Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

martes, 30 de noviembre de 2010

La música nocturna de las calles de Madrid

¡Diógenes! (¿Sindrome de?)

En el tiempo, no tan lejano después de todo, en que fatigaba la web consultando diariamente mi puesto en la lista de interinos, encontré un trabajo de portero/conserje en un edificio de oficinas pegado a La Bolsa. Venía a sustituir al de toda la vida, que se jubilaba y no de muy buen humor, según parecía, pues se largó sin instruirme en sus muchas e intríncadas tareas. De modo que allí estaba yo de 6 y media de la mañana (daba miedo abrir las oficinas a oscuras, y más con Jiménez Losantos en los cascos, que por aquel entonces no conocía e imaginaba como un reviejo solitario de malísima baba pero fácil verbo mascando una colilla) a la misma hora del otro lado el meridiano, aplacando el vacío con libros y radio, hasta que el administrador se percató de mi poca disposición para el oficio. Era un jefazo entre varios de los que ocupaban el inmueble, y que, como los demás, llegaba emperifollado pero en moto, que sigue estando todavía de moda entre el cuello blanco madurito, y por su cargo gastaba una mala hostia que te cagas. Ni dos meses tardó en echarme, y sin avisar, una tarde en la que iba yo a por un renuevo en mi uniforme de pringao y me informaron de que mis servicios ya no eran necesarios. Pero la relación con el carquilla ese me deparó un instante casi glorioso, que tuvo lugar cuando me reprochaba lo sucios que estaban los cubos de basura (por lo visto, también había que limpiarlos por dentro):

-Usted que es filósofo, supongo que habrá oído hablar de Diógenes, ¿no?
-¿Laercio o de Sínope?

Todavía hoy no logro concretar cuál de los dos se pasó más de listo en aquel momento. O de tonto.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Wikigate, I

Sólo lo he oído durante un rato en la radio y no me he enterado bien. Por poner un simil no futbolísitico: imaginando que lo que se ha filtrado es como si hubiesen abierto en canal la mente de un ajedrecista en mitad de la partida, qué tenemos entonces: ¿las ordenes particulares que mueven cada pieza, del estilo: "a tí, peón, te coloco cerca de ese alfil que parece querer conspirar con aquella torre del bizco este"? ¿o, más bien, el plan general en su totalidad, del estilo "reina allí y caballo aquí que como vea amenazado su alfil se despista le hago la envolvente y le doy jaque"? Supongo que en el estado en que se encuentra la revisión de los cables aún no se puede responder, pero es que habría una diferencia descomunal, exactamente la que va del cotilleo acerca del detalle escondido de lo ya ocurrido jugada por jugada a descubrir las intenciones fundamentales de lo que ocurrirá o está ocurriendo en la estrategia global. Y, por último, ¿es la cabeza de Kasparov la destapada al conocimiento público o la de su chofer, que también se hace sus torneos y tiene su opinión? Que alguién lo aclare, por favor.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Poemas a la muerte, Emily Dickinson, selección, traducción y prólogo de Rubén Martín, Bartebly editores, edición bilingüe, 2010.

Ninguna hermenéutica tan singular ha tenido lugar en la cultura occidental como la que el Romanticismo hizo de la Edad Media. Mediante ella, el universo temático de la muerte en particular pasó de enmarcarse en una representación de la Parca como temor a su llegada y posterior duelo de su fait accomplí a una ambigua simbología de la muerte como misterio y presagio -o, en otras palabras: de fatalidad cósmica a destino individual. La música decimonónica se hizo estremecido eco de esta sutil pero radical variatio (Schubert, sobre todo), mas la poesía del siglo que a menudo le dio pábulo también fue afectada, eminentemente en la obra y figura de la norteamericana Emily Dickinson. Una autora sin duda enigmática, solitaria, y de imposible clasificación, pero también imprescindible al margen de criterios burdamente nacionalistas. La presente antología, excelentemente escogida y trasladada al castellano por Rubén Martín, nos adentra en esa alcoba en penumbra de la intimidad de una existencia precisando en imágenes su personal anticipación. El prólogo tal vez resulte demasiado académico y formal para el relámpago en la noche que aguarda después, pero es el precio a pagar para una nueva sensibilidad y una nueva inteligencia a la hora de presentar una creación ya clásica, seguramente minoritaria más no obstante indiscutible. Puede que hoy comprendamos que la muerte nunca puede dar significado a la vida, sino al revés, que la muerte no es sino un proceso de la vida, pero ello no resta valor a estas iluminaciones en claroscuro, para las cuales hay que aplicar el calificativo de alta filosofía tanto como el de gran poesía. El presente libro nos ofrece la ocasión de revisitarlas con el corazón en vilo, aunque no únicamente por la angustia, sino por su delicada belleza, que no es cosa de poca monta en los tiempos apresurados que corren.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Selva de noviembre, Alberto de Frutos Dávalos, Facultad de Filología, Premio Blas de Otero

Parece que me ha sido destinado el mes adecuado para leer este mirífico poemario. Pero no la ocasión: febrilmente en una sala de espera del ala de urgencias de un hospital -nada grave, espero-, y de un mareante y vertiginoso tirón. La falta de genio combinada con las demasiadas lecturas me hacen vulnerable a las comparaciones: creo que el autor, amiguete, versifica un amor más complicado de seguir que el de Neruda, pero también más profundo y sincero. Lo que tiene de surrealista torrencial queda contenido por una unidad de forma y leiv-motivs que recuerda más al Dylan Thomas programático del Manifiesto poético, donde Breton es disciplinado en gran medida. La verdad es que no entiendo qué puede hacerle a uno poeta en el s. XXI, pero si se es bueno, hemos de atenderle. Salvo en un caso: barrunto no dejárselo ni mirar a Rita, no vaya ser que envidie secretamente a S. L... ¿Qué será de ella, por cierto? (se me perdone esta incursión al otro lado del sueño: cotilla importuno que es uno).

No es Romita Jr.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Siempre la misma cantinela...

