lunes, 27 de septiembre de 2010
Algo de mí mismo, Rudyard Kipling, Pre-textos
Dos entradas poéticas anteriores de este blog eran autoría de Kipling. He leído demasiado poco (oximorón?) de él para entender la acusación generalizada de imperialismo que se lanza sobre su obra, aunque en algún lugar de internet encontré que ciertos lectores o críticos la encuentran hoy menos evidente que antes. Esta autobiografía se lee con mucho gusto, pese a que a veces resulte críptico -o es cosa del traductor, que ya en la introducción se nos pone estupendo, pero luego no coloca notas aclaratorias. Personalmente admiro estas líricas austeras que van directamente a las cosas sin entontecernos previamente con el estilo, fórmula en la que Kipling era un maestro. La narración gana, se enriquece, porque nada importa más que ella, y hay mucho que contar. En el caso de su propia vida, no sólo no se extiende demasiado sobre sí mismo -"algo" no más dice el título-, sino que ni siquiera da cuenta de los nombres de su familia ni de las desgracias que uno se entera después que tuvo que afrontar. El protagonista, en fin, es el mundo, que Kipling recorrió ampliamente (sobre todo enclaves anglófonos o coloniales, todo hay que decirlo). Me sorprendió que creyese a pies juntillas en el feng shui, o que jure por Alá, pero él ni se explica ni se justifica, de modo que tampoco yo voy a hacerlo ya más con mi afición a su obra. A estas alturas de la película, y con tanto libro nuevo en los escaparates de la librería que trata de asuntos insignificantes o rebuscados, creo que se recomienda sola.
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