"Finalmente, cuando se abatieron sobre la sociedad las grandes calamidades, las actitudes rituales de la época no consintieron que se hiciese nada apropiado para remediarlas. Éste es, quizá, el rasgo más desconcertante de todos. En 1920, 1931 y 1932 había personas hambrientas. Otras se torturaban con el simple pensamiento de llegar a pasar hambre. También había quienes sufrían la agonía de la pendiente del deshonor y la pérdida de respetabilidad que acompañan al empobrecimiento de la renta. Y aún otros temían ser ellos los próximos. Todo el mundo sufría una desesperanza total. Según creían, no había nada qué hacer. Y dadas las ideas que controlaban la política, no hubo nada qué hacer."
John K. Galbraith, El crac del 29, Ariel.
domingo, 25 de septiembre de 2011
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