Lucca Brassi

La figura del matón trae consigo cierto dilema moral, que diría el gordo italiano de Miller´s crossing. Por un lado, el que da las ordenes es el responsable, eso parece claro, pero por otro, Lucca se ha empleado voluntariamente para liquidar a quien le manden sin razón alguna más que su subsistencia. Por un plato de albondigas se rompe los nudillos contra tu cara y te deja hecho un cromo, aunque no te conozca de nada el tío. Corleone, en cambio, tiene un motivo, que puede ser el puro poder, pero es un motivo: necesita imperativamente que pierdas tres dientes. ¿Quién es el peor, o, en términos menos simplistas, el más chungo? Lucca se la juega: puede salirle el tiro por la culata o que le metan a la sombra a él, mientras que el jefe se toma una piña colada en Malibú. Corleone, sin embargo, tiene que cuidar de su gorilas falderos, a riesgo de perder crédito y autoridad. Igualmente, los niñatos que van en un tanque con la música a tope y medio colocados dándole al videojuego de derribar turbantes por un sueldo... ¿Debemos perdonarles más o culparles menos que al secretario de estado que los ha mandado allí para asegurarse posiciones estratégicas en torno a los pozos que enriquecerán a sus votantes? Un cierto dilema moral, ya digo...