Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

martes, 30 de octubre de 2012

Historias navales con "v", I

http://hyperbole.es/2012/10/patrick-o%C2%B4brian-almirante-en-tierra-i-2/

Too much heart


domingo, 28 de octubre de 2012

Democracia y capitalismo: una analogía

No hay que interpretar erróneamente o superficialmente los hechos: capitalismo y democracia constituyen un matrimonio muy consolidado al que la llamada "crisis" no ha hecho más que reafirmar en su conveniente unión hasta la muerte. Es como si el rico marido, el capital, hubiese sido descubierto por su encantadora esposa, la democracia, en una de las muchas aventuras de infidelidad que un recto cabeza de familia bien debe permitirse esporádicamente como válvula de escape para seguir cumpliendo con su duro deber conyugal. Ella ya lo sospechaba, todos los amigos de la pareja lo sabían, y más o menos se toleraba, hasta que ha sido pillado in fraganti. Los hijos, ¿qué van a pensar ahora los hijos?... Por supuesto, el capital se arrepiente, más que nada de su torpeza, promete no volver a hacerlo, mima a la democracia durante un tiempo y un día cualquiera vuelve a las andadas. Mientras, los hijos encajan el escándalo, acuden al psicóterapeuta y allí y con el tiempo comprenden que hay que aceptar y perdonar: todo sea por el futuro de la familia, que peor nos las veríamos si fuesemos como esas tan ordinarias que se forman en el tercer mundo...

viernes, 26 de octubre de 2012

Pequeñas y grandes miserias de los grandes y pequeños filósofos: Nicolás Malebranche

La consecuencia de cómo Descartes entendía la vida animal: un seguidor suyo ilustre, el padre Malebranche, sacudió una terrible patada a un perro por la calle que se le cruzaba en su camino, y cuando su joven acompañante le preguntó el motivo de tamaña salvajada, el digno filósofo contestó que nada ocurría, que no se alarmase: se trataba únicamente de una maquina… Así le va a los bichos desde entonces con la Nueva Ciencia (con la excepción de G.W. Leibniz, que fue el único que, poco después, defendió que todas las criaturas tienen alma, por motivos de física tanto como de metafísica, y no meramente por compasión...)

jueves, 25 de octubre de 2012

Non serviam

http://www.hoy.es/rc/20121025/mas-actualidad/cultura/premio-narrativa-201210251302.html

(Si además nos gustase lo que escribe sería el orgasmo).

Tel


miércoles, 24 de octubre de 2012

El tuit del año...

Si la cosa sigue igual... la mitad de España saldrá en Callejeros y la otra mitad en Españoles por el Mundo.
(El Tío La Vara),

martes, 23 de octubre de 2012

Aguantar


Sobra la música, que le da un innecesario patetismo de más.

lunes, 22 de octubre de 2012

Verdad contra Ética

En el plano de las imágenes, el bagaje del votante de la derecha democristiana tradicional del Estado nacional o pelaje que fuere reside en la defensa de lo que él entiende que es la verdad desnuda, dejando para el otro polo supuestamente rival el basurero del sentimiento, en el sentido de que sólo unos desharrapados soñadores podrían querer resistirse al imperio de los hechos indiscutibles. Así, Rajoy puede apelar una y otra vez cachazudamente al "sentido común", en la confianza de que todos sus electores comparten la idea que el hombre es un ser egoista, acomodaticio y en último término depredador de su entorno natural y humano (lo cual, en el subsuelo del catolicismo inveterado de esta mierda de país nuestro significa que algunos funcionan como Reyes de la Creación únicamente por debajo de Dios mismo, que permanece obstinadamente callado).

