de la “crisis de los valores” del mundo contemporáneo, y yo no entiendo bien qué es lo que se echa exactamente de menos… ¿Será la crueldad y adustez del patriarcado? ¿Acaso la lealtad y entrega total al trabajo? ¿Quizá el elitismo hierático de la alta, altísima cultura? ¿Tal vez el tedio y las mentiras del matrimonio, de las que todos hacen chiste? ¿O, sencillamente, campea una nostalgia rabiosa de los buenos modales, el respeto, la caballerosidad y otras formas camufladas de hacer tolerable la autoridad? Lo ignoro, por lo cual supongo que eso dependerá del carácter y la formación de cada cual. Pero de lo que estoy seguro es de que antes -ese “antes” idílico…- el dinero era tan importante o más que ahora, y de que por tanto las denuncias que se dirigen a nuestros tiempos como exponente máximo de codicia y falta de escrúpulos reproducen punto por punto las que se han cursado siempre desde que el hombre es hombre. De modo que no hay remedio sencillo al amancebamiento bastardo entre valor y precio apuntado por Machado, puesto que de sus innobles relaciones tenemos testimonios que se remontan a milenios, y del “auténtico”, genuino valor… aunque los filósofos le han dado muchas vueltas, en mi opinión no es más que una dimensión socialmente construida de la percepción, es decir: percibo, luego valoro, pero como percibo desde mi comunidad de origen, taso, pongo precio, comparo, calculo…

Y es que realmente resulta imposible evitarlo, porque la mayoría adquirimos cosas o disfrutamos servicios según el precio de eso llamado producto que nos venden, que es el que nos informa del valor que merece aquello de lo que vamos a apropiarnos legalmente, y además lo llamamos así, “producto”, como a sabiendas de que nada tiene de singular, personal o sentimental, sino que se trata de una pura y dura mercancía prestigiosa. Y tal prestigio se lo otorga no su utilidad, ni su capacidad de satisfacer una necesidad -que no es exactamente lo mismo: un reloj es útil, una prenda de vestir, necesaria: puedo pedir la hora a alguien que pasa, pero no debo pedirle sus calzoncillos-, ni siquiera su escasez, el trabajo invertido o su cuestionable belleza. No: el prestigio de un bien o servicio se lo presta en la actualidad su vinculación a una imagen, y ésta ha de ser una imagen tal que sea reconocida como prestigiosa también por otros, sean estos una minoría selecta por un motivo u otro o una mayoría indiscriminada y a bulto. Efectivamente, nadie se compra, por ejemplo, una moto hoy porque sea el único medio de transporte posible, o porque sea el más seguro, o el más cómodo, o el más barato. Al contrario de todo esto, la moto se compra casi siempre porque uno aspira a formar parte del club mundial de los poseedores de moto, así de simple. Y si además se compra específicamente una Harley Davidson, es que lo que se desea es consumir y experimentar una determinada imagen consagrada por muchas películas y alguna cita popular anual de moteros de rostro impenetrable. Querer consumir y experimentar esa imagen, y, al mismo tiempo, hacer que los demás, sean moteros o no, la consuman y experimenten también en la forma de reconocimiento de ciertos valores asociados a ella, como son libertad, riesgo, vida nómada o independencia, eso es lo que se ansía concretamente. De manera que una Harley es todo eso de facto, y a ello debe su prestigio, el cual rápidamente se traduce en un precio donde lo que se compra es de todo menos un mero vehículo que te lleva de un lugar a otro.

