miércoles, 15 de septiembre de 2010
Desesperanza Aguirre y la cólera de todo Dios
El lacayo de esta Lady Macbeth se llamaba Tamayo, pero no estaban casados, sólo rima. Se montó en un helicópero que no tuvo el buen gusto de precipitarse a lo kamikaze, y es que ya no hay patriotas. Los que la votan evidentemente no lo son, paladares más delicuescentes de lo particular que de lo colectivo. Qué poca vista demostramos cuando nos reíamos de ella con el Caiga quién caiga. Y es que esa ligera bizquera la prestaba un aspecto tan de tía carnal metepatas que nos trae una piruleta pero se le derrite en el bolso... Un día de estos se nos hace presidenta del país y con lo trabajadora que dicen que es nos hace superpotencia. Entonces el cuarto mundo aumentaría por gracia de su praxis liberal (emplea el término como en los siglos pasados, pero lo aplica como en el presente y aún el futuro) y Margaret Thatcher se quitaría el sombrero de aprobación desde su dorado retiro. No obstante todo, enhorabuena a los perinaces taurinos y hagan el favor de buscarle a cambio un trabajo al Tomás Gómez -no de torero: de toro.
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