Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

jueves, 18 de marzo de 2010

No entiendo a Scooby-Doo

Esta mañana preguntaban en un programa de radio de esos de perder el tiempo a espuertas si habitaríamos una casa en la cual se hubiera cometido un asesinato. Sorprendentemente, la gente respondía que no, en vez de preguntar a cuánto rebajan la hipoteca. El catolicismo siempre ha empastado bien con la creencia en los espíritus aunque representasen intrusismo numénico, porque tanto monoteismo como animismo alimentan la esperanza en otro plano de existencia preparado sólo para nosotros, invitados especiales del más allá. Y a mí me encantaría encontrar pruebas de que tal plano se profundiza en una tercera dimensión e incluso se abomba en una cuarta, ya que eso supondría que hay aventuras que correr después de los treinta y misterios que descubrir después de los cuarenta. Otra vida, gimiente, ululante, o engrilletado a una bola de preso es otra vida al fin y al cabo, con nuevas reglas y pasiones y sin la hipoteca esa. Fíar de los espíritus le parecía a De Quincey una muestra de generosidad intelectual, pero no es posible, ¡ojalá! La refutación es facilísima: nadie ha contactado en una güija con Schubert para consultarle el final de la Sinfonía Incompleta, o con Lee Harvey Oswald para saber de una maldita vez qué balazo fue suyo, por poner ejemplos no muy relevantes. En cambio, la seña Paca habla a través del medium para amonestar a su parentela porque se han repartido su herencia a torta limpia, pero les echa de menos, e informa de que allí hay mucha luz y un calorcito divino. No digo que una cosa sea menos importante que la otra, sólo que resulta extraño que nadie haya sacado negocio de los grandes secretos de la historia -entre ellos, qué hacen ahí en el ultramundo, cómo pasan el tiempo y demás, y si les afecta la crisis. En fin, es tontería. Tontería que Hitler y su camarilla se tomaron muy, muy en serio, por cierto. Pero a mí que me asusten, venga, que acogeré a las apariciones como una promesa de la existencia entendida como una matruska rusa: cada encarnación envuelta por otra más amplia hasta el infinito. Yo también soy cobarde, pero tú eres un pelín descerebrado, Scooby-Doo (y los oyentes de radio/nada no te digo, pero tan contentos).

2 comentarios:

  1. Me ha dicho una compañera que en Loeches hay una casa puesta en alquiler en la que presuntamente suceden fenómenos extraños. Parece ser que ningún inquilino aguanta un mes completo porque por las noches se sienten ruidos sobrecogedores de almas en pena o algo así. (Vaya, que no es un simple botellón, para entendernos). Y mira que por lo visto el precio del alquiler lo han rebajado, pero no compensa a los inquilinos, por lo visto.
    Ya me enteraré mejor y te comento.

    * (A una amiga mía le sucedió también algo bastante desagradable: Tenía de huésped al hijo adolescente de unos amigos en casa y estando este a solas, se suicidó con pastillas en el salón. Tuvo que venir el juez a levantar el cadáver y tal. Mi amiga y su pareja tuvieron que comerse la experiencia sin poder plantearse cambiar de vivienda. Afortunadamente el problemático adolescente no volvió a dar señales de presencia postmortem en la vivienda, lo que faltaba. Si llega a presentarse, todavía le afean su conducta. Hay que tener más consideración con quien te aloja en su casa.)

    ¿Dónde habló De Quincey de los espíritus? Me interesaría leerlo. Gracias.

    Es tema apasionante y escurridizo. Y como decíamos ayer: ¿Existe el alma?

    ResponderEliminar
  2. Claro, pero es mortal (y, si no, mira el alzeihmer como la va troceando hasta que sólo deja de ella una bosta, tal vez fértil).

    ResponderEliminar