Por su parte, el patrimonio imaginario del votante de la izquierda socialdemócrata tradicional del Estado que sea y de toda laya consiste en la defensa de la ética teórica, dejando para el otro polo supuestamente rival la herencia de la maldad del interés de clase, en el sentido de que sólo unos facciosos ansiosos de privilegios podrían negar la injusticia de la desigualdad. Así, Carrillo, por ejemplo, fue un tio de puta madre que al que no le tembló la mano en cometer crimenes cuando tocaba para después pacificar el partido cuando tocaba, siempre en aras de un bien mayor para toda la comunidad (en realidad, el catolicismo bien podría ser y de hecho ha sido de izquierdas, pero pocas veces en estas casticistas tierras, y tres cuartos de lo mismo respecto del ecologismo, una connivencia más bien de fabricación alemana...)

Rita dice, creo que con razón, que a la carcundia de derechas lo que le estorba es su mala imagen. Teniendo como tengo la razón, cómo es que aparezco como un monstruo. La envidia hacia el bello progre se hace por tanto inevitable, y la rabia se redobla. Pero también sucede en cierto modo al revés: al progrerío de izquierdas igualmente le estorba su imagen. Teniendo como tengo por mira la justicia, cómo es que aparezco como un iluso. La indignación hacia el arrogante liberal se hace inevitable, y la desesperación se redobla. A todo esto, recuérdese que hablabamos de imágenes, no de realidades. En la realidad, reunión de pastores oveja muerta. O sea, ni de la Verdad derechona se desprende ética alguna, ni de la Ética jacobina se desprende verdad alguna, de manera que el bipartidismo se reparte el pastel a nuestra expensas en exclusiva atención al beneficio de los muchos corruptos que lo comandan, la ciudadanía hecha un lío y aquí paz y después nada.

The "data mining" has you...

htmlhttp://elpais.com/diario/2009/06/03/sociedad/1243980001_850215.html

domingo, 21 de octubre de 2012

Cuentos de invierno, Isak Dinesen

Esta mujer fue sin duda una bruja, y me causa un cierto mal rollo leerla. Uno sigue sus narraciones hechizado, a sabiendas de que el último secreto de ellas es insondable. E insondable sólo es el mundo mismo, no sus esforzados escribientes. Además, de cuando en cuando se me antoja conservadora, como nostálgica de cuando la vida era más difícil de entender pero más fácil de practicar gracias al retorcido punto de vista de los nobles. No sé, creo que hay algo intencionado en todo el asunto, pero la conozco poco para saber hacia donde. Las mujeres suelen salir moralmente malparadas, y en cambio los hombres parecen amados por la autora, pero puede ser una generalización injusta. Los paisajes que describe conocen el destino del relato, sin embargo permanecen encriptados con todo lujo de detalles. Cierta profundidad romántica, en fin, se insinúa en cada cuento, pero te esquiva incluso en el inevitablemente abrupto final...

Lo que es seguro es que no se parece a nada que yo conozca en el siglo XX, y, bueno, sólo por eso se comprenden las muchas defensas ilustres que tuvo para el Nobel. Ahora: no me hubiese metido en su casa a charlar de cualquier cosa por nada del mundo salvo por ella misma...

viernes, 19 de octubre de 2012

jueves, 18 de octubre de 2012

miércoles, 17 de octubre de 2012

Alma Máter

Regreso hoy a la facultad de filosofía de la UCM tras quince años de ausencia. Nada que dejar al recuerdo porque tampoco nada ha cambiado, exceptuando una pantalla tonta en el segundo piso y los cuartos de baño, reformados -por no hablar de lo obvio: rauchen verboten... Incluso los camareros son los mismos, y uno me ha reconocido al instante (lo que implica tanto que estoy hecho un chaval como también las muchas horas y pesetas invertidas en el local). Enseguida me he propuesto hacer la experiencia completa de la nostalgia, desenfadadamente, y casi hasta me meto en una clase -qué relax el que hable otro... Pero me han advertido que cuarto de hora antes de terminar comienza a estar mal visto. Era la de antropología de Carlos, que es el tipo de la izquierda -nunca mejor dicho- de la foto de abajo, y que también está hecho un chaval. Había quedado con él por tristes motivos. Fué mi profesor entonces, como María José, que es la del medio de los Chichos, digo, de la foto antedicha (el de la derecha, J.B., estaba enfermo hoy, según parece). Ambos me han dedicado mucho tiempo, que es lo que hacemos realmente los filósofos: derrochar -¿malgastar?- el tiempo con los libros y los pupilos. Y MJ me ha regalado unos libros con muy buena pinta ¡Pero qué bien me lo pasé aquellos cinco años y pico, copón! No sólo porque mimetizé el deseo de aprender, que ya es milagro, sino también porque fui descubriendo un potencial de arrogancia, rigor, pedantería y obsesión que sólo mis amigos sabían que estaba en mí. Más maldad que bondad, tal vez, pero menos samba y mais traballá. Algunos compañeros han llegado a profesores también, por ahí andan, y entre los alumnillos, el entusiasmo en la incertidumbre de siempre -laboral, me refiero: filosófica ya aprenderán...

