Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

jueves, 31 de diciembre de 2009

Rita, sus fotos

...No obstante lo dicho, Rita piensa rodar a sus hijos -nena y nene, dice- hoy que es su primer aniversario. ¿Para qué conformarse con las decenas de miles de fotos que tiene de ellos, como la siguiente:?



(Título provisional: "Una larga tarde con su borrego y torpe padre esperando impacientes la llegada de su cariñosa y amante madre")

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Please, take no photos

Constituye hasta cierto punto una injusticia que se identifique mayormente la obra de Ramón Gómez de la Serna con las greguerías, pero él se lo buscó en gran parte. Si no recordamos mal, se dividen en frívolas, patéticas, malas e infantiles. Pero hay algunas que brillan con luz propia. En 1936 ingenió algo como esto -no lo tengo a mano-: "Lo malo no es que se acabe el mundo; ¡lo terrible es que se habrán terminado las descripciones!". De modo parecido parecen pensar los aficionados a la fotografía, o, para nosotros, foteros. Agujerean el mundo con su cámara, como acosados por un temor insuperable al alzheimer. Viven en el frenesí de criogenizar el instante, como Goethe, pensando quizás que en su mueca hay algo que merece ser clonado. Son los paparazzis del tiempo, sea tiempo posado o sea tiempo robado. Al fotero no le importa: él reproduciría la idea platónica aunque ésta fuera directa e inmutable, y por tanto no nos pudiera faltar. Había un chiste en El Jueves que se reducía a una sola viñeta: un señor con un aparato de video se encuentra de frente con otro que, como él, lo lleva también calzado en el ojo en un escenario veraniego de playa. El primero dice "macho, no te había reconocido con tu cámara nueva". Nunca se habían visto las caras, ni falta que les hacía. Están locos estos foteros, y, sí, nos roban más alma de la que nos devuelven...

martes, 29 de diciembre de 2009

Rita, sus títulos

Idiomas, canto, Comenius, baile, monitora de esto y lo otro, y un largo etc. Pero no hay manera de persuadirla de que aprenda mecanografía y no teclee como un pajaro carpintero bicéfalo.

Guerra de regalos, Orson Scott Card, Ediciones B

Más orientado hacia los festejos estos tienen hasta en el infame corte inglés un relato corto del prolífico creador de la saga de Ender, la más grata sorpresa de la ciencia ficción de los últimos veinte años. ¿Porqué digo "grata"? Pues porque quién se iba a esperar que un mormón profeso metido a escritorzuelo del sector juvenil iba a producir tales portentos, que sobrepasan con mucho el género (y novela que no sobrepasa en algo su género es lo que llamamos despectivamente "comercial"), y conmuenven hasta a el más resabiado. El ciclo de Ender, en particular -y del cual hay que conocer al menos la primera parte para seguir este-, yo lo intitulaba para mis pedantes adentros desde los dieciocho años como "La epopeya de la conviencia", ya que lo que enreda la trama no es la lucha contra la mala voluntad, las organizaciones de poder o el peligro en abstracto, sino las dificultades que surgirían espontaneamente si imaginaramos la existencia de otras criaturas inteligentes demasiado distintas de nosotros en un mismo universo. Lo peor, si acaso, es lo frontal y hasta rasposo de sus diálogos, como si Card se viera en la necesidad de hacer expresarse a lo western a unos personajes que, por lo demás, resultan tan perspicaces como sensibles.

