lunes, 6 de diciembre de 2010
El coche fantástico
Sería aquel que funcionase con la energía del cuerpo humano. Incorporadas al asiento y al cinturón de seguridad -que ya no podría no llevarse- estarían instaladas unas ventosas capaces de chupar la grasa a través de la piel, alimentando una batería o lo que fuere. Adelgazarías desplazándote, si no eres africano. Si sufres un desmayo o un infarto, se detiene. No puedes conducir borracho, porque la maquinaría se bloquearía. Acelerar demasiado fatiga. Ir a toda hostia implica una paliza considerable. Para repostar sólo habría que comer, aunque fuese bazofia rápida: no se podría pedir que hubiese transporte en los países pobres, y todos tendríamos el tipín de Michael Knight (anoréxicos/as serían multados por tráfico en el mismo momento de verles, aún fuera del vehículo) En la guantera, una nevera. ¿Para qué querríamos los nuevos híbridos, o eso de que el carro te hable? Ya tenemos radio, y no nos fisga. Otras prestaciones requerirían más esfuerzo por trayecto, de tal manera que los ricos no podrían permitirse mejores bugas que el conductor medio. Los que vivan lejos de su trabajo, sobresueldo o menú de tres platos y postre. Y el único residuo que produciría sería semejante a un cagarro. Todo son ventajas, ¡a investigar! (¿Que menuda parida de ciencia-ficción? Como decía aquel, nadie sabe lo que puede un cuerpo...)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¡Lo que tú buscas ya está inventado! Se llama bicicleta... :D
ResponderEliminar¡Es verdad! (como el artículo aquel que me envíaste de Asimov donde redescubría el libro como novedad tecnológica).
ResponderEliminar