De todas las religiones que se han inventado para controlar las poblaciones o por mero afán de poder las menos inventadas son las religiones solares. Su divinidad no sólo puede verse, sino que hace ver, y sin embargo es lejana, lo suficiente como para que no le alcancen las rogativas. Cuando Hume hizo de la salida del sol cada mañana un hecho contingente, ejerció un ateismo mucho mayor que el de los nihilistas rusos posteriores. Es cierto que el sol puede apagarse, como en la película Sunshine, y la expresión "fin del mundo" no tiene ningún otro sentido racional. Sería absurdo adorar al sol, cuando nuestra necesidad de él es más profunda, y sería necio amarlo, cuando basta con contar con él. La palabra "fidelidad" no es capaz de registrar esa extrema seguridad por ambas partes. Placas solares repartidas por toda la inmensidad del desierto del Sáhara podrían abastecer de energía al mundo; sin embargo, ¡ay del día en que a los pobres se les pase a administrar los rayos del sol! Un desierto de hielo encapotado alberga más vida que uno de arena y sol abrasador: donde es protagonista absoluto, no cabe más que sol.
Igual que los niños cierran todas sus pinturas con un sol más grande que el resto de sus monigotes -situándolo arriba a la izquierda: lo último en dibujarse es lo primero que se lee-, pero uno sólo les celebra los monigotes, nuestros días se ocupan más alegremente en lo importante si están presididos por lo necesario. El sol es el único monoteismo jubiloso porque sabe que no es verdadero.
lunes, 8 de marzo de 2010
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POEMA AL SOL por HOMERO ARIDJIS
ResponderEliminarOh, girasol vidente,
oh semilla amarilla,
tu nombre cabe en una sílaba, dijo el poeta
Oh, padre de las mitologías,
el sueño de la luz produce formas,
dijo el pintor
Si el ojo no fuera solar,
¿cómo podría ver la luz?
dijo el poeta
Si la luz no fuera maestra del color,
¿cómo podría pintar sus ojos?
dijo el pintor
En la gran pirámide de Giza el Sol se levanta cada día,
en el Oriente de tus ojos la noche se pone cada mañana,
dijo el poeta
El Sol no se pone en el horizonte,
el Sol no conoce la noche,
el que oscurece es el ojo, dijo el pintor
No necesito ir a ver las glorias del Sol
en los campos de la tarde, porque el Sol
de las mitologías es el ojo, dijo el poeta
El poema del Sol es infinito:
sólo podemos pintarlo con palabras,
dijo el pintor
Cuando el Sol habla,
todas las criaturas callan,
dijo el poeta
El Sol es un Ser
el Sol es luz presente,
dijo el pintor
La sonrisa infinita de la luz
es un verso que es un poema
que es un universo,
el ojo pensante es un ojo riente,
al ojo que nos piensa lo pintamos
con sus propios rayos, dijo el poeta
El Sol no tiene historia,
el Sol vive en la eternidad del momento,
dijo el pintor
El Sol cara rayada, es un jaguar
que recorre el cielo nocturno devorando sombras,
devorando instantes, dijo el poeta
Sol pasado, Sol deificado
Sol de la mente, Sol demente,
dijo el pintor
La historia de la luz
es una arqueología de los ojos,
dijo el poeta
La luz inteligente viene del Sol
con la temperatura exacta para pintar tus manos,
dijo el pintor
Una figura que proyecta sombra, una silueta
insustancial que te sigue por la calle, eso soy yo,
dijo el poeta
Qué es una sombra:
un esplendor en la espalda
y una mancha en el suelo, dijo el pintor
El Sol es la forma de su amor,
el hombre lleva en los ojos la forma de ese amor,
al final de su vida, el hombre será el espectro de ese amor, dijo el pintor
Dios no existe, dijo un tercero,
Dios vive en tu cabeza,
si no piensas en Él, morirá fuera de tu mente.
Si Dios no existe, ¿quién existe?
¿tu sombra? ¿tu espectro? ¿tu olvido?
replicó el pintor
Dios no existe,
existe un enorme vacío,
dijo el tercero
Si existe un enorme vacío,
existe ya algo,
dijo el poeta
Ésas son
puras palabras,
dijo el tercero
Si Dios no existiera,
tus palabras no existirían,
dijo el poeta
Antes del alba, mis ojos
ya se habían figurado las criaturas que estás viendo
en este momento bajo el Sol, dijo el pintor
Todo comenzó con una imagen,
todo comenzó con la palabra luz,
dijo el poeta
Cuando los perros ladran a la Luna
en realidad están ladrando al Sol,
dijo el pintor
En nuestra mente cabe el universo en expansión,
en nuestra mente en expansión caben todos los astros:
nuestra mente es un verso hacia el universo, dijo el poeta
Me di cuenta de mi propia vejez
cuando vi el primer pelo blanco en la cabeza de mi hija,
dijo el pintor
Deber de hombre,
no estar triste bajo la luz,
dijo el poeta
La enciclopedia del Sol es mi libro de cabecera,
la enciclopedia del Sol es un ojo que brilla
a través de las tapas cerradas, dijo el pintor
En los rincones de mi biblioteca,
oculto entre miles de palabras,
el poema del Sol está brillando, dijo el poeta
Es curioso que nunca antes
haya dibujado figuras más deslumbrantes
con los rayos de luz tenue, dijo el pintor
¿No es curioso que el poema del Sol
llegue de noche y con los ojos cerrados?,
dijo el poeta (...)
"El sol es el único monoteismo jubiloso porque sabe que no es verdadero." Y si no que se lo digan a las víctimas de los sacrificios humanos que le ofrendaban los nativos americanos. :D
ResponderEliminarTintín casi la palma en "El templo del sol" por un subidón de adrenalina de aquellos simpáticos heliófilos pre-copernicanos. Menos mal que les colocó el pegote de que podía controlar los eclipses y así los adoradores de Hergé pudieron disfrutar con varios años más de aventuras y merchandising.
Claro que el asunto ya se le había figurado antes a fray Bartolomé Arriazola, tal como lo relata Augusto Monterroso en "El eclipse."
¿Cómo? ¿Que no lo conocéis? Ahorita os lo pego.
El eclipse.
ResponderEliminarAugusto Monterroso
Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.
Buenísimo, y bien merecido para Hergé y todos esos guionistas hoolywoodienses de los 50 que recurrían a este fácil expediente. Lastima del pobre fray, habiendo Mel Gibson... Lo guardaré celosamente, pero qué grande era Aristóteles de cualquier modo.
ResponderEliminarAristóteles era grande, mayor, máximo, con respecto a los aztecas, toltecas y taquimecas.
ResponderEliminarEra más grande que sus huellas, "bigger than life".
Fue maestro del greatest of all time, que no era ni Cassius Clay ni Mohamed Alí, sino el Magno Alejandro. Megas para los amigos.
Y sin embargo, nunca se le ocurrió - como a Diógenes - decirle al Μέγας Αλέξανδρος:
- Hazte a un lado, que me estás quitando el sol.
Sol, solcito, calientame un poquito. Para hoy, para mañana, para toda la semana.
Here comes the sun, turu tun tun tun, and I say: It's alright!!! :D
Y El Grande replicó: "si no fuera Alejandro, querría ser Diógenes"; al menos según el mentidero cínico. Es igual, el imperio de ambos duró menos que el de El Filósofo -que nunca confío demasiado en los jóvenes-, pero otra anécdota solar no puede estar mejor traída, sin menosprecio de George Harrison, que en el Nirvana esté.
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