jueves, 21 de octubre de 2010
Rita, sus propuestas de reforma de la educación, II
CAPÍTULO 2.
DE LOS PROBLEMAS MÁS GRAVES DE LA EDUCACIÓN AL MARGEN DE PARTIDISMOS.
Al margen de partidismos y de cuestiones corporativas, los problemas y su gravedad deberían ser siempre analizados desde el punto de vista de los destinatarios de la educación, es decir, los alumnos. Podemos dividir los problemas en dos grupos, según afecten a alumnos que fracasan en la educación o a aquellos que no. Suele entenderse por "fracasar" dejar de estudiar antes de terminar un nivel educativo, pero yo creo que debería extenderse el concepto de "fracaso" también a aquellos que dejan de estudiar sin haber alcanzado ningún tipo de cualificación profesional.
TIPOS DE FRACASO ESCOLAR:
-Alumnos que dejan de estudiar antes de terminar la ESO (repiten varias veces y cuando cumplen 16 años se van). La reflexión obligada en estos casos consiste en pensar por qué se le ha obligado a este alumno a soportar años de fracaso y vaguería, para que al final se vaya con las manos vacías.
-Alumnos que dejan de estudiar al terminar la ESO. Llevan consigo un título que significa: "No soy un bandarra de esos que ni siquiera terminan, pero no sé hacer nada".
-Alumnos que intentan estudiar algo después de la ESO, pero acaban fracasando y lo dejan. Ante el desastre generalizado en las aulas, los profesores acaban aprobando por buen comportamiento o a base de dar miles de oportunidades o dejando copiar o por aquello de “a alguien hay que aprobar”. Todos ellos llegan a niveles superiores, no obligatorios, donde no se cede tan fácilmente, y allí incurren en suspenso tras suspenso (pues por una vez se valoran los conocimientos), hasta el abandono final.
-Alumnos que se han ido a un AC o PCPI antes de terminar la ESO. Son los alumnos estigmatizados como terribles. Nunca es una decisión propia o de las familias, sino una medida de corrección impuesta por un centro que necesita expulsar a los alumnos que no se adaptan al sistema. Por tratarse de una opción de salvamento, lateral y casi clandestina, nadie sabe muy bien en qué consisten las titulaciones que expiden. Lo que un empresario sabe cuando un alumno viene de uno de estos centros es que este alumno fue mandado allí porque era malo, muy malo o vago incorregible.
POSIBLE PROPUESTA DE SOLUCIÓN DE ESTE FRACASO (CONSCIENTE DE QUE DEBERÍA APLICARSE A NIVEL ESTATAL Y NO AUTONÓMICO, AUNQUE NO SÉ MUY BIEN COMO VAN LAS COMPETENCIAS).
-Educación obligatoria SÍ hasta los 16 años (o incluso hasta los 18), pero con posibilidad de optar entre bachillerato y ciclos formativos a partir de los 14.
¿Por qué? Antes la formación profesional estaba algo desacreditada, es cierto, pero eso ya se ha pasado. Más bien al contrario, ahora la percepción de gran parte de los alumnos de la ESO es la de que llegar a hacer un ciclo es algo demasiado difícil. La edad verdaderamente conflictiva en la que un alumno se descarría es entre los 12 y los 16, precisamente los de la ESO, y si obligamos a los alumnos a vivir en estos años fracaso tras fracaso, probablemente ya no sean recuperables. En la Formación Profesional, por otra parte, ahora sólo están los exitosos, aquellos que lograron superar la ESO y aún les quedaron ganas de estudiar, y el nivel es demasiado alto para que pueda proponérselo gente que lleva varios años sin hacer nada o aprobando con medidas de excepción como son los ACs, la diversificación o la compensatoria.
Si el modelo anterior establecía diferencias de cualificación entre los del bachillerato y los de la FP, el sistema actual deja en la nada del fracaso escolar, y en manos del trabajo sin cualificación, a un montón de gente. Si todos ellos comenzasen a estudiar una profesión antes de haber empezado a fracasar gravemente, probablemente muchos de ellos no se llegarían a descarriar, mientras que si se dejan pasar varios años, muy pocos son recuperables.