Mi Alma Máter, en fin, parecía recibirme como a un hijo pródigo, hasta que la actual degradación general me ha devuelto al presente en la figura de polis-cacos que por mor recaudatorio han hecho que se me lleve el coche la grua. La puta realidad y sus esbirros mercenarios, siempre jodiendo la pureza del pensamiento abstractro, leche.

Se entra pero no se sale, os lo garantizo...


Plumilla


martes, 16 de octubre de 2012

Huelgas no huelgan...

El próximo jueves día 18 los padres estamos convocados a luchar por la defensa de la educación pública. Nos gustaría hacerlo a lo grande, que se nos viera y que se nos escuchara como es debido y que se vea, al mismo tiempo, que somos muchos los que estamos comprometidos con la escuela pública. Así que un grupo de padres vamos a montar en "El Campo de la Cebada" un campamento para los niños huelguistas al que os invitamos a todos: a los niños, a los padres, a las madres, a las abuelas y a las tías que quieran venir a colaborar y a manifestarse con nosotros. Para los padres que quisieran participar pero que no tienen más remedio que irse a trabajar, vamos a organizar unas horas de acogida para sus niños, en los que los padres que estamos libres nos encargaremos de los vuestros si así lo deseáis y nos firmáis la autorización correspondiente. Los estudiantes del Instituto San Isidro vendrán a organizar juegos y talleres para nuestros hijos. La idea es recibir a todo el mundo a las 9 en la Puerta del Campo de la Cebada (Plaza de La Latina) y allí jugar hasta las 11,  hora en que devolveremos al colegio a los niños que nos han sido confiados por sus padres. Después de las 11 los padres que quieran podrán seguir manifestándose en El Campo de Cebada con sus hijos, y los que no, podrán continuar la jornada de huelga por su cuentaA las 4, para ponerle la guinda final al día, haremos una cacerolada en la puerta del colegio.

Se trata del futuro de nuestros hijos: no dejemos que nos digan quiénes somos ni lo que es más importante para nosotros.

Disponible ya en su librería en quiebra habitual...



domingo, 14 de octubre de 2012

¿Qué es Literatura?

http://hyperbole.es/2012/10/literatura-la-mejor-definicion/

viernes, 12 de octubre de 2012

El marino, Popeye


Homofília

"Leyendo a ese amable Petronio, he suspirado más de una vez lamentando que los siglos hayan hecho un pecado desconocido de las divinas fiestas voluptuosas. Hoy, solamente en el sagrado misterio vagan las sombras de algunos escogidos que hacen renacer el tiempo antiguo de griegos y romanos, cuando los efebos coronados de rosas sacrificaban en los altares de Afrodita. ¡Felices y aborrecidas sombras: Me llaman y no puedo seguirlas! Aquel bello pecado, regalo de los dioses y tentación de los poetas, es para mí un fruto hermético. El cielo, siempre enemigo, dispuso que sólo las rosas de Venus floreciesen en mi alma y, a medida que envejezco, eso me desconsuela más. Presiento que debe ser grato, cuando la vida declina, poder penetrar en el jardín de los amores perversos. A mí, desgraciadamente, ni aun me queda la esperanza. Sobre mi alma ha pasado el aliento de Satanás encendiendo todos los pecados: Sobre mi alma ha pasado el suspiro del Árcangel encendiendo todas las Virtudes. He padecido todos los dolores, he gustado todas la alegrías: He apagado mi sed en todos los caminos: Un tiempo fui amado de las mujeres, sus voces me eran familiares: Sólo dos cosas han permanecido siempre arcanas para mí: El amor de los efebos y la música de ese teutón llamdo Wagner."

