BRIAN ENGQUIST - Madrid - 04/08/2010
Encuentro enormemente preocupante la fidelidad con que la mayoría de los medios de comunicación están difundiendo la narrativa del Pentágono y la Casa Blanca con relación al caso de Bradley Manning, el soldado que filtró documentos sobre la guerra de Afganistán a Wikileaks. Me gustaría comentar dos aspectos de esta narrativa poco cuestionados.
El primero es el retrato de Manning como un soldado tan deseoso de la fama que le importaban poco las consecuencias de sus actos y, relacionado con esto, el papel "patriótico" que jugó Adrian Lamo, el hacker que delató a Manning después de que este, según la historia de Lamo, se puso en contacto con él para buscar "respeto y aprobación". Sin embargo, si hay un personaje con motivos cuestionables en este asunto, sería el mismo Lamo, quien tiene una larga historia de buscar notoriedad por sí mismo como hacker. Además, a pesar de decir una y otra vez que nunca ha trabajado con autoridades federales, recientemente Lamo ha sido relacionado con Project Vigilant, una organización privada altamente secreta que capta información electrónica a través de la Red y la comparte con agencias federales.
El segundo es la historia casi universalmente aceptada de que los actos de Manning y Wikileaks han puesto en peligro tanto a afganos como a soldados estadounidenses. Esto es totalmente contradictorio con la opinión oficial de la Casa Blanca de que las filtraciones no representan "nada nuevo". Si fuera realmente así, ¿por qué serían un peligro?
Como estadounidense estoy profundamente orgulloso de los actos valientes de Manning, un individuo que se sacrificó para ofrecernos la verdad sobre la guerra inútil que luchan en nuestros nombres. Como Daniel Ellsberg en Los papeles del Pentágono, de la era de Vietnam, espero que algún día Manning sea aceptado como el héroe que es.
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