Regreso hoy a la facultad de filosofía de la UCM tras quince años de ausencia. Nada que dejar al recuerdo porque tampoco nada ha cambiado, exceptuando una pantalla tonta en el segundo piso y los cuartos de baño, reformados -por no hablar de lo obvio:
rauchen verboten... Incluso los camareros son los mismos, y uno me ha reconocido al instante (lo que implica tanto que estoy hecho un chaval como también las muchas horas y pesetas invertidas en el local). Enseguida me he propuesto hacer la experiencia completa de la nostalgia, desenfadadamente, y casi hasta me meto en una clase -qué relax el que hable otro... Pero me han advertido que cuarto de hora antes de terminar comienza a estar mal visto. Era la de antropología de Carlos, que es el tipo de la izquierda -nunca mejor dicho- de la foto de abajo, y que también está hecho un chaval. Había quedado con él por tristes motivos. Fué mi profesor entonces, como María José, que es la del medio de los Chichos, digo, de la foto antedicha (el de la derecha, J.B., estaba enfermo hoy, según parece). Ambos me han dedicado mucho tiempo, que es lo que hacemos realmente los filósofos: derrochar -¿malgastar?- el tiempo con los libros y los pupilos. Y MJ me ha regalado unos libros con muy buena pinta ¡Pero qué bien me lo pasé aquellos cinco años y pico, copón! No sólo porque mimetizé el deseo de aprender, que ya es milagro, sino también porque fui descubriendo un potencial de arrogancia, rigor, pedantería y obsesión que sólo mis amigos sabían que estaba en mí. Más maldad que bondad, tal vez, pero menos samba y mais traballá. Algunos compañeros han llegado a profesores también, por ahí andan, y entre los alumnillos, el entusiasmo en la incertidumbre de siempre -laboral, me refiero: filosófica ya aprenderán...
Mi Alma Máter, en fin, parecía recibirme como a un hijo pródigo, hasta que la actual degradación general me ha devuelto al presente en la figura de polis-cacos que por mor recaudatorio han hecho que se me lleve el coche la grua. La puta realidad y sus esbirros mercenarios, siempre jodiendo la pureza del pensamiento abstractro, leche.
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Se entra pero no se sale, os lo garantizo... |
Si esa visita fue el miércoles, casi nos encontramos. Había quedado con Fuentes pero estaba pachucho.
ResponderEliminarSí, cuando ví que compartía despacho con María José quise verle, pero nones.
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