Ramón María del Valle-Inclán, Sonata de Estío, 1903.

martes, 9 de octubre de 2012

¿Qué es un artista?, por Félix de Azúa


“[L]a energía del romanticismo ha contaminado tan profundamente las fuentes de nuestro juicio que tendemos a pensar en el artista como alguien autónomo, independiente, libre y genial. Una especie de self-made man. Este error, frecuente y dañino, conduce al desastre y a miles de jóvenes bien intencionados que creen poder ser tanto más artistas cuanto más autónomos, independientes, libres y geniales. De resultas de este patinazo una notable cantidad de gente pintoresca es incapaz de hacer aparecer absolutamente nada que no sea ella misma. Pero la contemplación de alguien libre y genial que dice ser libre y genial es insuficiente como obra de arte y una lata como obra de caridad.

Para explicar (aproximadamente) lo que es un artista debo recurrir a la fábula. Me avergüenza hacerlo porque es un método poco científico utilizado por ese enemigo de la democracia (según le califica Karl Popper) que era Platón cuando se veía obligado a explicar cosas que ni él mismo se explicaba. Me excuso, pues, de imitar a Platón, pero no todo el mundo puede ser Karl Popper.

En las muchas memorias y abundantes libros de recuerdos que han ido editando los judíos que sobrevivieron al Holocausto hay una figura que aparece con frecuencia y cuya actividad posee un interés muy especial. Cuentan los supervivientes que, tras ser detenidos y agrupados por la policía política alemana y francesa, eran almacenados en trenes especiales cuyos vagones habían servido para el transporte de ganado.

Hacinados como reses, sin espacio para sentarse, sin apenas aire para respirar, sin más agua que la lluvia que se filtraba por las grietas de la cubierta, millones de desdichados atravesaron Europa de Pau a Auschwitz, de Varsovia a Daschau, de Amsterdam a Büchenwald, durante semanas, camino del matadero. Antes de llegar murieron muchos de sed, de hambre, de asfixia, de agotamiento, de enfermedad; los supervivientes acabaron el trayecto pegados a los cadáveres porque no había espacio para dejarlos reposar en el suelo.

Los vagones, que eran de puerta corredera, traían unos mínimos respiraderos en la parte superior, a un palmo del techo, y otros cuantos orificios en el suelo para la evacuación de las heces. Por los respiraderos entraba la escasa luz que permitía a los infelices saber si era de día o de noche, y, aunque pueda parecer extraño, estos detalles cobraban para ellos una enorme importancia. Los respiraderos superiores estaban situados a unos dos metros y medio del suelo.

Muchos memorialistas coinciden en relatar cómo los presos de cada vagón elegían espontáneamente a una persona para alzarla hasta el respiradero con el fin de que fuera dando cuenta de lo que desde allí se divisaba. Solían escoger a alguien liviano, aunque despierto, de modo que pudiera ponerse de pie sobre algunos compañeros que con extraordinario esfuerzo le ofrecían sus riñones como tarima. El vagón entero se retorcía con dolorosa y agotadora contorsión para facilitar a los oteadores el acceso a la mirilla. Los presos necesitaban saber dónde estaban, adónde los conducían, qué tierras cruzaba el tren, qué gentes las habitaban. Para averiguarlo estaban dispuestos a los mayores sacrificios.