Por supuesto, a esto ha de acompañársele una cierta política de “puertas abiertas” por las que un alumno pudiera hacer exámenes de acceso y cambiar su opción a mitad de camino, si lo considerara oportuno. (¿Continuará?...)
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Hay mucho sentido en lo que dices y lo suscribo casi al completo. Me parece que para que pueda aplicarse son necesarios los siguientes cambios:
ResponderEliminara) un cambio generalizado de actitud: Tomarse en serio la educación. Por parte de ministros, inspectores, directores, profesores, padres y alumnos. Así como medios de comunicación y todo el conjunto de la sociedad. Es un asunto demasiado importante para actuar con la inconsciencia e irresponsabilidad que vemos diariamente.
Como suele decirse: La actitud lo es todo.
b) una voluntad sensata de gobierno sobre el asunto. No tiene mucho sentido, creo yo, que la educación se decida entre 17 consejeros autónomos cada uno a su aire. Un buen currículo y una buena filosofía educativa deben ser aplicados en todo el país, o estado, o España, por igual.
c) Dinero, dinero y dinero. Las tres cosas que según Napoleón eran necesarias para ganar una guerra, o para resolver una cuestión de estado. En lugar de despilfarrar el dinero público en subvenciones de pandereta que se llevan los gobiernos periféricos,(vergonzante solución de los presupuestos) hay que racionalizar los recursos y aplicarlos con sensatez en lo que de verdad interesa en un estado de Bienestar: Sanidad, Educación y Seguridad Social. De calidad y para todos por igual. No organizadas caprichosamente por 17 cacicadas localistas cada una según sus antojos y clientelas.
El asunto es serio. Nos va el futuro en ello.
El análisis tiene visos de ser bastante acertado...dale difusión. Me consta que Gabilondo [o al menos cualquiera de sus consejeros] leería atentamente lo que has escrito...pero tienes que mandárselo, claro.
ResponderEliminarLo escribí porque un amigo cercano a Tomás Gómez me pidió que les diera ideas para la posible campaña electoral. Si por fin ha llegado a manos de alguien...pues no lo sé...
ResponderEliminarSeguiré escribiendo.
yo no me quedaría en Tomás Gómez...que está bien como excusa...
ResponderEliminarMuchas gracias, Jaime, por tus aportaciones. Y aún me gustaría que me explicases el "casi" que mencionas al principio. Pienso que discutiendo los detalles la propuesta mejoraría, y en eso estamos.
ResponderEliminarRita.
Quizá sumar a lo que dices la necesidad de ampliar las competencias de los servicios sociales, reduciendo así el número de alumnos por centro, dado que muchas veces la condición socioeconómica de las familias de estos chavales les impide sacar el provecho adecuado del cole o del instituto. Obviamente no se trata de estigmatizar, que siempre puede interpretarse por ahí, se trata de intervenir en su momento a través de medios alternativos a los de la docencia formal, que seguro existen, en la medida en que se postula una educación personalizada enfocada a la habilitación de las capacidades -ahora competencias- del alumno...
ResponderEliminarHay un tercer tipo de fracaso escolar, hasta ahora no identificado como problema. Se trata de el de muchos de aquellos que sí acceden a la universidad. La calidad de estos estudiantes es lamentable. Las cohortes vienen deterioradas curso tras curso. Los docentes se quejan de su baja preparación, poca capacidad de trabajo, escasez de comprensión lectora, tensión baja, blandura de remos. Con ese material humano, ni la nueva economía, ni la I+D+i ni los nuevos emprendedores tienen el más mínimo futuro en este país. Como me consta que Esperanza Aguirre te pedirá consejo una vez que sepa que Tomas Gomez juega con ventaja en esto de la educación, creo que será el momento adecuado para que propongas soluciones neoliberales (mano dura en los colegios, reinstaurar la repetición de curso, separación por clases según listos y torpes, cheque escolar, etc.). Hoy por hoy, la derecha tiene mas que ofrecer. Paris bien vale una misa.
ResponderEliminarVisigodo