Rompo mi silencio porque no hace media hora que he colgado unos apuntes sobre Rousseau en los que ahora veo que he sido injusto. No es que dejase la meditación política porque no se aclaraba, y prefiriese rasgarse las vestiduras en sus escritos egotistas. O sea, sí, pero quizá exista algo más profundo: hasta tal punto adivinó que el liberalismo incipiente de su época entrañaba la rapiña universal que hoy vivimos que contra ello cualquier instrumento era bueno. Cosas tan dispares como recrear una idealización de las repúblicas antiguas o exaltar sus peculiaridades personales son dos extremos que se tocan cuando de lo que se trata es de luchar contra Locke. Tanto si dice que el individuo se funde en la comunidad como, al no salirle esto consistente, ahondar en el concepto mismo de individuo para mostrar que es mucho más complejo de lo que cree el liberalismo, en ambos casos se lucha por la misma causa. Y eso explica su dramática y movida biografía, neurosis incluidas. El romanticismo sería esa nostalgia de la ciudad antigua explosivamente combinada con la inflacción del yo, porque todo ello es anti-liberal. Rousseau, pues, como el último resistente antes del socialismo, para bien y para mal.
Rectificar es de sabios, sólo si antes han sido tontos. Me refiero a mí.
jueves, 18 de febrero de 2010
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Tú tienes un concepto muy raro de ti mismo, chico.
ResponderEliminarDe verdad, no eres, (ni has sido) tonto.
Jodé que no. Pero lo que es seguro es que sabio leches. Hagamos una hermandad de vulgares pedantes...
ResponderEliminarA mí me parece que eres un chico muy listo. pero, si quieres hacemos la hermandad... ¿quién se apunta?
ResponderEliminarexisten hermandades de dos...ya podeis empezar
ResponderEliminarYa hemos empezado: es este blog; súmate Celestina
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