miércoles, 4 de agosto de 2010
Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar, traducción de Julio Cortázar, Edhasa
¿Una de romanos? No en el sentido crisitanizante de Sienkiewicz, pero tampoco en el pagano erudito de Graves. Apenas poco más de doscientas páginas que cuesta tumbar; densas, espesas, como cruzar un río de leche merengada. Centrado en un personaje singular (a saber en quién estaría pensando Yourcenar durante la segunda guerra mundial, sea como analogía o como antítesis) de máximo rango en todos los aspectos de su rebosante vida -un hombre del Renacimiento avant la lettre-, ni resulta tan romántico como el Alejandro de la Renault, ni tampoco tan clásico como lo pretende la autora, pese a los númerosos y formidables pasajes consagrados al espíritu griego. Algunos guiños hacia nuestro presente quieren hacer de él "un hombre para la eternidad", pero de este mundo, no como en la película sobre la vida de Tomás Moro. Hay que ponerse, hay que terminarlo y hay que olvidarse de lo que me han contado después, y que apunto para la reflexión fugaz de cada uno: resulta que, por lo visto, Felipe González decretolo como su libro favorito, lo cual hizo que se vendiera como rosquillas cuando llegó a España veinticinco años después de su publicación. Pregunta inevitable... ¡¡¿Creéis que se vería a sí mismo así, incluso tan solo como ideal?!!
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"como cruzar un río de leche merengada":literal y gran poder evocador.
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