A los gringos les gusta creer fervorosamente en los genios, pero no estoy seguro de que entiendan bien el concet-to. El exponente más ridiculo fue Shine, afortunadamente olvidada, una entre muchas. Este caso es distinto, gracias a Aaron Sorkin, tantas veces probado inteligente y diestro guionista de temáticas rabiosamente actuales. De hecho, él es el mayor talento de esta historia, que en su ausencia podría haberse quedado en La revancha de los empollones, II, o sencillamente no se habría hecho. Porque el creador de Facebook no sale precisamente favorecido, y la industria que se crea en torno a su "videojuego" -lo dice la chica de la película, no yo- tampoco, por no hablar de los millones de usuarios que se suben al carro, ávidos de cotilleos en esa forma de sociologismo radical tan novelesca que teorizó un tal Goodman (si no recuerdo mal, venía a decir que nuestra identidad es únicamente función de nuestro papel social, en el sentido del imperativo de "popularidad" que practican justamente los estadounidenses desde chicos...)
Muy buena, en resumidas cuentas, pero quizá no de esas en las que se puede vivir, y por tanto que uno querría poder ver una y otra vez -aunque tampoco estoy muy autorizado para decirlo: la vi subtítulada.
lunes, 17 de enero de 2011
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