Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

lunes, 23 de julio de 2012

Los medios, los fines...

La lucha política, a la que las circunstancias parece que nos obligan, no puede convertirse en un fin en sí misma, no en nuestros tiempos. Quizá los griegos clásicos supieron disfrutarla, pobres, ociosos y esclavistas ellos, como necesitaban constantemente de la guerra, pero no sus descendientes. Hoy ha de hacerse la política que permita olvidarse al máximo de la política, igual que ha de instrumentarse la economía que haga posible invisibilizar la economía. Llevará tiempo, llevará sacrificios, llevará hostias, lo mismo fracasamos definitivamente y la ilustración intercultural se muestra inviable en el escenario global, pero todo será inútil si no se mantiene presente que la política, como hermanastra pobre de la economía, debe buscar su propia abolición, tal y como sostenía Marx. Porque ya tenemos acumulados un buen montón de bienes que son vida posible sin recurso a su absurdo enfrentamiento. La historia, además de un enlagunamiento de sangre, quiero creer que ha servido al menos para eso. De manera que hay que comenzar por no confundir los medios con los fines. Aristóteles decía que la democracia tiene como objetivo la paz social sin la cual no hay felicidad, y ésta se abona mediante el cultivo, o la práctica, de "las cosas bellas". ¿Cómo persuadir de esto, antes que nada, a quién encuentra en la lucha política misma una cosa bella, perdida toda otra riqueza? ¿habrá que recordarle que gente como él, siendo como es tan meritoria, constituye como quien dice el estrato de los guardianes de Platón, esos fieles canes que totalizan la ira y la resolución, para luego recogerse en sus cuarteles y dejar a los demás vivir? ¿serían realmente capaces?

Las cosas bellas... En España, incluidos los que se autonombran a sí mismos artistas, parece que prefiramos obstinadamente las feas.

3 comentarios:

  1. cierto, es deseable que la lucha política desaparezca por innecesaria. no parece que vaya a ser así durante los próximos lustros, pero conviene recordar lo dicho: que no es un fin en sí mismo.
    mientras tanto...

    v´sssss

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  2. Recuerdo una peli, pero no el título... Tom Cruise hacía de abogado en un juicio militar por un asunto de asesinato en cierto cuartel... el acusado y contrapeso del bello rotagonista es Jack Nickolson, que encarna el papel de un alto mando del ejercito responsable último de la muerte de un recluta. Se trata de uno de esos rudos y envilecidos militronchos que rigen la vida con arreglo a sus propias reglas y desprecian el mundo mojigato y mariquita en el que nos movemos los civíles. La peli es una verdadera castaña, pero la bronca final entre Cruise y Nickolson se me quedó grabada en los hígados.
    Decía aquél encabronado general que el mundo, a pesar de todos nuestros esfuerzos, es aún un lugar brutal y salvaje donde la vida de una persona no vale nada, que el muro que nos separa de ese horror tiene una larga vida por delante, que los que estarían encantados de sacarte las tripas, violar y vender como esclavos a tu mujer y tus hijos, sontodavía legión.
    Así pues, a pesar de no gustarnos demasiado, vamos a necesitar de la mejor jauría de perros guardianes que podamos comprar. Nuestra vida depende de ellos y de lo eficientes que sean al guardar los muros.
    Ya me gustaría rebatir este argumento, tener algo con lo que demostrar que las cosas ya no son así, que no existen los monstruos, que una vez derribados los muros todos seguiremos siendo tal y como somos ahora... pero no.
    Veo, esta sí, gran pelicula titulada "La carretera" y siento que el general sonrie satisfecho... una vez tirado el muro y sacrificados los perros guardianes, surge el infierno que llevamos dentro, el inevitable animal que solo pretende satisfacer sus necesidades. Porque así somos... todavía... porque todavía nadie ha reunido a los perros con pedradas... porque un regalo sigue haciendo esclavos con mucha más eficiencia que el látigo.

    Un lamido afectuoso de tu perro.

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  3. Algunos hombres buenos. Extrañamente (ya se sabe que en Hoolywood son rojillos claro) al final el general es procesado, y vence el imperio de la ley. Porque era responsable de la muerte de un inocente por aparente exceso de celo (en realidad por arrogancia) y tal. Total, que la peli categoriza el jefe de la jauría como un indeseable, al que el representante de la ley termina calificando como hijodeputa. Lo es, puesto que se escuda en el miedo para justificar su voluntad. Hay que contar la película entera, y su intención. Ninguna violencia sin ley o encaminada a instaurar una ley, ces´t tout.

    Mi San Bernardo...

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