miércoles, 8 de diciembre de 2010
Sobre el texto acerca de la "cosmología" de Nietzsche que incluyo en "Apuntes y..."
El artículo está bien: hay ganas de ser claro y explicar las cosas sin estridencias, lo cual, tratándose de Fede, se agradece. Pero es un artículo de exposición, es decir, no va más allá de lo que el autor ha dejado en sus fragmentos. Por tanto, el deber del lector es seguir pensando desde allí. Y, haciéndolo, sí que encuentro que hay un carácter sagrado en la postulación del eterno retorno, como enseña el maestro Racionero. El hecho de que la respuesta a la pregunta tomasiana por la causa de todo sea porque "hay", o "porque sí", nos conduce a una religiosidad no cristiana, que se trasluce sobre todo en el Zaratustra. La realidad se afirma a sí misma de modo inocente antes de cualquier consideración humana, por tanto el superhombre debe querer realidad como algo más allá de él mismo. Puesto que él mismo es también real, no quiere por encima de sí mismo, sino por delante de sí mismo. Que cuando muera, persista y se acrezca su mundo como una construcción de y en el devenir, eso quiere el superhombre. Hasta el punto de que en el propio Zaratustra se señala la procreación de hijos como una expresión de esa voluntad de futuro. En resumen, en lo que pienso que se equivoca el colega es en que la constatación de la insuperabilidad del devenir no debe llevar a su aceptación pasiva (que todo devenga, que lo construido se destruya y aparezca otra cosa, etc.), sino, al contrario, esa constatación nos muestra que el devenir permite también la prolongación de la voluntad -bueno estaría que ahora pensásemos que obra en nuestra contra: antropomorfismo también. Querer esa prolongación, sabiéndola precaria: esto sí, religión inmanente.
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