miércoles, 21 de marzo de 2012
De "El día de la marmota" como teodicea
Esta cojunuda película (si la producción fuese sueca y gris una legión de pedantes la adorarían) de Bill Murray encubre una reflexión teológica involuntaria que encima es cierta. O sea: imagina que Dios o un dios existe, y efectivamente es inmortal, y que sus días son todos tediosamente iguales. Entonces, por mucho que putease a sus criaturas por diversión o despecho la sola interminable duración de su tiempo haría que entrase en su ánimo la comezón por probar. Probar a dejarnos libres, probar a ayudarnos, probar a mirarnos a los ojos, porque la mera crueldad es solitaria y ciega. Quiero decir que la rueda de los días, en su infinita repetición, le haría bueno, tal y como lo entiende la religión reinante. No por definición, sino por experiencia y casi mecanicamente. Otra cosa sería -aquí la teodicea un tanto heterodoxa- que todavía estemos sufriendo sus juveniles sevicias...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario