Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

domingo, 15 de agosto de 2010

Imaginación y pornografía


Defensor de la pornografía como un acto de libertad, el artista inglés de cómics y escritor Alan Moore ofrece una interpretación de la historia humana en la que la libertad sexual y el desarrollo cultural van de la mano. Alan Moore todavía hace ruido -y sorprende incluso a sus lectores más fieles. Fue el caso de Lost Girls, serie de tres volúmenes producidos en colaboración con su esposa, la ilustradora Melinda Gebbie. Mejor conocido por su trabajo con los superhéroes, la ciencia ficción y el misticismo, el inglés sorprendió al entrar en el terreno del sexo. Y como lo radical es una constante en su obra, no se limitó al erotismo simple, antes al contrario, incluyó escenas explícitas de orgías sexuales y sexo oral, y experiencias bisexuales. Su cómic fue etiquetado como pornográfico. La situación se agravó, sin duda, por el hecho de que "Lost Girls" estaba protagonizado por tres personajes icónicos de la literatura infantil, Wendy (de Peter Pan), Alice (Alice in Wonderland) y Dorothy (El Mago de Oz).

La legitimidad de la utilización de figuras del imaginario infantil en una obra cargada de sexo genera polémica. No la genera la calidad de HD (¿la calidad del trazo de Gebbie está a la altura del texto del famoso marido?). Sin embargo, se hace más difícil dudar del valor y la calidad de 25, 000 años de libertad erótica, nuevo libro del autor el año pasado y aún desconocido en Brasil. Esta es una versión ampliada del ensayo Pantano Venus vs nazis Cock Ring: Algunos pensamientos sobre la pornografía, artículo publicado por Moore en el número 27 de Arturo, revista británica de línea contracultural. La aceptación de la obra fue desigual. Algunos críticos de Moore, con alguna razón, vieron el trabajo como expresión del diletantismo del autor, que trataba de descalificar a sus opositores degradándolos intelectualmente. Sería fácil aceptar esa tesis si no fuese por el raro poder de comunicación y persuasión de Moore. Alan Moore defiende la tesis de que hasta el advenimiento del cristianismo "platónico", con los escritos del apóstol Pablo, el cuerpo no era motivo de vergüenza en Occidente. Moore recuerda que Roma, incluso en sus días de gloria, siempre había mantenido una relación viva con el sexo, permisiva con la homosexualidad y con el sexo en grupo. El autor llama la atención sobre las estatuas romanas clásicas, en la que hay muchos ejemplos de desnudos y situaciones sexuales -todos a la vista de cualquier ciudadano de cualquier edad. Para el inglés, esta apertura hacia el sexo no se limita, en principio, a los griegos y romanos. Sería un sello distintivo de las civilizaciones que han dejado un sinnúmero de marcas que se ven en sus estatuas eróticas, sobre todo en piezas sagradas relacionadas con ritos de fertilidad. Lejos de ser tachadas de imágenes inmorales, "sucias",  piezas antiguas como la Venus de Willendorf (tallada alrededor de 22. 000 años) se identifican como objetos rituales que todos pueden ver. Este tipo de arte no se limita a trabajar con la representación como un proceso de asepsia estética. Más bien, como en la pornografía,  cumplían la función de componer una atmósfera sexual efervescente y productiva (en más de un sentido). En Moore, la historia del sexo en Occidente se cuenta con un crescendo de la persecución con cierto heroísmo y acciones de resistencia. Como si civilización de base cristiana proporcionarse el combustible para los deseos "inmorales" de los creadores de todos los ámbitos del arte -desde las artes plásticas hasta la literatura, pasando por el cine y los cómics.
(Noticia aparecida hoy en uno de los diarios de Fortaleza, Brasil, y traducida y enviada por Miguel G.) 

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