Una de las causas de la crisis actual en España es la explosión de la
 burbuja inmobiliaria. El maridaje entre el capital financiero (banca, 
cajas de ahorro, compañías de seguros y otras instituciones financieras)
 y el sector inmobiliario creó tal burbuja. En los últimos diez años se 
construyeron más viviendas en nuestro país que en el conjunto de 
Francia, Gran Bretaña y Alemania. Y a pesar de esta enorme construcción 
que supuso casi el 9% del PIB español, los precios se dispararon el 
150%, subiendo mucho más rápidamente que los salarios, y ello como 
resultado de una abusiva especulación. No hay duda de que la banca, las 
cajas, el Banco de España y las autoridades públicas, tanto españolas, 
como europeas, eran conscientes de ello. Bastaba con ver un gráfico en 
el que se comparara la evolución de los precios de la vivienda y de los 
salarios (la gran mayoría de compradores de vivienda derivan su dinero 
de las rentas del trabajo), para ver que los primeros crecían mucho más 
rápidamente que los segundos. La distancia entre los dos precios se 
intentaba llenar con crédito. Y de ahí el enorme endeudamiento de las 
familias.
Todo esto era predecible. Y podría haberse visto venir y podría 
haberse evitado. Pero ni el Banco de España (a pesar del aviso de los 
técnicos de tal institución), ni el Estado español tomaron ninguna 
medida. Llevaba razón la Canciller alemana, Angela Merkel, cuando 
indicaba recientemente que las autoridades españolas habían actuado de 
una manera irresponsable en los diez últimos años al no haber prevenido 
la burbuja inmobiliaria basada en mera especulación, y su explosión.
Ahora bien, a Merkel se le olvidó un detalle clave, olvido que le 
permitió no incluir al gobierno y a la banca alemana en esta crítica de 
lo que pasó en España. Y el olvido es que la banca alemana jugó un papel
 determinante en esta explosión inmobiliaria. Gran parte del dinero que 
alimentaba la explosión inmobiliaria procedía de la banca alemana. En 
realidad, la explosión de la burbuja inmobiliaria ocurrió cuando la 
banca alemana interrumpió el crédito a la banca y cajas de ahorro 
españolas, consecuencia de que la banca alemana atemorizada por su 
contaminación con productos financieros tóxicos procedentes de la banca 
estadounidense, paralizó todo flujo de crédito. Y ahí fue cuando el 
crédito financiero se interrumpió y la burbuja inmobiliaria española 
explotó creando el enorme parón de la actividad económica y la caída en 
picado de los ingresos al Estado (tanto central, como autonómico) que 
creó el déficit público del Estado. Este déficit no lo creó el 
crecimiento del gasto público, sino el descenso de los ingresos al 
Estado. En realidad, cuando se inició la crisis, en el año 2007, el 
Estado español tenía superávit. El déficit público en España no es la 
causa de la crisis, como Rajoy está diciendo, sino que es al revés, el 
déficit público es la consecuencia del escaso crecimiento económico y 
escasos ingresos al Estado.
Todas las medidas de austeridad, recortes incluidos (que representan 
el ataque más frontal al escasamente financiado Estado del Bienestar en 
España), están encaminadas a pagar la deuda a los bancos alemanes y de 
otros países (Francia, Gran Bretaña y Bélgica), los cuales habían 
conseguido pingües beneficios durante la burbuja inmobiliaria, pingües 
beneficios que continúan. En realidad, la crisis bancaria de los países 
periféricos (España, Grecia, Portugal e Irlanda) le está yendo muy bien a
 la banca alemana, pues hay un flujo de capital (es decir, dinero) de 
estos países, que huyen de la crisis, hacia el centro, y muy en 
particular, Alemania. Y los datos hablan por sí solos. Según Josef 
Ackermann, presidente del Deutsche Bank, los beneficios de tal banco 
alcanzaron la friolera cantidad de 8.000 millones de euros en el año 
2011 (con 8 millones de euros en bonificaciones a tal señor). En 
realidad, mientras el desempleo alcanzaba cifras más que alarmantes en 
España (y otros países periféricos), el 50% de la juventud está 
desempleada, y la sanidad y la educación sufre recortes brutales (y no 
hay otra manera de decirlo), los beneficios del Deutsche Bank subieron 
un 67% en tres años (2009-2011), tal como señala Conn Hallinan en la 
revista CounterPunch (15.06.12) (“Greed and the Pain in Spain”).
Todos los datos muestran claramente que la banca alemana se benefició
 enormemente de la burbuja inmobiliaria española (y también irlandesa), 
así como de la crisis financiera de los países periféricos. Los enormes 
sacrificios de las clases populares se imponen a España y a los otros 
países periféricos para que se pueda pagar a la banca alemana (entre 
otros países). Y el famoso rescate financiero de 100.000 millones de 
euros tiene como objetivo salvar a la banca española, no para garantizar
 el crédito, que ni está ni se le espera, sino para que pueda pagar sus 
deudas, también a la banca alemana. Y el instrumento que la banca 
alemana utiliza para imponer sus políticas es el Banco Central Europeo, 
que como he indicado en varias ocasiones (ver sección Política Económica
 en mi blog www.vnavarro.org), no es un Banco Central, sino un lobby de la banca alemana y del Banco Central Alemán, el Bundesbank.
El rescate financiero es la última de muchas otras intervenciones que
 los economistas de la Comisión Europea, al servicio del sistema 
financiero europeo, liderado por la banca alemana, están imponiendo a 
España. Como bien ha dicho el Ministro de Finanzas alemán, Wolfgang 
Schaube (contraviniendo a Rajoy), el rescate financiero implicará una 
supervisión directa por parte del Banco Central Europeo, de la Comisión 
Europea y del Fondo Monetario Internacional, de las reformas 
financieras, así como de las políticas fiscales y macroeconómicas 
españolas, convirtiendo así a España en una colonia alemana. Y todo ello
 con la colaboración del gobierno conservador “súper patriota” español.
¿Y por qué tal gobierno colabora con estas políticas que significan 
una pérdida clara de soberanía? Y la respuesta es clara. Porque utiliza 
este mandato exterior (argumentando que no hay alternativas) para 
conseguir lo que siempre ha deseado la derecha en España, es decir, 
debilitar el mundo del trabajo y privatizar el Estado del Bienestar. Tal
 gobierno coincide con el objetivo del rescate que queda muy bien 
definido por las declaraciones del presidente del Banco Central Alemán, 
Jens Weidmann, quien en dichas declaraciones en El País
 no puede ser más claro cuando indicó que las reformas deberían acentuar
 más las reformas laborales (que quiere decir bajar los salarios) y la 
privatización de servicios (que quiere decir el desmantelamiento del 
Estado del Bienestar). Así de claro.
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