viernes, 2 de diciembre de 2011
Tópico de cáncer
Hasta que cien José Carreras convenzan a mil banqueros de la notoriedad conseguible caso de invertir dinero en investigación, la puta enfermedad del milennium -las más oculta, las más anómala, la más nanotecnológica- constituirá el mejor ejemplo empírico del ereignis heideggeriano en plan chungo. O sea: sucede, acontece, se da en tu amotinado cuerpo, y el especialista así te lo anuncia, filosóficamente: te tocó, macho, se siente. Que lo mismo son los antecedentes genéticos, que lo mismo el tabaco, que la contaminación, la alimentación, quién coño sabe...; lo cierto es que ocurrió, ocurre: libras una guerra civil, apechuga que no hay otra. El tumor es tumor ohne warum. Con estas, los parientes y amigos se te marchitan, otros se van, y tú mismo terminas consultando la cuenta atrás no desde la ancianidad, sino desde el puro y puñetero azar. ¿Quienes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, será de páncreas o de pulmón? El nuevo existencialismo se escribe con radiación en la unidad de cuidados intensivos, y sus autores no precisan de una formación específica -aunque sí de un buen agente literario si salen de esa. Curas posibles se han ingeniado, pero tal y como están las cosas las disfrutarán nuestros nietos, si las disfrutan. En fin, que tócate los cojones con este gran regulador demográfico de las sociedades anteriormente ricas... (pero mucho cuidado si notas bulto: no te has tragado una canica).