miércoles, 17 de noviembre de 2010
¿Fusión de horizontes?
Esta mañana, recién llegado, mis alumnos marroquíes me han obsequiado con fotos de corderos degollados -que, por cierto, no tienen cara de nada, al menos estos. Y es que ayer fue su fiesta y ninguno vino a clase, pero no les preguntes por qué. Unos piensan que se celebró el indulto de Dios al hijo de Abraham, otros que el nacimiento de Mahoma y otros que... la fiesta del cordero, claro. Éstos últimos son los que tiene razón, puesto que tanto el choque de civilizaciones como el intercambio de culturas son expresiones que remiten igualmente a la disolución de las tradiciones en la nada. La fiesta del cordero es autorreferencial para los que ni siquiera recuerdan su país de origen, y sólo un nacionalista tarado como Carod Rovira puede creer que aún defiende algo más acá de política y dinero, si es que lo cree. ¿Nos o me importa mucho la definitiva conversión de la tradición en folcklore? Pues depende de lo que nos devuelvan a cambio, naturalmente. Y los chicos seguro que lo entienden igual. Muy rico el cordero, y lo mató mi papá, no como en el kebap: eso es lo que finalmente importa.
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Me parece que fue Borges quien escribió que una tradición no es más que una trasmisión de malhumores...
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