<http://www.elpais.com/articulo/opinion/cultura/cultura/elpepiopi/20101125elpepiopi_12/Tes

El ex-ministro escoge un libro de entre los trillones que existen y se nos pone apocalíptico. La "cultura" que echa de menos debe ser algo sumamente político, pues tiene un ministerio entero para velar nominalmente por ella. Algo, desde luego, muy caro, pues deber ser subvencionada ya que las masas mejor se lo ahorran. Algo encerrado... ¿o no se dice que en ciertos eventos "toma la calle" (o sea, lo que se hace en la calle no es cultura...)? Algo muy débil, ya que se le pide apoyo desde las economías fuertes. Algo viejo, puesto que deja de ser el gran valor que fue durante tanto tiempo. Algo triste, visto que la gente se decanta por la porquería que la sustituye. Algo, en fin, que no sé si merecería de una eutanasia digna para que acaben de una vez sus cacareadas agonías y las de sus familiares y amigos más contritos. Porque entre estertores no nos sirve de nada, al contrario ¿Y no será que la cultura es otra cosa, y no los vestigios de la anterior organización del mundo? ¿Y si el propio ministro, o Lipovetsky, son unos incultos funcionales, dado que escriben y leen libros, pero ignoran cómo funciona un CD? ¿Sería de "integrados" decir que un hacker que construye Linux es sabio aunque no haya saboreado en directo una pintura de Ingres? Desde su propia lógica, el discurso apocalíptico es un brindis al sol, habida cuenta de que manifiesta por medios modernos una inquietud que dice periclitada. Es como si yo usase el megáfono para lamentar la declinación de los espacios acústicos. Naturalmente, si éstos verdaderamente se perdiesen, sólo podría utilizar el megáfono, pero el mero hecho de utilizarlo hace que se conviertan cada vez en más innecesarios. De modo que sólo nos cabe una opción, que es estudiar el nuevo mundo de transmisión popular de la voz a que da lugar la invención del megáfono, y no venir con jeremiadas acerca de qué bonitas eran las leyes de la resonancia cuando las empleaban los arquitectos de los reyes en sus teatros.

El presente tiene sus derechos, entre ellos no tener que pagar las deudas del pasado ni servir de inversión para el futuro. Hoy se ejercen a fondo, y es absurdo oponerse por principio a  ello. Y hay algo más: es posible que, una vez estirada la pata del todo, la Cultura con mayúsculas empiece por fin a demostrar su atractivo al menos para unos cuantos, como sucedió con la Grecia y Roma clásicas para aquellos sedientos de amplitud mozalbetes renacentistas -do haya luz acudiremos raudas la polillas, aunque sea artificial...

jueves, 25 de noviembre de 2010

Verdades mal defendidas, enviado por Manuel O.



Claro, así cualquiera queda como brillante paladín del sentido común a lo Rajoy, porque:

1) Tu adversario no está presente, de modo que es fácil ridiculizarlo (que es lo que vamos a hacer aquí).
2) Adoptar una actitud paternalista con una chica no sólo es machista, además es una manera oblicua de competir con otro tío que supones está detrás comiéndola el coco peor de lo que podrías hacerlo tú.
4) ¿Un "trozo de carbono"?: un lápiz, un diamante... Ninguno de ambos sostienen una conversación.
5) Es desinformado, ideológico, creer que vivimos más que nuestros tatarabuelos, no digamos ya el doble.
6) No parece que la postura pragmática y empirista esta esté salvando el mundo precisamente... (De hecho, el que despoja a los demás también gusta del vino, la compañía, etc., y se sabe insignificante, pero menos).
7) Y, en fin, una verdad presentada con suficiencia e improvisación equivale a una mentira cabreada.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

No es historia. No es ficción, por Alberto de F.


Escribe, ahora que puedes, encima de estas teclas que son como callejones oscuros. Habla de la luz, sueño de asfalto con muchos coches mojados, pero sobre todo de esas máquinas que pisaban arena con sangre mientras una chica bailaba en Andalucía. Tu tierra es allí donde te mareas. Tu silencio es la afonía en una mansión de árboles tan verdes como el nacimiento de un niño. De repente, mueres. De repente, matas. Y cuando sales de este bosque de cabezas gachas por la timidez, te encuentras con otras ferias que sonríen al mirar mejillas avergonzadas. Todo empezó un día de lluvia. El hombre del paraguas, guardián de las puertas victorianas, esperaba la llegada de los cazadores.

Sube esas escaleras que van más allá de las paredes multicolor, aprende cada rincón del agua, llora al acariciar los postes, pero no los cortes como un indio tísico. Los focos son las junturas de los esqueletos. Todas las palabras se fabrican en un anónimo banquete de adjetivos que se vierten sobre tarrinas de veneno. La primavera es mirar unos ojos de hierba. Una guitarra que olvida el código de sus teclas es el verano. El invierno es como un refrán que no existe. Tampoco el amor. Y, sin embargo, besarás esa nariz que brilla como el viento, o sea, la nariz de una mujer invisible, un fantasma sin alas; aunque los fantasmas no vuelen más que en inminentes pesadillas con forma de luna.

Vivir en la noche es ser pegajoso como un charco. Todas las semanas comprendo a los días que quieren ver salir agua del grifo cuando lo que beben no es más que aire. O besar dragones en vez de estrellas. Los dragones son verdes como las plazas en las que pasea la muerte consonante. Copas nacionales o copas inmigrantes. Vale más lo que viene de fuera, aunque, luego, en las avenidas, te escondas bajo cartones de vagabundo para no darle la mano a un ladrón de células.

¿Tú has besado alguna vez tu propio cabello? No, ni tampoco sabes lo que es un cuerpo. Alguna vez, acaso, has salido de un sex shop: inevitable encontrarte entonces con la chica que te gusta. Te sonreirá tímida, pero no olvidará, cuando te vea en clase, el rubor manga de tus pómulos. Hombres, mujeres, niños que hacen el papel de humo en los carteles mientras los párpados se van cerrando como unos labios sobre unos labios o una espada sobre un corazón de silencio. Ebriedad: ruido de fontanería, luces de amarillo que parpadean como en una mortandad existencialista, odas de sueño. Sobre todo, odas de sueño.

La lengua es una rama seca que cuando pide agua habla en dialecto vodka. Quererte es fácil en el momento en que te vuelves miope. Escribir también es fácil, porque no eres tú quien decide cerrar la prosa con un “sin ti” que vale su peso en risas. Cuándo fue la última vez que tuviste miedo. Te has equivocado tres veces al escribir el “pin” en el móvil. Tarjeta sim bloqueada. Si viniera un huracán, no podrías explicar a su sombra que te has perdido, como un pozo no puede convencer al guerrero de que tendrá sed si se lleva toda el agua. Una pared blanca. Un susurro negro. Una cortina de ojos legañosos. Amanecer es igual a sacar una fotografía a un grupo de extranjeros que corre por los árboles como una gacela posesa de amor desesperado.

Acentúa todas las palabras. “Con lo bonito que sería un teatro o un cine...”. Bonito para el acomodador o para el telón que se baja o sube al compás de unos aplausos. Poco a poco vas encontrando tu lugar en el mundo. Tu lugar es una regresión que te lleva al tiempo en el que los peces saltaban en placentas divinas. Es un pentagrama exiliado de su orquesta, pero también puede ser descubrir que tu voz es ronca, que tus manos tiemblan, que el amor empieza cuando escupes ranas sobre la civilización de los versos. Los números del día son en la noche caricias. Los libros de la tarde no pueden hacer nada contra esa piel que te toca. Que te beses en el espejo duele cuando unos ojos se acercan a tus ojos como cíclopes en llamas. ¡Anda, háblale a esa chica de Shakespeare o de Beethoven! La raza de la noche es el movimiento: no hace falta pasado ni futuro.

