La misa del domingo en democracia se cumple comprando el periódico con su suplemento, a no ser que tu diario de referencia sea el ABC, y entonces de fijo preferirás acudir al templo, ajustar cuentas con el Señor y después tomarte el aperitivo. Desde que nacieron mis criaturas no he vuelto a comprar prensa alguna, ni siquiera los domingos post-transición: si acaso la miro en digital y pirateo alguna noticia o comentario marginal para esta página tonta mía, que son las mejores y donde el articulista se expresa con mayor libertad. Porque, ya sabéis, los grandes periódicos están para aparentar que el que no se informa es porque no quiere, como los telediarios o las tertulias radiofónicas o televisivas, y así resultan luego de aburridos, grises y repetidos, que, como más o menos escribía Gopegui, parece que lo escribe todo el mismo tío abúlico y somnoliento. El lampedusiano "todo cambia para seguir igual" tiene su confirmación diaria en los periódicos, que para eso están y para ello exhiben aquel aspecto suyo de ser siempre el mismo ligéramente retocado. Y lo son, en efecto: sólo hay que ver que tienen el mismo número de páginas y las mismas sacrosantas secciones pase lo que pase, como observó acertadamente Sánchez Ferlosio (lo cual no quita para que no figuren en nómina excelentes profesionales, pero para lo que les dejan hacer sobra que se nos ofendan tanto cuando las cotillas medíaticas se autonombran "periodistas").
Personalmente, lo que echo de menos son las revistas, pero no esas de consejos o temáticas, sino las de las vanguardias de principios del siglo XX. Un grupo de amigos se juntaba y decidía que estaban destinados a cambiar las cosas en cierta área o en todas, y creaban una revista. Luego duraba cuatro números y el clan se peleaba, es verdad, pero ahí quedaba eso, y la historia escogía a los suyos. Tal visionario espíritu conoce una postrera reviviscencia en los fanzines que confeccionan algunos chavales inquietos, más que en estos blogs ombliguistas que hacemos unos cuantos bien separados unos de otros, cada uno de su padre y de su madre. Pero, bueno, así llenamos el rato de la prensa.
domingo, 10 de octubre de 2010
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¿Lo de no comprar prensa desde que te convertiste en padre es mera coincidencia o existe una relación causa efecto? Yo disfruto de una suscripción a un periódico local, pero su calidad es ínfima, así que rara vez tardo más de 10 minutos en leerlo. En ese sentido, echo de menos la prensa a la que estaba acostumbrado en España, si bien debo reconocer que, pese a la calidad formal de El País, sus contenidos son cada día más infumables. En fin, la solución es hacer un barrido internacional y seleccionar algunas lecturas. Ayer, sin ir más lejos, fotocopié un artículo de economía de 27 páginas que apareció en Rebelion. Cuando son muchas páginas mi preferencia es el papel, el cual no tiene competidor en las lecturas profundas. Aquí a veces leo revistas, muy difundidas, pero son meros instrumentos de propaganda del la derecha (candidato Serra). La cosa está jodida para encontrar buena prensa en papel. Tal vez la búsqueda haya que dirigirla a los autores. Porque está claro que para muchas de las noticias, interesantes también, cualquier periódico vale, total, son de agencia la mayoría, o sea, que incluso la redacción es la misma.
ResponderEliminarPor cierto, el artículo es de Louis Gill, "En el origen de la crisis, ¿sobreproducción o subconsumo?
ResponderEliminarhttp://www.rebelion.org/seccion.php?id=28
El artículo en cuestión podría añadirse al debate aquel que surgió a cuento de la fábula de los borrachos y la venta de bonos. Una de las cosas que dice es que la crisis inmobiliaria es solo una de las causas de la crisis general, pero en modo alguno la más importante, antes al contrario, ocupa un escalafón bajo.
Esos son los profesionales a que me refiero.
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