Utopías, Alberto de Frutos, editorial Cydonia

El lector de estos relatos debe saber antes de nada algo importante: que el autor de sus páginas es un poeta. Despúes, ya averiguará que tal cosa no exime a Alberto de Frutos de poseer una mente arquitectónica. En efecto, humildemente yo ya le hice notar (desde la posada asimismo del lector, nunca desde la atalaya del crítico) que cada uno de ellos podría dar lugar a un extenso desarrollo posible que otros aprovecharían para intentar lucrarse en un formato de novela. Pero Alberto es un poeta, como digo, y cuando nos regale una novela, ésta no podrá ser más que el resultado de una intución lírica que necesite dilatarse en espacio y tiempo para ser expresada. En ello reside una característica inusual hoy que, para mí, que sólo soy un curioso de las letras y no un poeta, sólo tiene parangón en la fantasía de otro soñador de la brevedad: aquel alemán que a fines del siglo XVIII se hizo llamar Novalis. Él también era un poeta, y en su corta vida también dejo apuntes de relatos posibles que nadie podría continuar en su lugar. En una ocasión recordaba uno de esos esbozos en una carta a Manuel, el novio espiritual (no se me malentienda) de nuestro autor -y a quién, en primer lugar, están dedicados estos cuentos. En él, Novalis conjetura que el paraiso, si alguna vez existió, no pudo ser destruído completamente por la ira de Dios como si, digamos, pudiese ser borrada con lejía numinosa una mancha sobre el tejido de la tierra. No: el paraiso era también una arquitectura sutil, delicada y preciosa, y a lo más que se atrevió Dios fue a desperdigarla por el planeta en fragmentos, de manera que todavía pueden encontrarse por aquí y por allá esquirlas del jardín primigenio. Detectarlas en mitad del caos de la suciedad metropolitana reinante e identificarlas como tales está reservado únicamente a aquellos poetas necesariamente solitarios que conserven la inocencia en su mirada. Bueno, en realidad eso ya lo digo yo, como afirmo -y pienso- que Alberto de Frutos ha depositado en estas "Utopías" no poco de esos vislumbres del paraiso que él tiene y que devuelven, pese al Jefe Supremo, la vieja nobleza que corresponde al término que les da título. No obstante, nada hay de viejo en estas imaginaciones. El hecho de que se respiren ambientadas en un "futuro incierto" lo prueba, aunque aquí la ciencia-ficción no sea más que un pretexto para experimentar la poesía como perdida (de lo que alguna vez fuimos) a la vez que como recuperación (de lo que eternamente somos). En lo que tienen de arquitectónico, el futurismo de Alberto configura el escenario movil de una sorpresa bien organizada, y en lo que tiene de pesadilla, describe un mañana que a su vez no tiene un mañana propio. Por lo demás, yo personalmente me tomo el título (que se diría irónico) totalmente en serio, y espero que las visiones de Alberto se cumplan tanto en la realidad como en la ficción.
Mi utopía particular consiste en que sigan teniendo siempre un mañana y que, mientras, le sean recompensados prodigamente por el camino -más, por qué no, que al pobre Novalis. (Jódete, Alberto).

http://www.primeraspaginas.com/libro.asp?lib=586

Rita, sus sermones

¡Con qué convicción, con qué elocuencia discursea acerca de la necesidad de una dieta sana al tiempo que pincha de mi plato grandes cachos de salchicha con ketchup!

lunes, 28 de diciembre de 2009

El capitalismo es monigotes de papel -casi Mao

Todo el proceloso año es día de los inocentes para las fábricas y tiendas de juguetes. La broma, por emplear un eufemismo, recae sobre los niños y también sobre los padres. Mayoritariamente, esos vistosos juguetes anunciados en la tele no son más que un espejismo en el desierto. Cuando por fin los alcanzas previo pago, se desvanecen entre las manos mostrando su inanidad. Y el desierto... el desierto es la realidad cotidiana del niño, que consiste en puro y duro aburrimiento. Esa es su ontología fundamental, que en tiempos de nuestros padres se transformaba mágicamente en hostias propinadas por los abuelos o por los curas en cuanto trataban de zafarse un poco. Hoy, en cambio, la magia se ha travestido en demanda tecnológica, lo cual es mucho menos doloroso, sin duda, pero tampoco sojuzga al invencible aburrimiento, sino que lo pone en primer plano. El sentimiento es algo así como: el cacharro ya lo hace todo por tí, de manera que muy tonto tienes que ser para no disfrutarlo. Quizá sólo las videoconsolas consigan verdaderamente que el niño no encuentre más placer en romper el juguete que en sacarle un partido que no tiene. Pero son como los gansters de El Padrino, que primero te pegan un tiro y luego te llevan al hospital, o sea: papá te compra la videoconsola, pero luego te limita su uso o lo hace depender de tus virtudes. De modo que el aburrimiento persiste amenazante como una espada de Damocles sobre el niño, cosa que las empresas jugueteras aprovechan para tomar el pelo a los consumidores más que nunca en estas entrañables fechas (lo del "valor educativo" del chisme, por cierto, es ya bien sabido que es pura promoción, como se ha puesto de manifiesto recientemente  con la trifulca del Baby Einstein).

