jueves, 6 de octubre de 2011
R.I.P. Steve Jobs
El pertinaz cáncer sigue sin respetar fortunas y posición, como la parca barroca (ya lo hará, ya...) Esteban Profesiones nos ha legado un montón de chismes que no sabemos si amplian o más bien sustituyen la función del glotis humano, como la telegrafía vino a acabar con el correo de postas que evocaba largamente Thomas de Quincey. Claro que son cosicas que no necesitamos para nada si nos ponemos puristas, pero a los hombres nos gusta con locura la varianza por la varianza misma, y más si viene envuelta en un envase futurista. Ser un espartano antiguo, como ser un chino milenario, no cambiando durante siglos, ya no sólo es ir contracorriente, sino que es vitalmente imposible. Funcionamos como un dominó gigante de esos que hacen espectáculo en la tele: alguién que puede empuja ficha y toda la figura del mundo la sigue cambiando de color. Si sólo fuese cuestión de color... pero no sabemos ya de qué es cuestión. Hoy me endosan en el curro la dichosa PDA: al "mago de la tecnología" no sería justo ponerle falta -aunque sólo sea por Pixar.