Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

miércoles, 13 de enero de 2010

Sobre el panfleto "La casta", de Daniel Montero

Aunque nada de lo que cuenta este tío en un extracto de su libro que me ha llegado en Powerpoint fuese cierto, seguiría pensando que los políticos ya no nos sirven para nada verdaderamente práctico y tangible. Pero es que tampoco como culebrón o identificación partidista tienen más intríngulis que Belén Esteban o el fútbol. De manera que, ni en la realidad ni en la imaginación dejan de ser una clase parásita que puede ser perfectamente sustituida por un funcionario frente a un ordenador. Igual que los semáforos -de los que depende mucho más nuestra vida- funcionan coordinados y bien todas las mañanas, casi todas las decisiones correctas que actualmente toman los politicastros podrían ser automatizadas. Las demás decisiones, en lo que tienen de humanas y cambiantes, deben ser determinadas por los ciudadanos por la red. Y a tomar por culo -o a la guillotina virtual- la corte de los milagros.
El mayor mito de la teoría política moderna lo fijo Hobbes, no cuando describío al Leviathan, sino cuando le decicó tantas páginas al llamado "caos", conforme a la divisa "o Leviathan o el caos". Desde entonces, le tenemos terror a ese caos que supuestamente nos aguarda extramuros, y a causa del cual aceptamos el Leviathan intramuros y sus histriónicos representantes. Exactamente el mismo chantaje que con el infierno de los curas. ¿Y si no hay infierno? ¿Y si no hay "caos"? Entonces nos sobrarían curas y políticos, y sólo necesitaríamos psiquiatras y gestores, que ya es bastante malo.

2 comentarios:

  1. discrepo. sí son necesarios, como belén esteban o el fúrgol. cumplen una función social: ¿a quién echaríamos la culpa de todo si no estuvieran? santos, que son unos santos.
    idéntico.

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  2. Para eso estaban los chivos expiatorios en las culturas primitivas, e iban bien servidos pero al revés. Propongo escoger a la petarda de Cármen Martínez Bordiú, por ejemplo.

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