sábado, 31 de julio de 2010
Los rockeros no son buenos... estudiantes
A partir de una canción de El úlitmo de la fila -que, me consta, no son la caña ni siquiera de España- reparo en las malas relaciones del rock con la escuela. Montones de "grandes temitas", desde Sam Cooke hasta Steve Vai (The audience is listening: la venganza más ruidosa), pasando por Alice Cooper, Pink Floyd, Angus Young y tantos otros, lo que "tematizan" es eso: que los estudios son un asco o no enseñan nada importante. El propio Lou Reed -el único tipo que probablemente sea aún más antipático que Dylan- había cursado literatura, lo que le sirvió para escribir sucias y palabroteras letras en sus inicios y recientemente un disco temático sobre Edgar Allan Poe que deja todo por desear y más. Tal vez se deba a que de adolescentes adquirieron el gusto por distanciarse de sus compañeros, ellos que, sin embargo, demostraron ser muy aplicados en el aprendizaje del bajo eléctrico o la batería. O a que las ensoñaciones de independencia, viajes y de emplear la insolente juventud en hacer-lo-que-te-venga-en-gana (living easy, living free...) no casan bien con empollar mates, de la misma manera que el s. XIX los grandes escritores abandonaban la carrera de Leyes o Comercio. Con estos mimbres se hace de una música algo más que eso, o sea, un estilo de vida, cuya mayor objeción es que es seguido por muchos cuando sólo puede ser disfrutado por unos pocos. ¿Y qué pasa cuando padres y profesores también son -somos- rockeros?
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