Después, claro, viene la amnesia. Alguien te dice: “Calcúlame cuándo tarda en consumirse una vela”. Y descubres de repente la ciudad tras las cañerías, la sonrisa roja de una mujer que posó como virgen en un supermercado o a esos cadáveres que los humoristas sacan de los ladrillos viejos para viajarlos en ambulancia sin ruedas. La muerte es tan escrupulosa... Sábanas blancas, macetas que te caen en la cabeza como gotas de lluvia palestinas. Vivir en un jardín recoleto o un laberinto; pero mejor vivir alrededor de una mesa de espuma que te suba las mantas hasta los ojos a la hora de dormir.

Esta noche he visto calles levantadas de tristeza, raíles que se desangraban en vómitos, una soledad que se entregaba a la resurrección de los sifones mohosos. Tocas en el piano una canción infinita que deshace los relojes en rimas fáciles como la carne apretada. Y, al final, la misma calle, las mismas orejas, los mismos brazos que escaparon de las granadas por preferir el zumo de lima limón.

Si no tienes edad de retirarte a las montañas, si todavía puedes volar a reinos de comepiedras... no quieras envejecer ni ser el personaje de una novela. Tiempo habrá de comprar bastones en los chinos o de aprender a morder pipas. Tiempo habrá de poner el despertador a las seis de la mañana para acribillar los nervios en una danza ciega. Tiempo de pintar en los cristales. Si alguien te pide perdón, no lo mires; si alguien te vende sus manos, no las aceptes porque pueden ser las manos de un cadáver; si ves que te cierran los ojos, duerme antes de que sea demasiado tarde.

Desde niño, los jeroglíficos lo apabullaron con un lenguaje incognoscible para que no hubiera pillo capaz de adivinarlos. Él, qué demonios, no era Champollion. Ni le gustaban los champiñones.

E.H. Raspe dixit...

Quid iuvat innumeros scire atque evolvere libros
Si facienda fugis, si fugienda facis? 


(¿De que sirve conocer y leer innumerables libros, 
si huyes de lo que hay que hacer y haces lo que hay que rechazar?)

sábado, 20 de noviembre de 2010

viernes, 19 de noviembre de 2010

Antipatiqueando en los papeles sobre la cocina pija

http://www.elpais.com/articulo/opinion/museo/nuevos/alimentos/elpepuopi/20101119elpepiopi_4/Tes

Breve teoría del cuento breve

¿Conocéis el chiste? Un amigo le dice a otro: "Tío, ¿te acuerdas de aquella vez que estuvimos en el Amazonas, y para cruzar el río construímos una balsa, y a mitad de camino fuimos atacados por los cocodrilos, y tú luchaste con uno, y le sujetabas el cuello con un brazo mientras que con el otro le metías el remo en la boca?"; a lo que el amigo responde: "Pues ahora no caigo, mira". El chiste -libremente recreado- es tan bueno porque ciertos sucesos son en sí mismos memorables, y resultaría ridículo nivelarlos con cualesquiera otros por muy tergiversados o exagerados que se cuenten. Esa es la base eterna de la grandes narraciones, históricas o ficticias, si es que hay diferencia entre las dos. El relato corto, en cambio, es una invención más reciente que consiste en fijar esos "cualesquiera otros" hechos pequeños e irrisorios que en sí mismos no tendrían relevancia hasta que el ojo clínico del escritor los realza para obtener de ellos verdades de mayor amplitud. El escritor de relatos -la metáfora es de uno de ellos- es "el hombre de la multitud" de las ciudades modernas, que persigue otras vidas aislándolas de la muchedumbre, para devolverlas al término una vez más a la multitud indistinta. Se pueden tomar muy seriamente las recomendaciones de Chéjov, Quiroga u otros, pero, en mi opinión, sólo situándose -sólo perdiéndose- en la multitud urbana se escribe la primera palabra de un cuento moderno (¿fue Benjamin quién lo dijo?)

jueves, 18 de noviembre de 2010

Lo ví estupefacto en la tele de un bar anteayer...

...gordo como un oremus, César Vidal impartía doctrina en vivo desde "libertad digital" -¿libertad a digito?- como antes lo había hecho en radio, artículos, revistas o libros, un centenar de libros.. (el truco para escribir tanto siempre es el mismo, aparte de negros: tener las ideas claras e inamovibles, que así todo dato nuevo encaja a la primera en la plantilla). El almuerzo le ayuda a pensar y desde esa euforia nos exhorta o desde la indigestión nos condena: en cualquier caso se trata inexorablemente de desenterrar el tarro de las esencias patrias, que por lo visto es como la dieta mediterránea de la hispanidad, archinuestro y archisaludable. Sin conocerle leí yo de kiosko Los masones, y debo elogiar la honestidad del título, ya de la masonería en sí no se aportaba explicación alguna: la cosa consistía más bien en delatar uno por uno a los infiltrados históricos y denigrarles por su poca verguenza. De verdad que no sé qué hemos hecho en sudeuropa para merecernos este viejuno retablo de gárgolas verborreicas empeñadas en la empresa de no dejarnos nunca escapar del pasado, como tratando de emparedarnos para siempre jamás entre sus innumeros volúmenes de rancias mentiras. Que no lo digo sólo yo, antipáticamente, que es vox populi incluso en la red... http://es.wikipedia.org/wiki/César_Vidal (O sea, que todavía si fuese un Menéndez Pelayo rezagado de la prosa y la erudición al servicio de la causa, pero es que ni eso, leche...)

Los hijos de nuestros hijos, Clifford D. Simak, Ediciones Martínez Roca

Publicado en los años ´70, es como si un episodio de El ala oeste de la Casa Blanca se tornara más fantástico todavía. "Todos los hombres del presidente" han de afrontar una crisis producida por un elemento de ciencia-ficción, y a partir de ese presupuesto Simak imagina las consecuencias políticas, sociales y económicas del suceso con una amplitud de miras encomiable. Y es tanto lo que le interesa ese aspecto realista de la cuestión, que el relato acaba cuando los problemas van aclarándose, sin que al autor le importe narrar el detalle de la puesta en práctica de las medidas salvadoras. De todos modos, sólo se puede encontrar en bibliotecas o librerías especializadas, conque creedme: es bueno, no cojonudo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Ascetismo ateo