Pero no todos reaccionaban igual: cuentan también que unos pocos presos se mostraban escépticos y rehusaban colaborar. “¿Qué me da a mí en dónde estemos, si me cabe la certeza de que voy camino del matadero?”, decían crudamente. Ponían toda clase de inconvenientes a colaborar, y luego se negaban a oír y aun hacían burla imitando a los oteadores. Pero hasta los más escépticos atendían disimuladamente cuando los oteadores sabían explicar lo que veían. Porque, como es natural, no todos los elegidos servían para la tarea y había que cambiarlos de vez en cuando. Incluso a menudo.

Las primeras veces que los oteadores se alzaban hasta la ventanilla no tenían fuerzas para hablar. Llevaban quizá cuatro o cinco días a oscuras, asfixiados por el hedor, aplastados por sus compañeros, y de pronto se elevaban y veían la luz del sol, o la luna, o un perro, o un río. Balbucían algunas palabras y luego se ahogaban en sollozos, o caían en un mutismo seco. Sus compañeros solían mostrarse comprensivos y les daban un tiempo para reponerse e intentarlo de nuevo. Algunos, con el aplomo que da la experiencia, iban adquiriendo cierto control sobre sí mismos. Otros no podían resistir la tensión y se negaban a seguir haciendo de oteadores pues, según decían, para soportar el horror es mejor no ver nada y hacer como si sólo hubiera un mundo, el de los condenados a muerte.

También sucedía que ciertos vigías decepcionaban a los condenados porque sus relatos eran demasiado minuciosos, exactos y científicos. “Veo una estación de ferrocarril con dos puertas laterales y una central con trampilla de madera y herrajes de latón, seguramente atornillados; hay en el andén un hombre de uniforme de unos cincuenta y dos años de edad, con gafas de alambre y una pipa apagada. A la derecha hay un hangar de doce por quince…”, decían estos malos vigías, y sus compañeros aceptaban la información pero los sustituían de inmediato por otros no tan rigurosos.

No decepcionaban menos los distraídos, aquellos que daban una visión dispersa, inconexa, improvisada y sin orden ni concierto del panorama: ahora una nube en forma de Afrodita o una bandada de pájaros, luego una pareja de burgueses que parecen amarse, ¿o son dos soldados discutiendo?; también irritaban quienes lo interpretaban todo desde sus impresiones personales, como que a ellos les parecía demasiado verde una planta o muy sucio un leñador…Ni la ciencia ni la inocencia, ni la verdad objetiva ni la expresión subjetiva les eran de ninguna ayuda a los condenados.

Los oteadores más apreciados eran aquellos que referían con acierto la existencia del mundo verdadero, libre de la tortura y del horror, un mundo luminoso pero atado al mundo de los condenados por signos indescifrables. "Algunas mujeres de este pueblo se han reunido junto a la estación, en el abrevadero público, y están allí apiñadas mirando nuestros vagones con disimulo. Veo que una de ellas, con un crío en los brazos, le señala a nuestro vagón, justamente, así que voy a sacar la mano por la mirilla”, decía, por ejemplo, uno de los oteadores más apreciados por los presos. Sus compañeros podían pensar entonces que aquella mujer con el niño veía la mano, o algunos dedos de la mano, agitándose desde la mirilla, y que quizá así la mujer se convencería de que había gente muriendo en los vagones. Gente con manos, indudablemente. Y guardaría memoria de ello y algún día lo contaría a sus nietos: “Yo vi a los judíos pasar por la estación del pueblo y uno de ellos me agitó la mano, como saludando, desde uno de los vagones.” Así parecía redimirse una parte del dolor, aunque fuera de un modo muy ideal.

En los buenos relatos, los presos tenían la certeza de que algo circulaba de los unos a los otros, de los condenados a los libres, del mundo de la muerte al mundo de la vida. Un signo indescifrable, como el rayo que desciende del cielo e ilumina la noche un instante, ponía en relación dos universos que se desconocían mutuamente. Y a los presos les era indiferente que de verdad el oteador hubiera sacado la mano o que la mujer la hubiera visto, pues lo esencial para ellos era sentirse partícipes del mundo de los vivos y pertenecientes al mismo, aunque sólo fuera por unos segundos.

