lunes, 17 de septiembre de 2012
Espe, con crimen y sin castigo
El mal no es una entidad substantiva, es un concepto abstracto que elaboramos al generalizar a partir de acciones dañinas. Así, la condesa por nombre de soltera -y de guerra- Aguirre y Gil de Biedma (¡si Don Jaime levantará el pompis!: tengo por hipótesis que parte de su liberalismo ideológico proviene que asumir aquello respetablemente en la familia) no es la encarnación del mal, todo lo contrario. El mal la encarna a ella. Es decir, porque ella reúne en su ser esa ceguera, unida a esa empatía con el afortunado, sumada a esa arrogancia de clase, añadida a ese inexistente sentido del estado, sazonado con una pizquita de feminismo teñido de rubio de lavar y marcar, es una de las muchas causas de que exista en concreto el mal en el mundo. Por tanto el mal es un concepto compuesto que designa una confabulación de errores particulares que originan desgracia a los demás. Ahora se va, nos deja, y me pregunto si no la echaremos de menos como a Aznar. Quizá también contra ella vivíamos mejor. Sin duda ella contra nosotros vivía de perlas. Pero ¡qué coño!, borremos su puta cara de nuestra memoria que no otro es el privilegio del televidente: ellos pasan, el espectáculo continúa...
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Personaje curioso la Espe. Algunos la llaman la Tatcher hispana. A pesar de que ambas llevan el mal bien enraizado, se me hace complicada esa identificación por lo opuesto de sus caracteres. La británica llevaba bien impresa la maldad en el rostro y los gestos, en cambio, la Espe es una parodia en sí, la banalización del mal en clave de sainete, lo cual es un peligro, pues distrae a muchos de las consecuencias de sus maldades. Y lo más curioso, como colofón a su carrera política, nos deja la ciudad del vicio...¿para reconciliarse con cierta tradición familiar?
ResponderEliminarEsa tradición era libertaria, o eso creo, y Caspavegas no es más que libertinaje, por emplear el lenguaje caro a los fachosos dueños de esta tierra. Espe era todo un personaje, dice la gente de la calle, que se halla muy dividida: he oido elogios y denuestos. En mi opinión sólo era una jugadora de fortuna, es decir, paladeaba el poder por afición, porque, como se ha demostrado, tenía las espaldas bien cubiertas. La Tatcher, en cambio, parecía desde aquí una fanática de lo suyo, pero igual da: ambas regalaban a cambio de poder lo que no es suyo, y tampoco vamos a asemejarlas más allá de eso por su sola condición de mujeres. Así que cuando digo que las follen, no estoy pensando ni mucho ni poco en su sexo...
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