Se cuenta que la heroína volvió en grandes cantidades a Occidente cuando la CIA necesitó neutralizar a los  "panteras negras", que, como policía espontánea de los barrios negros, amenazaba con autogestionar la seguridad de las zonas marginales dejando a un lado a la policía oficial. El ardid de conseguir que los "panteras..." se destruyesen a sí mismos impunemente a base de chutes a punto estuvo de funcionar, pero estaban tan bien organizados que advirtieron la jugada y fueron capaces de rechazar el cargamento a tiempo. De allí, en consecuencia, se dispersó al resto del país, hasta hoy, que sigue sirviendo para que el lúmpen se autosuprima sin cargo legal aparente de responsabilidad hacia los gobiernos. Táctica tan inteligente como perversa, no hace falta decirlo. Pero, previsiblemente, incontrolable, puesto que las drogas heroicas no sólo son consumidas por los pobres, y de cuando en cuando el cachorro de una familia rica cae, por no hablar de músicos, actores e incluso los propios políticos en un curioso giro del efecto boomerang 
¿Y cual es la naturaleza intrínseca de heroína, cocaína, base, crack, etc.? Pues, como señaló hace años Agustín García Calvo, que producen subidones vacíos, éxtasis nihilistas, sin rastro alguno de visiones, armonías, pesadillas u otras experiencias de viaje o autoconocimiento. El yonki termina por abandonar familia, amigos, trabajo, aficiones e incluso aspecto físico para convertirse en un zombi de la miseria, todos iguales (roncos, sin dientes, etc.) y todos en persecución de un único afán. Es una forma de ascetismo porque el yonki ya no come, ya no se asea, ya no se viste y ya no se relaciona, como el estilita en lo alto de su columna o el ermitaño en su cueva. Sólo que aquí Dios se siente rezándole al camello, y efectivamente la divinidad es nada, pero una nada altísima, suprema, hecha de negación del cuerpo y lo mundano y no muy diferente de la muerte. Como decía Marx, cuando la historia se repite lo hace primero en forma de tragedia y luego en forma de parodia. El opio como religión del pueblo tampoco parece buena idea.

Alberto da frutos... ¡Y dábalos!

http://editorespolicarbonados.blogspot.com/

¿Fusión de horizontes?

Esta mañana, recién llegado, mis alumnos marroquíes me han obsequiado con fotos de corderos degollados -que, por cierto, no tienen cara de nada, al menos estos. Y es que ayer fue su fiesta y ninguno vino a clase, pero no les preguntes por qué. Unos piensan que se celebró el indulto de Dios al hijo de Abraham, otros que el nacimiento de Mahoma y otros que... la fiesta del cordero, claro. Éstos últimos son los que tiene razón, puesto que tanto el choque de civilizaciones como el intercambio de culturas son expresiones que remiten igualmente a la disolución de las tradiciones en la nada. La fiesta del cordero es autorreferencial para los que ni siquiera recuerdan su país de origen, y sólo un nacionalista tarado como Carod Rovira puede creer que aún defiende algo más acá de política y dinero, si es que lo cree. ¿Nos o me importa mucho la definitiva conversión de la tradición en folcklore? Pues depende de lo que nos devuelvan a cambio, naturalmente. Y los chicos seguro que lo entienden igual. Muy rico el cordero, y lo mató mi papá, no como en el kebap: eso es lo que finalmente importa.

martes, 16 de noviembre de 2010

Aventuras del Capitán Russell, Fernando Savater, El País hoy, envíado por Paúl S.

Supongamos que usted, amable lector, nació en España entre principios de los años treinta y finales de los cincuenta del pasado siglo. Y supongamos también que usted es una persona normal, sana e inteligente, es decir, que durante su infancia y adolescencia (que bien pudiera haberse prolongado en ese aspecto hasta hoy mismo, como puedo personalmente atestiguar) disfrutó con los tebeos más que con nada en la vida. Pues si tal es el caso no debe perderse Tragados por el abismo (Edicions de Ponent), la estupenda historia del tebeo de aventuras en España escrita por Pedro Porcel, ilustrada con tan abundante generosidad y tino como para complacer al nostálgico más exigente. Una auténtica orgía con menores pero sin atisbo de violación ni abuso porque tales menores son los que cada uno llevamos dentro: esos niños nunca del todo "tragados por el abismo" del tiempo aniquilador.
El estudio de Porcel no solo está bien documentado sino también escrito con gracia y soltura. Uno de sus aciertos es relacionar los argumentos y personajes de las historietas con sus precedentes en la novela o el cine. Otro, distanciarse de esa teoría reduccionista que descalifica a algunos héroes emblemáticos (El Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín...) como simples emanaciones de la ideología franquista. Aunque jugaron con las cartas marcadas por la dictadura, tienen sus propios aciertos como estímulos ingenuos de la imaginación popular... que a fin de cuentas es la que termina sobreponiéndose a las grisáceas tiranías. Y que conste que hubo obras maestras en ese género, hoy ya en vías de olvido. ¿El Capitán Trueno? Desde luego, pero a mí que me entierren también con el Inspector Dan de Giner y el Cachorro de Iranzo...
Confieso que hoy muchas de las llamadas "novelas gráficas" resultan demasiado adultas para mi gusto. Se toman tan en serio su papel sociológico y sus denuncias históricas que terminan siendo tan cargantes como las novelas no gráficas que debemos padecer para edificación de nuestra alma. Por supuesto siempre puede uno refugiarse en el Hellboy de Mike Mignola, en las sagas italianas editadas por Bonelli (como Dampyr o el invariablemente entretenido Dylan Dog) y, cuando falta lo demás, en las reimpresiones hoy frecuentes de los clásicos de Buscema, Alex Raymond y compañía. Pero de vez en cuando aparece la novedad de una joya sin descoyuntamientos tenebristas ni realismo de telediario que es realmente "para todas las edades" como suele decirse, y que nos reconcilia con las posibilidades del género.
Tal es el caso de la que me parece la mejor novela gráfica de los últimos tiempos: Logicomix, editada en EE UU por Bloomsbury y, si no me equivoco, aún inédita en España. Su argumento se debe a los griegos Doxiadis y Papadimitriou, con dibujos de Papadatos y color de Annie di Donna. El protagonista de este cuento delicioso no es un guerrero ni un detective, sino el gran filósofo Bertrand Russell. Y en él aparecen como personajes invitados algunos de los mayores lógicos del pasado siglo, implicados en los episodios políticos y bélicos de su época, pero sobre todo en la mayor aventura épica imaginable: la búsqueda de la verdad racional. ¿Un tema árido y poco popular? Todo lo contrario, gracias al talento cándido pero también sabio de los guionistas y al enorme encanto de las ilustraciones de línea clara en las que encarna el relato. El manido lema de "instruir deleitando" suele sonar justamente ominoso a los más pequeños y también a quienes estamos de su parte: en esta ocasión, sin embargo, se cumple de forma casi mágica y a todas luces ejemplar.

