¿China? ¿What China?

Asentimos bovinamente ante la convicción generalizada de que La China va a ser la siguiente potencia mundial, como ya pronosticaba Napoleón, y debe ser cosa de las grandes cifras, porque nadie sabemos el porqué. Y esto último es lo extraño: ¿cómo es que no hay ni el más mínimo signo visible de algo que es tan inminente en lo invisible? Rumio yo que lo estaríamos viendo venir, no sólo en los negocios y las inversiones, sino en la calle, en los gustos, en el cine, en la ropa que vestimos, no sé, aunque sea en una marca de chicles sabor bambú. Pues nada. Nada de nada. Si los proxenetas del dinero no nos lo cuentan, seguimos pensando que de los chinos, los restaurantes, alguna peli de terror y se acabo. Curiosa una colonización que no empieza por la cultura, ni por las costumbres, ni por las sensaciones siquiera; vamos a vivir un cambio de paradigma sin darnos cuenta hasta que nos hablen del siguiente, y todo porque, al igual que Galileo consiguió que el libro de la naturaleza se escribiese en caracteres matemáticos, el capital va a conseguir que el mundo social se lea en caracteres puramente económicos. De hecho, lo mismo ha ocurrido ya, y los de los ultramarinos y las flores tampoco se han enterado -fijaros atentamente en ellos, y avisad si un día sonrien algo menos mecanicamente, sólo por no estar en Babia...