Resulta curioso que Celso, en su Discurso verdadero contra los cristianos, ya dedique un buen número de páginas a la defensa de la vida animal, como habiendo leído con perspicacia entre líneas del Génesis, y siglos antes de que el fenómeno se universalice. Porque, en efecto, desde el arranque de La Biblia las numerosas bestias no han sido creados por Dios más que con el único fin de servir al hombre, para lo cual Adán dió nombre a cada uno de ellas, pese a lo que diga después la canción de Bob Dylan. Servir de peones sin jornal y servir de alimento en el todo o en las partes, cuando no de representaciones de Diablo o cualquiera de sus fieles sirvientes. Naturalmente, el hombre no puede ni debe evitar predominar sobre sus compañeros de planeta (que son muchos más, por cierto: sólo el peso acumulado de todas las hormigas de la Tierra supera con creces el de todos los humanos juntos), y por eso no es de recibo ni penal ni ideológicamente el discurso ecologista radical que propone el exterminio del primero en beneficio de los segundos -después de todo, 12 monos de Terry Gilliam no era tan disparatada como parecía. Pero una cosa es eso, y otra muy distinta el procesamiento industrial masivo y despiadado a que se somete a los bichos en la actualidad, frente al cual la tortura del toro en la arena es pura tontería -Jesús Mosterín ha escrito sobre la primera cuestión, Savater publica ahora sobre la segunda... ¿quién es el más listo? Sea para fabricar carne, vender pieles o probar cosméticos, más vale que seas del tamaño de un microbio o blanco, negro, grande y chino si no quieres tener un feo y doloroso final...
Gerald Durrell -que era el hermano inteligente de la familia- escribía al final de uno de sus libritos de fácil consumo y rápida venta un informe aterrador acerca de la desaparición de especies en los últimos cien años. Y, para colmo, está el caso de los caballos, que se diría que sobreviven sólo porque a la policía madrileña le encanta dejar sus cacas esparcidas por el asfalto, y a los que les ha sido arrebatada su posición de "mejor amigo del hombre" por el perro, como si "animal" equivaliese a "mascota", por mucho que los tontos y bellos equinos se hayan dejado la piel a millares en los campos de batalla de todos los tiempos. Todo esto viene a colación -si es que viene a colación de algo- de la noticia que anteayer daba El País, referente a las miles de especies nuevas que han sido halladas en los fondos marinos. Chicos y chicas subacuáticos: estáis realmente jodidos...
jueves, 7 de octubre de 2010
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