El oteador de los vagones cargados de condenados era el único que tenía no ya fe, sino constancia de la existencia de otro mundo en el que las leyes permitían vivir a la luz del sol. La vida de los condenados hacinados en el vagón era espantosa, pero si el mundo de los vivos era verosímil, entonces la vida del vagón se convertía en una ficción resultante del juego de otras leyes que condenaban a vivir en el horror, sin culpa alguna ni haber sido acusados de nada. Se mantenía de ese modo la esperanza de que el horror tuviera un final.

Mientras el oteador era capaz de mantener la variedad del relato, mientras lograba convencer a sus oyentes acerca de la realidad del mundo luminoso, entonces el mundo del horror permanecía como
la otra ficción. La realidad del mundo luminoso y la realidad del mundo de la muerte se sostenían la una a la otra como ficciones mutuas.

Sólo cuando las leyes del mundo de la muerte y las del mundo de la vida coinciden, sólo entonces la tarea del oteador carece de sentido y es inútil porque nadie la necesita. Pero cuando eso sucede, como en nuestros días posiblemente suceda, no sabemos si la indiferencia hacia oteadores, cronistas y
vigías es el resultado de la victoria del mundo luminoso (es decir, del permanente desvelamiento de lo viviente) o el triunfo del escepticisimo y la resignación de los condenados. Debe prestarse atención al hecho de que ningún vigía consideró nunca su tarea como una opción personal y libre, movida por su genialidad. Sabían que su tarea no les pertenecía, sino que era el fruto de un pacto colectivo.

El conjunto entero de presos, en el vagón era la fuerza que alzaba o rechazaba sus observaciones. Las visiones y relatos no eran, por lo tanto, el fruto de su carácter o la expresión de su espíritu, sino una relación efímera e instantánea, un acuerdo compartido por unos cuantos, por muchos o por todos, sobre la verdad de lo que aparece en cada momento.

Añadamos, para concluir, un último punto de gran relevancia en nuestros días. A pesar de que las relaciones entre los condenados y los oteadores llegaron a ser muy densas e incluso en algún vagón casi institucionales, ni uno solo de los oteadores olvidó a cuál de los dos mundos pertenecía, aunque conociera dos mundos igualmente reales y verosímiles. En ninguna de las memorias y diarios que he podido leer aparece jamás un oteador que exigiera ser mantenido por la comunidad de los presos”.

Diccionario de las artes, 1996, Planeta.

lunes, 8 de octubre de 2012

domingo, 7 de octubre de 2012

viernes, 5 de octubre de 2012

Más buena compañía

http://hyperbole.es/2012/10/el-infierno-eran-ellos-un-adios-al-existencialismo-literario/

jueves, 4 de octubre de 2012

La insoportable levedad del saber

Un pesado retiene al empleado bancario todo el tiempo que le viene en gana, acodado en la mesa de él, mirando de reojo la pantalla. Lo ha confundido con el confesionario, mientras que el sacerdote le pone en comunicación con la deidad, el dinero. Luego dicen de los que utilizan al barman de psicólogo: en realidad es el oficiante que le consagra el alcohol. Sin embargo, en un aula no parece suceder nada de eso. Pocas veces los chicos sienten que el profesor funciona como mediador con esa exquisita Señora, la cultura. La cultura les persigue en forma de deberes, y penaliza al que corre más que ella. Tiempos hubo en que estudiar era objeto de deseo: recuerdo la novela de Hardy, Jude el Oscuro. El hombre se movía en el penúltimo escalón social y pretendía aprender latín como los maestros. Y eso en el siglo diecinueve, no en el Renacimiento. A mi argumento de que saben más al cabo de un mes que un adulto en cinco años los alumnos quedan perplejos. Y al segundo argumento, que dice que si no se han percatado de que el estado les preserva vírgenes quince años de las fátigas de un salario sólo para que se familiarizen con cosas que algo tendrán de valor, se conmueven lo mínimo. La superioridad formativa de lo inútil frente a las destrezas laborales remunerdas está de capa caida. Pero no hay que perder la esperanza: la mayoría de los adolescentes dibujan y tocan la guitarra, de modo que algo de conciencia de la bondad de disciplinarse por amor al arte queda en ellos. Como dice el famoso cartel, ya verás como viene alguién y la jode...

