No entiendo este conce-to, al menos en lo que transparece en lo que he leído y oído por ahí. Si lo que se afirma es la diferencia entre el hombre y la mujer, sin perjuicio de la incuestionable equivalencia de derechos jurídicos para ambos, pues esta diferencia no tiene nada de postmoderna. También Platón, y con él toda la metafísica posterior, acepta la diferencia entendida como el afuera de la identidad. A es A y diferente de B: el no-ser relativo del Sofista. Que ciertas mujeres quieren conservar rasgos de identidad del pasado y no convertirse totalmente en hombres, me parece perfecto, menos mal. Pero esta es una cuestión puramente subjetiva que no afecta al estatuto objetivo de la cuestión de la que se trata. Ellas definen una identidad mixta del presente y el pasado (“tengo un cerebro para los negocios y cuerpo para el pecado”, dice, en otro sentido más machista, Melanie Griffith en Working Girl), pero es una identidad al fin y al cabo, que se diferencia neta y, sobre todo, exteriormente, de la del hombre. Si se diferenciase interiormente de sí misma, y entonces fuera asunto libre ser en esto dulce putita, y en aquello duro ejecutivo, y cambiar los papeles cuando a una/o le de la gana o le convenga, entonces sí que estamos en la postmodernidad. En fin, el feminismo de la diferencia me trae a la memoria aquel spot (no sé de qué marca) en que una mujer recoge en su coche a un tipo disfrazado de Elvis que se ha quedado tirado por una avería en la cuneta. Él se muestra tímido porque le gustaría poner su muñequito del Rey agitando la pelvis en el salpicadero, y ella, viéndolo, se muestra condescendiente con la tontuna fálica del varón colocándolo en su lugar para que el bobito vuelva a disfrutar. Nos tratan con esa superioridad de perdonarnos la vida, a diferencia de las meramente emancipadas, y además se permiten ser cálidas, sentimentales, cocinillas y costureras si les apetece: eso es lo que quiero decir. Me parece que no es más que el feminismo de la emancipación matizado y enriquecido, más civilizado quizá en el sentido de apropiarse de mejores modales, pero la nueva filosofía, hasta donde sé, no la veo por ninguna parte. Margue Simpson, puesto que no se queja, no es una pobre explotada: resulta que es una de estas diferentes. Acabáramos...
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Hola, el feminismo de la diferencia (que tiene varias ramas dentro del mismo) no tiene mucho que ver con el postfeminismo o con el feminismo postmoderno, mas bien este lo representaría la teoría queer, transfeminismo y derivados. Autoras como Beatriz Preciado, Butler o Virginia Despedens si serian postmodernas).
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