De qué me sirme, quisiera yo saber,
de casa y negro sótano mudar,
si tú (más negro ser que aquel lugar)
habrás de acompañar cuanto he de hacer.
Tu rostro (ante el espejo) veo temer
(herido -por la zarpa de algún bar-
de vértigo beber y desbarrar),
histérico llorar y enloquecer.
Ridículo negarte a envejecer
(contigo hasta morir he de cargar),
patético vivir tu perecer.
Innoble servidumbre es el amar,
y más innoble aún si es el querer
al propio ser, que advierte declinar