lunes, 27 de septiembre de 2010
La guarderida siniestra
Todas lo son. Bien temprano por la mañana les dejamos en prestamo nuestro corazón y el resto de nuestras entrañas a unos perfectos desconocidos que se quedan con él entre seis y diez horas, a saber haciéndoles qué, recibiendo cuántos golpes y llorando cuales llantos. Y no nos queda otra, porque somos españoles en vez de franceses o alemanes (que en aquellas condiciones hasta Idéntico prohijaba), países o estados donde la struggle for live es menos dura si no eres rumano o turco respectivamente, y porque resulta que en modo crisis hay que vivir para trabajar, no trabajar para vivir, pero luego no hay trabajo y el parado es el único que cuida de los hijos en casa aunque más deprimido que Esperanza Aguirre en Venezuela. Lentamente, te acostumbras a la siniestrez y ellos también, con suerte hasta confías en la cuidadora y no te caen mal los otros dieciocho rorros que comparten orfandad provisional, te acuerdas de que eres un tipo afortunado del primer mundo y ellos también, y hasta les dejas en días de huelga, por tener el rato libre. Mientras te endureces de esta guisa, siempres puedes cantar el viejo estribillo de Sabina al salir del establecimiento con el alma en los pies: "me pondrán quitar tus días... tus noches no".
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sentís parecido todos los padres de guardería. debe ser normal.
ResponderEliminarcontra los traumas es buena receta algo de sabina. felicito.
idéntico españó.