jueves, 3 de febrero de 2011
El discurso del rey, Tom Hooper
Al ver esta estupenda película no he podido evitar calificar de tonterías las opiniones que en su momento vertió Ortega y Gasset sobre la efímera figura de Eduardo VIII, aunque quizá obrase de buena fe. En cualquier caso, no sólo la presente, sino la historia, le quitaron rápidamente la razón. Hay que tener en cuenta, además, que soy un devoto de las películas históricas, pero con todo y con eso, tengo el descaro de decantarme por esta frente a la otra -a su manera, también histórica- para la competición de los Oscar.
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Eduardo VIII ha dado muchísimo que hablar y es una figura destacada de la cultura pop, antecedente ilustre de la dinastía de los Mónaco. La idea de un rey que renuncia al trono por su amada plebeya y aparentemente se sale con la suya encandila la imaginación popular. (Casos en sentido contrario ha habido suficientes en el imaginario: Alfonso y Raquel en Toledo, Ana y su rey siamés, Audrey Hepburn de vacaciones en Roma…)
ResponderEliminarSe han escrito sobre él más libros y rodado más películas que sobre su hermano Jorge VI. Por cierto, ¿qué fue lo que dijo Ortega de él…?
Es una figura con muchos apartados todavía oscuros. Sus simpatías por los nazis – algo en lo que no estaba solo en la Inglaterra de los años 30 – le resultaron comprometedoras incluso después de la guerra. Por otra parte, una investigación de la BBC en 2006 dijo que la verdadera razón de su abdicación fue una conspiración urdida por el gobierno, la Iglesia de Inglaterra y miembros de la Familia Real. Al parecer era considerado demasiado moderno (como demuestra su actitud ajena al protocolo y su forma de vestir sencilla),y un desprestigio para la Corona por no respetar las tradiciones, sus amistades plebeyas entre la burguesía adinerada,y su injerencia en la política social al apoyar la seguridad social pública. (Wikipedia)
En todo caso, es una excelente película, con memorables actuaciones de Colin Firth y Geoffrey Rush (fantástico!) apoyados estupendamente por Helena Bonham Carter y Derek Jacobi (que 30 años antes había interpretado al gran Cla-cla-claudio). El cine ha de ser ante todo, espectáculo e interpretación. Si además aprendemos historia y política, mejor que mejor.