Inminente arranque de La Matraca 2

Segundas partes fueron buenas: http://www.somosmalasana.com/noticias-madrid-malasana/la-matraca-quiere-que-pruebes-el-jamon-y-mantengas-el-alma-ocupada/

lunes, 15 de noviembre de 2010

Marruecos abusón

David vence a Goliath es una leyenda hebrea, no musulmana. Y una honda sería la única arma de la que podrían disponer los saharauis, pero les faltan piedras. ¿No había dicho Franco en su lecho de muerte que lo había "dejado todo atado y bien atado"? Se dejó un cabo suelto, y sus sucesores tampoco están por la labor de anudarlo. Ya escribió aquí Rita L. que el espíritu despojado del desierto haría cualquier cosa por salir en los medios. El reyezuelo les ha concedido esa merced a cambio de sangre. Gratitud lo que se dice gratitud sólo se la van a terminar teniendo los propios medios, que viven un momento de gloria en su proscripción. África está condenada en todos los aspectos: ya veremos las consecuencias cuando vengan a comernos por las patitas. Su agonía comenzó cuando unos antropólogos trazaron a tiralíneas sus fronteras en el s. XIX para definir colonias sin conocer tribus. Ahora bajarse al moro ya no desencadena risas...

sábado, 13 de noviembre de 2010

Economía del consumo para filósofos y poetas: acerca de la propuesta de una cultura del trueque urbano

“Todo necio / confunde valor y precio”. Si el pareado de Machado sigue vigente -y así nos gusta pensarlo a todos, que creemos estar del lado bueno de la disyuntiva-, entonces hay que confesar que vivimos en una gigantesca cofradía internacional de necios, y nadie puede fácilmente librarse hoy de esta imputación. Hemos oído que “todo hombre tiene un precio”, hemos hablado o nos han hablado de las vivencias que, en cambio, “no tienen precio”, o decimos haber pagado “religiosamente” nuestros impuestos o nuestras deudas, que no es poco. Incluso “la muerte tenía un precio” si hay que creer en la escuela económica de Sergio Leone –y que las funerarias conocen tan bien. En el colmo, los empresaurios nos dicen que tenemos que “vendernos a nosotros mismos”, como si en un mercado humano pudiésemos mostrar los propios dientes para subir el precio de nuestras flacas fuerzas, haciendo el papel de esclavos y esclavistas a la vez. Existen, así, innumerables expertos en precios sin ninguna titulación y que para nada necesitan leer El economista camuflado, aunque sólo sea porque muchos de esos formidables especialistas no alcanzan siquiera la mayoría de edad…

En cuanto al valor… Se habla constantemente de la “crisis de los valores” del mundo contemporáneo, y yo no entiendo bien qué es lo que se echa exactamente de menos… ¿Será la crueldad y adustez del patriarcado? ¿Acaso la lealtad y entrega total al trabajo? ¿Quizá el elitismo hierático de la alta, altísima cultura? ¿Tal vez el tedio y las mentiras del matrimonio, de las que todos hacen chiste? ¿O, sencillamente, campea una nostalgia rabiosa de los buenos modales, el respeto, la caballerosidad y otras formas camufladas de hacer tolerable la autoridad? Lo ignoro, por lo cual supongo que eso dependerá del carácter y la formación de cada cual. Pero de lo que estoy seguro es de que antes -ese “antes” idílico…- el dinero era tan importante o más que ahora, y de que por tanto las denuncias que se dirigen a nuestros tiempos como exponente máximo de codicia y falta de escrúpulos reproducen punto por punto las que se han cursado siempre desde que el hombre es hombre. De modo que no hay remedio sencillo al amancebamiento bastardo entre valor y precio apuntado por Machado, puesto que de sus innobles relaciones tenemos testimonios que se remontan a milenios, y del “auténtico”, genuino valor… aunque los filósofos le han dado muchas vueltas, en mi opinión no es más que una dimensión socialmente construida de la percepción, es decir: percibo, luego valoro, pero como percibo desde mi comunidad de origen, taso, pongo precio, comparo, calculo…

Y es que realmente resulta imposible evitarlo, porque la mayoría adquirimos cosas o disfrutamos servicios según el precio de eso llamado producto que nos venden, que es el que nos informa del valor que merece aquello de lo que vamos a apropiarnos legalmente, y además lo llamamos así, “producto”, como a sabiendas de que nada tiene de singular, personal o sentimental, sino que se trata de una pura y dura mercancía prestigiosa. Y tal prestigio se lo otorga no su utilidad, ni su capacidad de satisfacer una necesidad -que no es exactamente lo mismo: un reloj es útil, una prenda de vestir, necesaria: puedo pedir la hora a alguien que pasa, pero no debo pedirle sus calzoncillos-, ni siquiera su escasez, el trabajo invertido o su cuestionable belleza. No: el prestigio de un bien o servicio se lo presta en la actualidad su vinculación a una imagen, y ésta ha de ser una imagen tal que sea reconocida como prestigiosa también por otros, sean estos una minoría selecta por un motivo u otro o una mayoría indiscriminada y a bulto. Efectivamente, nadie se compra, por ejemplo, una moto hoy porque sea el único medio de transporte posible, o porque sea el más seguro, o el más cómodo, o el más barato. Al contrario de todo esto, la moto se compra casi siempre porque uno aspira a formar parte del club mundial de los poseedores de moto, así de simple. Y si además se compra específicamente una Harley Davidson, es que lo que se desea es consumir y experimentar una determinada imagen consagrada por muchas películas y alguna cita popular anual de moteros de rostro impenetrable. Querer consumir y experimentar esa imagen, y, al mismo tiempo, hacer que los demás, sean moteros o no, la consuman y experimenten también en la forma de reconocimiento de ciertos valores asociados a ella, como son libertad, riesgo, vida nómada o independencia, eso es lo que se ansía concretamente. De manera que una Harley es todo eso de facto, y a ello debe su prestigio, el cual rápidamente se traduce en un precio donde lo que se compra es de todo menos un mero vehículo que te lleva de un lugar a otro.

De hecho, es curioso recordar que las mismísimas Harley fueron unas motos bastantes malas, técnicamente hablando. El propio nieto del fabricante original lo recordaba así en un reciente reportaje que leí en El País –creo que era El País: otra mercancía socialmente prestigiosa. Parece, en efecto, que hubo un periodo de tiempo (entre los años sesenta y los ochenta) en que la Harley, pese a que se vendió bien durante la guerra, sufrió un “bache” -valga la expresión- debido a su identificación con los soldados que volvieron de la contienda sin nada entre las manos y no tuvieron otra que convertirse en esos tipos peligrosos que iban de ciudad en ciudad o de pueblo en pueblo sembrando el terror. Entonces la célebre fábrica comenzó a usar piezas de dudosa calidad, y la emblemática marca comenzó a encubrir unos cacharros más bien defectuosos y fallidos. Easy rider -sea dicho sin menoscabo de Dennis Hopper, recientemente fallecido- y muchas otras cintas ayudaron y no ayudaron, puesto que ser un outsider resultaba atractivo para unos cuantos, pero no en absoluto, cuando menos, para sus dignos padres. Para más inri, la competencia impuesta a la sazón por la irrupción de los artefactos japoneses puso en serios apuros a una empresa que sólo tenía que volver a hacer las cosas bien para sacar partido e incluso tajada de su longeva imagen. Bueno, pues así se hizo finalmente, como se cuenta en este mini-reportaje apologético publicado en Elmundo-motor: http://www.elmundo.es/elmundomotor/2001/03/09/ocio/984152284.html)