miércoles, 3 de octubre de 2012

De la vida reproductiva, I

 Está esa frase de Valéry -aguda como todas las suyas- que yo repito tanto para mí mismo: la vida es interesante por los extremos pero se conserva por el medio. ¿Y si tratamos a invertirla, visto que el Gran Juego mundial nos está arrinconando en una existencia de subsistencia perruna? La vida pasaría, así, a ser interesante por lo que la conserva, y menesterosa de los extremos. No otra cosa es, quizá, lo que hicieron civilizaciones estáticas como la China o el Japón históricos, hasta que llegamos como una gran lavadora a centrifugarles hacia un exterior que era ya nuestro previamente. Ellos, con sus kimonos, sus cerezos, su caligrafía, sus esterillas, su ceremonia del te, etc., centrados en sus artes domésticas un instante antes de que les hiciésemos saltar por los aires. No hace falta que dure milenios, ni que aceptemos en el interín una sumisión acrítica, sólo que busquemos los placeres idiotas de una vida reproductiva. Es reproductiva porque entiende que la cacareada Historia Universal ya no tiene nada más que ofrecer, y le duele menos vivir de la rentas que alimentar tontas esperanzas. Y es reproductiva porque relega la originalidad que ha sido cultivada con fanatismo el último siglo y medio a una necesidad meramente interna. Quiero decir que se puede ser ininterrumpidamente original en la república independiente de tu cerebro, pero al servicio exclusivo del entorno inmediato. Privatizemos también nosotros el espectáculo globlal que parece divertir y lucrar tanto a los agentes económicos. Los extremos son lo falso, en el sentido en que Deleuze hablaba de "la potencia de lo falso", no como algo opuesto radicalmente a lo verdadero -¿qué será eso?-, sino como lo que intensifica mediante tradición o invención el disfrute de las repeticiones. Y de cara a la totalidad social, lo imprescindible para su mantenimiento y ni un gesto más. De esta manera, se realizaría el sueño posmoderno del hombre-archipiélago: unidos únicamente por lo que nos separa, como el mar entre las islas...

Tales células domésticas no serían cerradas, ni unipersonales, ni se definirían por los conocidos patrones tradicionales.  "¿Quieres ser de los míos, participar de nuestras rutinas y esparcimientos?", o "¿Puedo sumarme a los tuyos en este punto, que me interesa un güevo para mejorar mi salud (por ejemplo)?" -este tipo de preguntas, este tipo de gente... Costumbres y prácticas reproductibles, imitables, válidas para los que viven, no para los que codician. Una suerte de profundización del liberalismo clásico en lo concerniente a los derechos individuales (nada que ver con el neoliberalismo actual) compatible, por qué no, con un socialismo en el uso público de los medios de producción (nada que ver, pues, con el sovietismo). La vida como una continuidad biológica, la muerte como repuesto generacional, y la cultura como economía -etimológicamente hablando: las normas que rigen en lo propio, en la casa-, en vez de la vida como deseo ilimitado, la muerte como frustración inevitable y la economía como cultura. El romántico Novalis incitaba, sin saberlo, a la locura capitalista con los siguientes términos... Dar a lo corriente un sentido sublime, a lo cotidiano una apariencia misteriosa, a lo conocido la dignidad de lo desconocido, a lo finito un semblante infinito...

Démosle la vuelta también y imprimamos a lo sublime un sentido corriente, a lo misterioso una apariencia cotidiana, a lo desconocido la dignidad de lo conocido, a lo infinito un semblante finito. Es una idea, o el principio de ella, o una patochada pedante, pero es que andamos algo desesperados de ideas...
 
