Despedida e hibernación

En realidad, Rita nunca regresó a casa. Lo hizo un espectro suyo, como Helena de Troya. Después del Sahara se marchó a Cuba, a conocer otros sistemas políticos. El mundo a sus pies. Con los niños a punto de ponerse a hablar, voy a necesitar de toda mi simpatía durante un tiempo para cuidarlos. Tendré que buscar aunque sea debajo de las piedras. En esas condiciones no se puede continuar aquí decentemente. Cuando sea otra vez posible permitirse la libertad de ser desagradable, quizá vuelva. Gracias a los compañeros de piscina, que lo hicieron tan suyo, menos en la decisión de cerrar. Y a los comentaristas de antifaz, que supieron meterse en su papel de salteadores de caminos. El espécimen alienígena se ha reproducido: su intento de soledad autosuficiente no ha durado ni seis meses. ¿La naturaleza no hace nada en vano? Eso decía, al menos, Aristóteles.