Verdaderamente, no está nada mal. Así es como se hacen las cosas en la sociedad post-industrial: se coge un artículo mediocre y con la adecuada campaña de publicidad se convierte en un objeto portador de valores, los cuales son cobrados en metálico o a plazos –es en virtud de la misma estrategia, por cierto, que se coge un café de imagen europea inventado en Seattle y consigue venderse como una novedad a los propios europeos: la cadena se llama Starbucks… Frente a esta cultura en la que vivimos, donde la imagen ha pasado de ser un icono puramente decorativo o familiar a erigirse en el espacio de aparición donde se desarrolla -a la vez que en la palanca que mueve a- la economía, el experimento que suponen las redes de trueque urbano supone una alternativa digna de consideración. No, desde luego, porque vayan a enmendar la plana a la economía de la imagen, sino porque se sugieren como una cultura paralela en la cual vuelvan a primar lo singular, lo personal y lo sentimental en el intercambio de objetos y experiencias. Los eidola, como diría Platón despreciativamente -o, mejor, los eidolón: las imagencillas- seguirán ahí condicionando el mercado con su fluctuación ininterrumpida capaz de modificar una y otra vez las relaciones entre valor y precio, pero ahora con una importante salvedad: quien quiera desmarcarse o simplemente tomarse un descanso de esta corriente general podrá hacerlo atesorando sus pertenencias para dar lugar a otras sin apenas coste, es decir, aplicando una cierta lógica propia más no obstante transferible. La correlación triangular entre imagen-valor-precio, en puridad, no se rige por ninguna lógica cuyas leyes podamos descubrir, sino por una retórica, es decir, por maniobras de persuasión más o menos eficaces o convincentes apadrinadas por el capital. Igualmente, el trueque se propone como una persuasión más o menos dependiente de la cultura de la imagen, pero en la que los persuasores no nos resultan ajenos o extraños, pues somos nosotros mismos. Digo que “se propone”, ya que lo que antaño nació de la necesidad, nuevamente reaparece en forma de libertad posible.

En filosofía denominan con Heidegger a esta modificación de los hábitos Verwindung, que significa “asumir y gestionar de otra manera” lo existente, en vez de soñar con un Überwindung, que sería aspirar a “negar y superar” un estado anterior. Entendiéndolo así, el trueque en las sociedades actuales no sería más que la recuperación de una “senda perdida” del pasado que halla un cauce de realización válido para el inmediato futuro. Muy probablemente no es este el camino hacia el que se orientaban las indicaciones de Machado o Platón, pero sin duda es un camino interesante para el pensamiento contemporáneo tanto o más que para el terreno de las prácticas de consumo e interacción del presente, y no una vulgar necedad como hay tantas.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Mesa redonda y trueque de tangibles e intangibles mañana al mediodía en la Escuela Contemporánea de Humanidades en Madrid

Traed orejas y boca junto con otras cosas variadas pero prescindibles:  http://www.ech.es/actividades/detalle/80/homenaje-a-platon-dia-del-trueque-en-la-ech/

Cuando las barbas de tu vecino veas cortar..., envíado por Miguel G.

Miles de estudiantes y profesores se plantan en el edificio que aloja el cuartel general conservador para rechazar la triplicación del precio de las matrículas. "...Con esta manifestación, liderada por el Sindicato Nacional de Estudiantes (NUS), se quiere presionar a los diputados británicos para que a finales de año voten en contra de un proyecto de ley del Gobierno de coalición conservador-liberaldemócrata que elevaría el tope del precio de las tasas de ingreso a la universidad de las 3.290 libras actuales (3.785 euros) hasta las 9.000 libras al año (10.350 euros)."
http://www.publico.es/internacional/345960/los-universitarios-protestan-ante-la-sede-de-los-tories-en-londres

jueves, 11 de noviembre de 2010

A moco tendido

Lessing escribió en Laocoonte que "Homero enseñó que únicamente el griego, que es un hombre civilizado, puede al mismo tiempo llorar y ser valiente". Como era de esperar, se equivocaba solo en el "únicamente", pues luego Huizinga nos refirió en El otoño de la Edad Media múltiples episodios de copioso llanto entre los rudos e incultos señores feudales. Y es que el llorar siguió siendo una prerrogativa no exclusiva de la mujer hasta mucho después de aquellos entonces, pero se diría que los guerreros dieron en esto el relevo histórico a los poetas, de manera que está muy equivocado quién piense que de siempre ha habido pudor en la lágrima para el varón: sencillamente devino incompatible con el "ser valiente" en las refriegas bélicas, pero hay muchos tipos de refriegas... E incluso tal prohibición en la manifestación incontenible de la emoción -sea de alegría o sea de aflicción, no hay que ser reduccionistas- es posible que se deba fundamentalmente al estoicismo, sin duda el mainstream de la exteriorización del carácter individual en Occidente, y una auténtica remora a estas alturas ya del segundo milenio. Porque es exasperante que ya no seamos patilludos caballeros británicos de Su Majestad la reina Victoria y sin embargo todavía identifiquemos masculinidad y machotismo con dureza e insensibilidad, pese a que otras alternativas de practicar la hombría hoy tan familiares hayan roto hace tiempo de un tirón con esas viejas cadenas. Lo decía el cartel con que se anunciaban los tebeos de Cónan el bárbaro: "hombre de grandes alegrías y de grandes pesares"; bueno, no hay por qué ser tan grande en todo, pero tampoco confundir el autocontrol con la sequedad de alma o con la mala hostia a lo Pérez Reverte. Eso sí, nunca en este blog... (que el alma la tiene de tango si es que la tiene).

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Un clásico inolvidable: receta de pavo al whisky (anónimo)

Ingredientes:


- Pavo de tres kilos.

- 1 botella de whisky.

- 150 gramos de panceta.

- Aceite de Oliva.

- Olivas Negras

- Pimienta.

- Sal.


Preparación:


1º Tomarse un trago de whisky antes de comenzar.

2º Rellenar el pavo con la panceta, salpimentarlo y echarle un chorrito de aceite de oliva y las olivas.

3º Precalentar el horno a 180º durante 10 minutos.

4º Mientras se calienta el horno, servirse otro whisky.

5º Meter el pavo en el horno.

6º Mientras el pavo está en el horno, tomarse otro pelotazo y cantarle una mijita al pavo.

7º Sublir el horno a 220º, darle caña al derbostato y esberar veinte binutos.

8º Tomar otro drago.

9º Al cabo de un drato, hornir el abro para gondrolar y echar un chodretón de güiqui al babo y otro a uno bismo.

10º Darle la güerta al babo.

11º Cantarle un fandango al babo mientras se
sicharra.

12º Redirar el babo del honno. Si se te dresbala, bruscarlo por el suelo.

13º Odro pelotazo pa inicia dra busqureda.

14º Darse un jardalasso al resfalar con la grassa del suelo.

15º Plobar la sarsa del ssuelo que ya estadá fleshquita.

16º Tromarse otra copita e inblitar al babo questa tumbao al lao.

17º Indendar levandarse y desidir que en el suelo se estį de gojones.

18º Abarese la barienta, engüendra el babo en el basillo, lo tira a la bassura y te forma la de Dió.

19º Tomarse odro güisqui.

