Blog de crítica de la cultura y otras balas de fogueo al gusto de Óscar S.

Encuadre: página de "Batman: Year One", Frank Miller y David Mazzucchelli, 1986-7, números 404 a 407 de la serie.

miércoles, 13 de octubre de 2010

El porvenir de otra ilusión

Incluso hasta mis desinformados oídos ha llegado la noticia de que los científicos nos garantizan que hay planetas habitables allí por la inmensidad más cercana. Me lo creo de la A a la Z. Y que los extraterrestres (que es como decir los extra-barrio-de-Triana: mucha gente...) podrían habitarlos. También presto mi total aquiescencia. Hace ya tiempo que un simple cálculo probabilístico hace prácticamente imposible -y sin el "prácticamente"- que lo que es, a nuestros efectos, infinito, no esté densamente poblado. Pero (y sin "peros" no hay antipatía) ellos, aparte de que seguramente no lleguemos a conocerlos nunca, por empeñarse en vivir demasiado lejos -naturalmente, nos podrían reprochar lo mismo-, podemos apostar a que ni serán ángeles bajitos, como en Encuentros en la tercera fase, ni demonios insectiformes, como en Alien, ni siquiera duendes traviesos, como en Mars Attacks. Y eso es lo malo: que esperamos demasiado de ellos, aunque para ello tuviésemos que aguardar un millón de años. ¿Qué ocurriría si los extraterrestres no fuesen muy distintos de lo que fueron los indios para los españoles del descubrimiento de América? No quiero decir con ello que necesariamente hayan de poseer forma humanoide, o que los conquistados vayan a ser necesariamente ellos, sino simplemente que padezcan unas miserias y perplejidades semejantes a las nuestras. Pues vaya plan...

El furor extraterraqueo estalló en los ´50 por el miedo a los ataques desde el cielo que prometía la amenaza soviética. En cualquier caso, venían a destruirnos o a salvarnos, no a crearnos problemas diplomáticos. El desafío supremo, no un tramite engorroso. No obstante, esto es lo que, en mi cateta opinión, implica el "contacto" que tanto excitaba a Carl Sagan. Primero, tantear a ver quién es el más fuerte. Después, buscar cómo beneficiarse lo máximo jodiéndose lo mínimo. Qué chasco, ya digo. Si no pudieramos creer ya en los misterios insondables del cosmos, tipo 2001: Odisea del espacio (que mala peli, por cierto), ¿qué nos quedaría entonces: el sexo interestelar, quizá? Bueno, eso si no se reproducen por esporas... En fin, más vale que el espacio siga siendo una ilusión -verosímilmente la última-: la ilusión de que resta una salida honrosa a la "verguenza de ser hombre", en expresión de Deleuze. Lo que es seguro es que las actuales y próximas generaciones no se van a enterar, conque a seguir soñando...

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