... que viene de "vejete". Está ese cuento de Jack London sobre un chino explotado en la Norteamérica de los ferrocarriles hasta que consigue jubilarse con algo de dinerillo. No hace falta mucho, porque todo lo que ansía es sentarse a contemplar un jardín sin que nadie le moleste. Es intolerable que vivamos en una cultura que nos apremia a trabajar hasta la tumba, sea para otro, sea para nosotros mismos. Si la suerte nos concede tiempo, hay que vegetar unos años, esperando a la muerte sin prisas. Como esos sabios anónimos que se sientan a la puerta de casa, o del bar, con su boina y su bastón a ver pasar a la gente. Se dirá que antes se debe haber hecho algo con la juventud, y estoy tan de acuerdo que precisamente aquella actividad pretérita debe ser uno de los alimentos principales del vegetativo. Hacer para luego recordar, correr para luego detenerse, afanarse para luego descansar. A Galileo Galilei la Santa Madre Iglesia le puteó disponiendo para él un arresto domiciliario de por vida. Ya era anciano, se estaba quedando ciego y lo que había hecho en su vida activa sencillamente no tiene parangón. Le hicieron sin quererlo un favor. Retomó el laud que su padre le había enseñado de niño. Y allí, tumbado en un jergón de una casa de labor, prácticamente a oscuras, tocaba. Lo que vengo a decir es que si estás pensando que qué pena, todo un genio desperdiciado y olvidado, con lo que podría haber avanzado todavía, vas por mal camino. Te han cazado.
Porque vegetar es vegetar en la meditación de las propias acciones, sin esperar ningún más alto tribunal para ellas. Así se comprende que se hizo lo que se supo, y se supo poco; que la posteridad de uno será inevitablemente deformada; y que los que vendrán serán tan tontos como uno mismo, pero vivirán igualmente. Todo viejo alcanzaría de este modo la lucidez, que no es don pequeño ni frecuente.
(Por cierto, el Papa de turno le envió a Galileo una carta con buenos deseos tiempo después de haberle procesado. Se ve que quiso mostrar su personal predilección por los grandes ingenios pese a que la ortodoxia deba imperar sobre el vulgo. Ojalá el pensamiento del pisano al recibirla haya sido simplemente tirarla a un lado con un tranquilo "que te den" y volver a meterse en su divina cabeza...)
jueves, 23 de febrero de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Tu comentario me hace recordar algo que vi hace meses en el telediario de la Globo, el medio de deformación de masas más aterrador de América Latina. Un anciano de unos 80 años se jactaba de continuar cargando maletas en un hotel. La verdad es que la necesidad le había llevado a esa situación. Lo peor es que era presentado como un ejemplo para la sociedad y no cómo la expresión de un sistema social terriblemente injusto.
ResponderEliminarEl pobre hombre, en vez de lamentarse de su desgracia, se prestaba al espectáculo indigno exhibiendo un orgullo solo posible desde la ignorancia. ¿No decía Nietzsche algo así como que la ilustración solo serviría al obrero para tomar conciencia de su desgracia?
ResponderEliminarNo conocía la frase. Pero no es sólo el obrero. Pongamos el caso de Bruce Springsteen, que se lo ha pasado teta. ¿Porqué no para, se queda en su mansión y escucha sus viejos discos? Si no ahora, que lo vaya planeando. Esa inquietud por morir con las botas puestas es no dar nunca la propia obra por terminada, y reirse del cuadro que ofrece, con humildad, con extrañeza y acaso con ternura. Llámame individualista...
ResponderEliminar