20º Y adrora a comé..., æy el babo?..., ædronde eshta el babo?... El hio puta sa bebio el wishhki y se a io.

martes, 9 de noviembre de 2010

La física ha muerto

Confieso de entrada que no sé de lo que hablo, pero tampoco este y va publicando superventas: http://www.elpais.com/articulo/cultura/Hawking/planta/cara/Dios/elpepucul/20101108elpepucul_7/Tes
Lo más gracioso es que nos presenta su física como la ciencia que ya ha aportado todas las respuestas, o, al menos, el marco en que éstas son posibles, cuando, a la vez, reconoce que es una cuestión de "modelos" de conocimiento, aspecto en que la física tiene hace mucho tiempo la casa embarullada. Del hecho de que Hawking, que es famoso, no haya logrado poner orden en la esquizofrenía de los físicos no se deduce, más que en un rapto de arrogancia luciferino, que ya no pueda irse más lejos desde ningún otro campo. No, claro está, desde la teología, pero es que ese enemigo sólo asoma todavía con alguna fuerza desde las chatas mentes del Tea Party o similares (aquí en España, fijarse que caña se le puede dar hoy desde los papeles: http://www.elpais.com/articulo/opinion/elpepuopi/20101109elpepiopi_4/Tes). Pero sí, por qué no, desde la biología, la ontopraxeología o la pitrica susmica, que es una ciencia aún por inventar. En resumén, no se nos ponga gallito el heredero de la cátedra de Einstein (estando como está muy lejos no sólo ya de este, sino de Kant en cuanto a decretar defunciones, por ejemplo), que para afirmaciones arbitrarias también podemos formular nosotros las que nos peten -y eso hacemos, pero no para que den la vuelta al mundo en ridículos titulares.

Ciclogénesis y pena en la fiesta de la Almudena

Llego media hora antes al trabajo porque no hay tráfico hacia las afueras. Ni desde la afueras: no hay tráfico. La gente de la capital durmiendo a pierna suelta como si no hubiese crisis, pecado y dolor en el mundo. El amanecer es la escala de grises que dicen los cursis para refutar al maniqueo tonto, y el maniqueo tonto sale hoy por la radio declarando que se arrepiente de la guerra de Irak y que cada vez que piensa en la ausencia de armas de destrucción masiva le entran nauseas. O ha vuelto a la botella, o el partido se lo pide, o su mentor espiritual se lo recomienda o, seguramente, todo a la vez: yes, he can´t. Llueve lo justo para ir pisando huevos por la carretera pero no tanto como para dar lugar a una canción. El Pirata no es lo mismo que el Oldie, pero ambos son mejor que la Ser ganando siempre esos premios que se otorgan entre ellos. No me he afeitado, aún teniendo tiempo, lo que aumenta la sensación orgánica de Mad max cuarentón y abandonado, o de saharaui preguntándose por el futuro. ¿Será un regalo del Santo Padre por la regresión al virulento anticlericalismo de la antaño Reserva Espiritual de Occidente? Me voy a desayunar, cabrones centralistas, y para cuando os levantéis ya estaré comiendo, el rancho de un día por el trabajo de un día. "Mañana cerrada", que se titulaba el poema de un ex-amigo... Pues eso.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Escuela y publicidad, Pascual Serrano, Rebelión, envíado por Miguel G.

Por un breve en El País el 7 de octubre sabemos que las escuelas de la provincia italiana de Barletta-Andria-Trani se financiarán con publicidad de las empresa. El sistema consiste en que si la empresa paga 70 euros por una silla o una mesa podrá incluir en este mueble una placa publicitaria. El diario La Repubblica lo presenta benévolamente como “publicidad en la escuela para disminuir el gasto financiero del colegio”.
Si alguien no ve este hecho relevante debería saber lo que Michael Moore contaba sobre los colegios estadounidenses en su libro “Estúpidos hombres blancos”, hace nueve años. Relata cómo han entrado las grandes multinacionales en las escuelas de los niños estadounidenses. Así, “se distribuyen libros escolares con anuncios de Calvin Klein y Nike”. Y “Pizza Hut estableció un programa para alentar a los niños a leer. Cuando los estudiantes alcanzan el objetivo de lectura mensual, se les recompensa con artículos de la marca”. Del mismo modo, “General Mills y Campbell´s Soup (...) tienen programas que gratifican a las escuelas por incitar a los padres a comprar sus productos. Generalmente Mills da a las escuelas diez centavos por cada tapa de sus productos que envíen”. Existe un programa tremendo denominado “Material escolar gratuito para los niños de América”. Según él, “las escuelas pueden conseguir un ordenador Apple iMac gratis por sólo 94.950 etiquetas de sopa”. Y sigue: “Un total de 240 distritos escolares en 31 estados han vendido derechos de exclusividad a una de las grandes corporaciones del ramo (Coca-Cola, Pepsi, Dr. Pepper) para introducir sus productos en la escuela”. Y vaya si lo cumplen, cuando un niño de un instituto de Georgia se presentó con una camiseta de Pepsi en el día de la Coca-Cola del instituto, lo expulsaron por un día.
El plan ya ha llegado a Italia, preparémonos porque cualquier día aterriza en España. Después de décadas luchando para que se quiten de los colegios públicos los crucifijos, ahora, con el sistema italiano, por la módica cantidad de 70 euros en lugar de crucifijos tendremos anuncios de Coca-Cola. O quizás si el patrocinador es la propia Iglesia, tendremos no un crucifijo, sino tantos como setenta euros pague el obispado. Parece que el mercado y el dinero todo lo pueden.

sábado, 6 de noviembre de 2010

viernes, 5 de noviembre de 2010

El secreto del existencialismo

Quizá lo que voy a decir no sea ningún secreto, y haya sido señalado ya infinidad de veces, pero yo no lo he leído ni oído en ninguna parte. El existencialismo pasa por ser una corriente filosófica que arrancaría de Kierkegaard y se definiría plenamente con Sartre tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, hay que observar algo fundamental que los caracteriza a todos ellos, uno por uno y desde entonces hasta ahora: casi sin excepción, el tildado como "existencialista" es antes un escritor que un filósofo, y de hecho acostumbra a producir más relatos, novelas u obras de teatro que tratados teóricos. Piénsese también en Unamuno, Pirandello, Camus o Saint-Exupery. Cuando esta condición no se cumple, como en el caso de Ortega y Gasset, encontramos siempre un interés predominante por la literatura que no halló un cauce imaginativo por donde desarrollarse, pero sí un estilo expresivo. En realidad, da lo mismo qué nombre den a sus propias filosofías y su grado de aceptación o no del título: existencialista es aquel parte que parte de la premisa de que la vida humana se distingue netamente del resto del cosmos animado o inanimado por su caracter de drama. Y los dramas se cuentan, no se explican. Por ello, entiendo que el existencialista nos hace trampa al presentarnos su propuesta al revés, es decir, que hace teoría de la novela moderna cuando afirma estar haciendo filosofía de la vida. El experimento está al alcance de cualquiera: no hay más que coger un tratado filosófico considerado existencialista y leerlo como si, en vez de hablarnos de nosotros los hombrecillos, se estuviese hablando de la estructura necesaria del personaje novelesco, y, en mi opinión, una luz clarísima emana de repente del texto y todo adquiere un sentido adecuado. Tanto es así que no por casualidad la continuidad natural de los filósofos existencialistas no han sido otros filósofos, sino otros, subsecuentes, literatos -Hemingway, Sagan, Bowles, Martín-Santos, Kundera, etc., por no hablar del cine... En definitiva, seguramente todo ello se deba a que el meteórico crecimiento de las ciencias experimentales, unido a las grandes heridas del alma colectiva de la primera mitad del s. XX, no dejasen otra salida para el humanismo que el tratamiento del drama individual. Pero no puedo dejar de recalcar aquí que, tal como lo veo desde hace ya bastantes años, esto no es ni puede ser un comienzo serio para ninguna filosofía que se precie.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Historias de Nueva York, Stephen Crane, El olivo azul, por Alberto de F.

