Sudeuropa, zona centro noch einmal

Los sin-techo de la plaza San Miguel han conseguido sobrevivir al invierno, y lo que es más sorprendente, a las palizas posibles que podrían haber recibido. Hay uno que no deja de insultar al personal de las terrazas del modo más patafísico: se caga en "sus características", en "la resurrección de sus cuerpos", en las "tierras de donde provienen", y así incombustiblemente durante horas. Cuando llega el momento del enfrentamiento, se arruga cantidad, pero eso no le quita bríos para la siguiente. Se siente muy español, y sus atributos por lo visto también lo son, grandes y rozagantes esperando a una giri. Después de oírle uno pierde el poco patriotismo que le quedaba, como diría un personaje de Ivá. Si sigo aquí, mis hijos aprenderán más tacos que un camionero, y a ver cómo se lo explico a los abuelos. Resulta obvio que han perdido el pudor, y también que han perdido el futuro. Viven un eterno presente rociado de Mahou, que en el momento que acabe se notará tanto como la desaparición de un gorrión entre cientos del cielo. No me estoy compadeciendo, lo cierto es que me importan un rábano, como yo a ellos aunque les obsequie pitillos, pero dan lugar a una reflexión acerca de la mala suerte. La suya seguramente fue de origen y educación: nadie que ha respirado por lo menos austera dignidad en la niñez llega a esos límites, antes se tira por un puente. Sea como fuere, me voy a cenar, que es lo que corresponde a "mis características" y las de los de mi clase.