De hecho, es curioso recordar que las mismísimas Harley fueron unas motos bastantes malas, técnicamente hablando. El propio nieto del fabricante original lo recordaba así en un reciente reportaje que leí en El País –creo que era El País: otra mercancía socialmente prestigiosa. Parece, en efecto, que hubo un periodo de tiempo (entre los años sesenta y los ochenta) en que la Harley, pese a que se vendió bien durante la guerra, sufrió un “bache” -valga la expresión- debido a su identificación con los soldados que volvieron de la contienda sin nada entre las manos y no tuvieron otra que convertirse en esos tipos peligrosos que iban de ciudad en ciudad o de pueblo en pueblo sembrando el terror. Entonces la célebre fábrica comenzó a usar piezas de dudosa calidad, y la emblemática marca comenzó a encubrir unos cacharros más bien defectuosos y fallidos. Easy rider -sea dicho sin menoscabo de Dennis Hopper, recientemente fallecido- y muchas otras cintas ayudaron y no ayudaron, puesto que ser un outsider resultaba atractivo para unos cuantos, pero no en absoluto, cuando menos, para sus dignos padres. Para más inri, la competencia impuesta a la sazón por la irrupción de los artefactos japoneses puso en serios apuros a una empresa que sólo tenía que volver a hacer las cosas bien para sacar partido e incluso tajada de su longeva imagen. Bueno, pues así se hizo finalmente, como se cuenta en este mini-reportaje apologético publicado en Elmundo-motor: http://www.elmundo.es/elmundomotor/2001/03/09/ocio/984152284.html)

Verdaderamente, no está nada mal. Así es como se hacen las cosas en la sociedad post-industrial: se coge un artículo mediocre y con la adecuada campaña de publicidad se convierte en un objeto portador de valores, los cuales son cobrados en metálico o a plazos –es en virtud de la misma estrategia, por cierto, que se coge un café de imagen europea inventado en Seattle y consigue venderse como una novedad a los propios europeos: la cadena se llama Starbucks… Frente a esta cultura en la que vivimos, donde la imagen ha pasado de ser un icono puramente decorativo o familiar a erigirse en el espacio de aparición donde se desarrolla -a la vez que en la palanca que mueve a- la economía, el experimento que suponen las redes de trueque urbano supone una alternativa digna de consideración. No, desde luego, porque vayan a enmendar la plana a la economía de la imagen, sino porque se sugieren como una cultura paralela en la cual vuelvan a primar lo singular, lo personal y lo sentimental en el intercambio de objetos y experiencias. Los eidola, como diría Platón despreciativamente -o, mejor, los eidolón: las imagencillas- seguirán ahí condicionando el mercado con su fluctuación ininterrumpida capaz de modificar una y otra vez las relaciones entre valor y precio, pero ahora con una importante salvedad: quien quiera desmarcarse o simplemente tomarse un descanso de esta corriente general podrá hacerlo atesorando sus pertenencias para dar lugar a otras sin apenas coste, es decir, aplicando una cierta lógica propia más no obstante transferible. La correlación triangular entre imagen-valor-precio, en puridad, no se rige por ninguna lógica cuyas leyes podamos descubrir, sino por una retórica, es decir, por maniobras de persuasión más o menos eficaces o convincentes apadrinadas por el capital. Igualmente, el trueque se propone como una persuasión más o menos dependiente de la cultura de la imagen, pero en la que los persuasores no nos resultan ajenos o extraños, pues somos nosotros mismos. Digo que “se propone”, ya que lo que antaño nació de la necesidad, nuevamente reaparece en forma de libertad posible.

En filosofía denominan con Heidegger a esta modificación de los hábitos Verwindung, que significa “asumir y gestionar de otra manera” lo existente, en vez de soñar con un Überwindung, que sería aspirar a “negar y superar” un estado anterior. Entendiéndolo así, el trueque en las sociedades actuales no sería más que la recuperación de una “senda perdida” del pasado que halla un cauce de realización válido para el inmediato futuro. Muy probablemente no es este el camino hacia el que se orientaban las indicaciones de Machado o Platón, pero sin duda es un camino interesante para el pensamiento contemporáneo tanto o más que para el terreno de las prácticas de consumo e interacción del presente, y no una vulgar necedad como hay tantas.