La prematura muerte por tuberculosis del estadounidense Stephen Crane (1871-1900) nos privó de conocer las fronteras de un estilo redondo y audaz que la crítica de su país emparentó con el movimiento naturalista. El éxito de La roja insignia del valor (1895), una novela ambientada en la Guerra Civil americana, ha eclipsado otros títulos que confirman el carácter innovador de su obra, como estas Historias de Nueva York que ahora recupera la editorial cordobesa El olivo azul, con prólogo de Juan Bonilla. “Crane estaba enamorado de la realidad. No consentía en darle un ápice de importancia a la imaginación ni a la fantasía”, apunta Bonilla; y ese apego a la realidad, a la calle, se testimonia en cada uno de los once relatos que conforman este volumen. ¿Relatos? Las fronteras aquí son difusas. Crane salía a pasear en busca de una “epifanía” que se consumara en una historia, sin importarle que el resultado se sometiera al clásico esquema de principio, nudo y desenlace. Tampoco, es cierto, podemos encasillar estas piezas en el género del reportaje, pues las anécdotas suelen ser tan livianas, que carecerían del menor interés informativo. En vida, sus piezas breves se designaron con el nombre de sketches –alumbró más de 300–; y Crane nos parece hoy un fotógrafo que, a través de cientos de instantáneas caleidoscópicas, capturó el pálpito de la ciudad.
Historias de Nueva York se abre con la escena de un atasco causado por un leve accidente de carruaje: la excusa permite a su autor presentar a una curiosa galería de tipos que van del inoperante al resolutivo, pasando por los simples testigos. Y se cierra con un artículo publicado en el New York Journal del 20 de septiembre de 1896 acerca de una prostituta injustamente acusada de ejercer su oficio. De nuevo aparece en este relato la figura del testigo, solo que en este caso el observador es el propio Crane.
Gracias a su mirada, que buceó en los barrios más sórdidos de la ciudad con un positivo afán de denuncia, Nueva York se asoma más cercana y accesible. Varios sketches muestran el infortunio de unos ciudadanos de “segunda” en una metrópoli “de primera”. Así, algunos relatos se fijan en la fragilidad de la infancia (Un niño siniestro, Un gran error, Un perro marrón oscuro); otros en la vida de los indigentes (Experimento sobre la miseria, Los hombres en la tormenta); un tercer grupo plasma las distintas reacciones de los individuos ante una situación fuera de lo común (El carruaje averiado, Cuando un hombre cae, se forma una multitud, Elocuencia del dolor, Aventuras de un novelista), mientras que un par de ellos exponen sin ambages los intereses morales de este excepcional cronista y paseante (El día libre del señor Binks –un cuento de una modernidad absoluta–, y Experimento sobre el lujo, que contiene una crítica muy ácida sobre la clase pudiente).
Este conjunto de relatos, publicados por Penguin Classics junto con Maggie, una chica de la calle (título que este mismo año ha visto la luz en el sello Terapias Verdes/Navona), supone una buena aproximación para adentrarse en la obra del padre de La roja insignia del valor, que tanta influencia ejerció en la literatura americana del siglo XX.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Yankilandia

Esos radicales anti-cambio-en-general del Tea Party (ayatolas de mesa camilla...) andan buscando ansiosamente otro McCarthy entre sus filas, y gracias al resultado de las legislativas de ayer ya se van perfilando algunos nombres para la historia de la infamia. Y es que los norteamericanos son estúpidos, cerriles y tontos de remate a más no poder, la mayoría de ellos -sobre todo esa mayoría, la republicana. Cada paso que los gringos parecen dar hacia adelante lo tienen que corregir retrocediendo dos pasos atrás. Nunca jamás comprenderán que de su política depende en gran medida el destino del resto del mundo: lo suyo es barrer siempre para casa sin pensar en más consecuencias que las contables. Medio país encumbra a un candidato improbable -e instruido, ¡uy!- por pasar de la total vergüenza a una incierta esperanza para que el otro medio conspire ahora para derribarlo únicamente por empecinarse en hacer de la necedad virtud. Luego decimos aquí de las dos Españas... Por descontado que finalmente China heredará la hegemonía, puesto que los EEUU están demasiado concentrados en sus cloacas. Cuando en las manifestaciones antinucleares o anti-Otán de mi niñez las pancartas decían aquello de "yanquees go home", no imaginábamos hasta qué punto reforzabamos su propia vocación inveterada. Sólo otean fuera de su estrecho campo de visión para obtener recursos por medio de intervenciones policiales tan bravuconas como desastrosas -con el agravante de que hoy ni siquiera tienen amenazas como las de antes a la vista. Por todo (por todo lo que querríamos caritativamente olvidar y la actuación de tales señores y señoras nos recuerdan), y también por esto, que se vayan a la mierda de una puñetera vez, hombreya.

lunes, 1 de noviembre de 2010

La parada de los monstruos

Habrá quién opine que halloween es otra moda banal y consumista importada de EEUU, pero a mí me parece una estupenda apropiación de una subcultura ajena, divertida e inofensiva. Creo que fue viendo E.T. cuando nos enteramos de ella por primera vez en España, sin entenderla muy bien. Desde luego que no hay nada que entender profundamente: se disfraza uno de espantajo, se hace como que se rie uno de las cosas que no tienen ni puta gracia, y al día siguiente es otro día cualquiera, de nuevo de paisano y de nuevo del lado de los asustados, ni más ni menos. Mientras, sin embargo, la otra dimensión de los espíritus toma las calles por una noche como debe ser, o sea, sin Iker Jiménez poniendo voz de que todo es muy grave y misterioso -la imaginación al poder, decían: aquí lo imaginario no sube, baja a la plaza pública. Y los espíritus, monstruos y cocos lo que tienen de bueno es que ya no sirven para nada, sólo para hacer el indio y echarse unas risas. ¿Que sí que sirven, porque exorcizan las angustias, doman las fobias, catartizan los miedos? Dejamos esas sesudas consideraciones a los especialistas, que tienen que ganarse la vida con algo. A mí, con echar un ojo a esto me doy por informado: http://es.wikipedia.org/wiki/Halloween