domingo, 27 de diciembre de 2009

Voraces navidades en el centro de Madrid

Esto está tremendo, el puñetero hervidero que se dice. Incluso ayer noche, que salía el gran Chiquito de la calzada en la tele haciéndose pasar por camarerorrrr (o barman al otro lado de la barra, no sé), te encontrabas las calles y sus refugios de parada y fonda a reventar, daba gusto. Mientras haya algo de la luz -si no brillante, al menos gratuita- más bien plomiza de la tarde invernal todo quisque se lleva al rorro de cero coma meses a pasar frío cerca del núcleo del volcán comercial. No es que nos gusten las aglomeraciones, al contrario (aunque a ver cómo roban carteras con los dedos huespedes), pero siempre hay rincones donde la peña se agrupa en racimos asequibles. En el callejón de San Ginés, por ejemplo, la churrería viejuna ha puesto braseros elevados para mantener viable una terraza en plena rasca. ¡Pasen, pasen, que al fondo hay sitio! -y así de paso le damos en las narices a la programación infantil de las diferentes cadenas, informativos incluídos, que en las dichosas fiestas reeditan material usado hasta la saciedad, o que lo parece.

Chabolo 211: americanada nuestra, a mucha honra

Como siguiendo nuestros desinteresados consejos del viejo mini-mani correspondiente, la industria española de cine se ha sacado de la manga una peli de imitación americana, donde descubrimos un Keanu Reeves latino y un Robert de Niro con garganta profunda que hacen pasar un buen rato dentro y fuera de la sala. Dentro, porque "Celda 211" juega incluso con el tingladillo etarra para dar sentido y contenido a la tensión, y fuera, porque el guión debe ser arduamente recosido en la cabeza para ser inteligible. Efectivamente, se entiende mal cuando la estás viendo, pero como se pretende rápida, explosiva e imparable, hay que esperar a después para encontrarle consistencia, y resulta que ésta es algo endeble, qué le vamos a hacer -y eso que está basada en una novela, hay que joderse. El Boyero, que la ponía por las nubes con pericia literaria en http://www.elpais.com/cartelera/peliculas/celda-211, carga sobremanera las tintas, y es que cada vez más sospechamos que está comprado sin malas conciencias por quién sabe qué productora o multinacional o supermercado de ficción, lo cual nos importa poco, puesto que suele acertar aunque sea por motivos propios. Quede recomendada no obstante las salvedades indicadas, o pese a ellas (si no hay ningún Tarantino en cartelera, y es que no se aprenden las sagradas lecciones del gran maestre).

Por cierto, el Tosar abre los ojillos en el último momento para hacer posible una segunda parte de su personaje, recurso muy holliwoodiense también pero sólo explotado aquí por Torrente.

Monólogo digno de un Shakespeare moderno... Habla Satán:

martes, 22 de diciembre de 2009

Rita, sus relaciones con los vecinos

No teníamos hielo, y como yo soy quien suele bajar por gusto, le digo que le toca a ella. Le apetece poco, así que le informo que se lo voy a pedir a la vecina. Ella me lo impide corriendo escandalizada: había pensado que iba a pedir a la vecina que fuese ella la que bajase a por hielo. La maternidad, que pasa factura.


lunes, 14 de diciembre de 2009

Profecía casi cumplida

De: Óscar Sánchez (tejumin36@hotmail.com)
Enviado: miércoles, 08 de agosto de 2007 22:32:06
Para: richardins@gmail.com; alvarogorlitz@hotmail.com; Lolacabrera@wanadoo.es; carmen_inoff@hotmail.com; scata05@hotmail.com; dymyl_rivas@hotmail.com; evamag2@hotmail.com; igitur@tiscali.es
CC: figueroaconde@yahoo.com; frutos@hrheditores.com; capelo@capeloabogados.com; rgbr@gmx.net; migonca@yahoo.es

          Antes de los cuarenta dejamos de fumar todos o tendremos gemelos, una de dos...