Suena el despertador. Ningún niño en pleno uso de sus facultades infantiles se daría por enterado. Por tanto hay que proceder a la modalidad manual. Se abren las persianas, se hacen biberones. Nones. Si los niños no van a la vigilia, la vigilia ha de ir a los niños, como dijo Mahoma. Cariñosos encarecimientos a levantarse acompañados de masaje suave. Ligero desperezo, a veces seguido de algún mascullado "quiero dormir". Los padres se compadecen, pero saben que Esparta es Esparta, y si te descuidas, dentro de poco los gobiernos restaurarán la tradición del monte Taigeto (o la roca Tarpeya, también para adultos). Poco a poco se va haciendo, y cuando por fin amanecen ya no queda ni una hilacha de sueño. Rompen a cantar las voces y los ecos esos que decía Machado. Menos mal que los fines de semana es distinto: se levantan cuando quieren, tranquilamente, a su bola...
(... es decir, como diez minutos más tarde de la hora laboral...)
miércoles, 3 de octubre de 2012
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Pero lo tuyo es una bendición, de qué te quejas. Marina se despierta a las 5 y ya quiere marcha. Esta semana hubo un día en que se despertó a las 3 y estaba animadísima.
ResponderEliminarSerá porque duerme durante el día. No obstante, por algo escribo esto a las cuatro de la mañana...
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