martes, 3 de agosto de 2010
Gato de Cata
Cuando nos pusimos de acuerdo mi amigüitos Sergio y Eva, sus coleqüitas y nosotros en recoger los trastos domingueros de la playa de Cabo de Gata se ocultaba el sol justo al mismo tiempo que se encendía la luna por el lado opuesto del azul, como intercambiando sus intensidades con un interruptor graduado. Ambos astros estaban, además, en fase llena, como en una postal panorámica, y eran perfectamente visibles simultáneamente desde el chiringuito de madera barnizada que acogía a la beautiful people del músculo local. Fue una tarde perfecta de laxitud y bebés ora caminantes ora cariñosos. Tanto es así que el antipático no necesitó hacer de las suyas. Festejemos esas horas de en boca cerrada no entran moscas.
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