O eso o la vida heróicamente solitaria del cínico...

Desventuras de un padre múltiple, IV

Suena el despertador. Ningún niño en pleno uso de sus facultades infantiles se daría por enterado. Por tanto hay que proceder a la modalidad manual. Se abren las persianas, se hacen biberones. Nones. Si los niños no van a la vigilia, la vigilia ha de ir a los niños, como dijo Mahoma. Cariñosos encarecimientos a levantarse acompañados de masaje suave. Ligero desperezo, a veces seguido de algún mascullado "quiero dormir". Los padres se compadecen, pero saben que Esparta es Esparta, y si te descuidas, dentro de poco los gobiernos restaurarán la tradición del monte Taigeto (o la roca Tarpeya, también para adultos). Poco a poco se va haciendo, y cuando por fin amanecen ya no queda ni una hilacha de sueño. Rompen a cantar las voces y los ecos esos que decía Machado. Menos mal que los fines de semana es distinto: se levantan cuando quieren, tranquilamente, a su bola...

(... es decir, como diez minutos más tarde de la hora laboral...)

martes, 2 de octubre de 2012

Follonero

La cosa debe funcionar así. A Jordi Évole producción le entrega antes de empezar a grabar cada programa dos listas, una de gilipollas integrales y otra de tipos listos. Se trata de entrevistarlos vestido de becario pringado, gafapasta y que comparte piso. Lo que ocurre es que los primeros, los gilipollas, han estado o están al frente de importantes cargos en este nuestro sufrido país, mientras que los segundos, los inteligentes, generalmente colgaron los habitos hace tiempo. Entonces Jordi, así camuflado, practica la socrática mayeútica: basta con preguntar que los gillipollas se delatan solos con todo lujo de detalles. Incluso es posible alguna estupefacción y alguna broma en su misma cara; son tan cretinos que la pasan por alto, cuando no la celebran desconcertados. Según las leyes de la estupidez de Carlo Cipolla, es peor un necio que un malvado, porque éste último se beneficia a sí mismo, mientras que el necio perjudica a todo el mundo. Y eso es lo que se aprende en Salvados. Que el problema no son las inaccesibles circunstancias, sino ciertas ratas oligofrénicas a las que llamamos individuos. Porque los listos, esos que levantan el velo de las miserias ante Jordi, lo están dejando de un modo u otro...

La conclusión es depresiva en grado sumo. Dice algo así como que la imbecilidad gobierna el mundo, España, al tiempo que los pocos lúcidos e íntegros se apean de él. Jordi Évole no tenía esa intención en un principio. Su programa era de humor. Pero la realidad, tras el velo, se impone, incluso (sobre todo) para el propio ex-follonero. El presentador se presenta -valga la rebuznancia- como un ciudadano corriente que lleva un cámara, y resulta que todas las ratas se deshacen de gusto ante la gloria otorgada por el mirífico aparato. Un ciudadano que ha hablado con mucha gente, un enteraillo, pero cuya carga de ironía pasa desapercibida para el estúpido, que está ahí básicamente para que se nos caiga el alma al suelo. Seguramente a la gente le gustaba pensar que tras las tropelías y los abusos de los poderosos hay sólidas razones supremas que apoyan a largo plazo su terrible gestión, y por eso les siguen votando. Pues nada de eso. Son la ciega garrapata que sigue hincada en el cuerpo público chupando sangre porque su irremediable estolidez no le permite ver ni hacer cosa distinta. La tele, a veces -escasísimas veces, felices veces-, nos lo cuenta.  

Juancarlistas..., envíado por Jato S.


http://es-us.finanzas.yahoo.com/noticias/de-d%C3%B3nde-saca-su-fortuna-el-rey.html

http://www.nytimes.com/2012/09/29/world/europe/juan-carlos-i-seeks-redemption-for-spain-and-monarchy.html?pagewanted=2&_r=2&